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"Al final de ‘Patria’ hay algo que empieza a recomponerse"

Entrevista a Fernando Aramburu
Herme Cerezo
martes, 2 de mayo de 2017, 00:02 h (CET)



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Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) es licenciado en filología hispánica por la Universidad de Zaragoza y desde 1985 reside en Alemania. Narrador destacado, es autor de tres volúmenes de relatos y de las novelas ‘Fuegos con limón’, ‘Los ojos vacíos’, ‘El trompetista del Utopía’, ‘Bami sin sombra’, ‘Viaje con Clara por Alemania’, ‘Años lentos’, ‘La Gran Marivián’, ‘Ávidas pretensiones’ y ‘Las letras entornadas’ y ha merecido, entre otros, el Premio Euskadi, el Premio Mario Vargas Llosa, el Premio Real Academia Española, el Premio Tusquets Editores de Novela y el Premio Biblioteca Breve. En 2016, publicó su última entrega, ‘Patria’, que le encaramó al número uno de las listas de libros más vendidos, donde todavía sigue, y fue elegida novela del año por algunos suplementos culturales de tirada nacional.

No cabe duda que la publicación de ‘Patria’ (Tusquets Editores) en otoño de 2016 por Fernando Aramburu, convulsionó de forma ostensible la actualidad literaria del estado español. Escribir sobre el entorno abertzale con la profundidad y extensión con que lo ha hecho el escritor donostiarra no es frecuente, una novela de seiscientas páginas y miles de palabras que, paradójicamente, tiene un título breve, muy breve, con un solo vocablo de seis letras. Como tampoco lo es la voz escogida para narrar (una tercera salpicada por continuas interrupciones en primera) un asunto tan duro, espinoso y epitelial que ha teñido de sangre, fuego, amargura y horror Euskadi y el resto del pentágono peninsular durante más de sesenta años.

Entrevistar a Aramburu en la Fira del Llibre de València casi adquirió tintes de peripecia literaria. Tras la presentación de la novela en el Plató televisivo, no quedaban resquicios para declaraciones. No había tiempo. Los minutos, no demasiados, estaban rigurosamente reservados para ese vis a vis literario que es la dedicatoria de ejemplares. El escritor donostiarra, sin embargo, con enorme amabilidad, aceptó mi presencia a su lado en la mesa de firmas, aupados sobre una tarima, y al tiempo que respondía mis preguntas atendía a sus lectores, muchos de ellos sacudidos, de uno u otro modo, por la violencia etarra. A medida que desgranamos nuestra conversación, me fui dando cuenta de que Fernando Aramburu se ha convertido en el catalizador de la angustia de una gran parte de su público, que desea compartir con él, aunque solo sea durante unos segundos, sus vivencias en el dolor. ‘Patria’, la novela, parece además haberse convertido en una suerte de libro de cabecera, tal vez balsámico, tal vez catártico, tal vez ambas cosas a la vez, para muchos de ellos.

Fernando, ‘Patria’ fue ayer el libro más vendido en Barcelona durante la celebración del Día de Sant Jordi, ¿cómo sienta eso?
Mi paso por Barcelona ha sido impresionante. Nada más poner el pie en la ciudad me anunciaron la concesión del Premio Nacional de la Crítica y al terminar la jornada fue el libro más vendido en lengua castellana, todo resultó estupendo. Solo puedo tener agradecimiento y gratitud hacia todo el mundo, pero quiero dejar bien claro que este éxito no es sólo mío, sino que es el fruto de un grupo editorial que ha trabajado fantásticamente, que ha editado, cuidado y difundido muy bien mi obra y la ha llevado hasta los libreros para la venta.

¿La aceptación de ‘Patria’ en Euskadi ha sido igualmente buena?
En el País Vasco, excepto algunas críticas esperables, ha tenido una aceptación muy grande. Sin ir más lejos, ayer mismo también fue la novela más vendida en San Sebastián.

Dicen muchos autores que escriben sus novelas a partir de una pregunta que tratan de responderse, aunque no siempre lo consiguen, ¿qué pregunta te formulaste tú para escribirla?
No comparto esa afirmación porque yo no me planteo ninguna pregunta a la hora de escribir. Una novela es un trabajo dilatado y tal vez la pregunta que me podría formular sería ¿qué quiero contar a los presuntos lectores? Yo escribo para gente que gasta un dinero en adquirir el libro y que le va a dedicar un tiempo a su lectura, lo que me obliga a trabajar con mucha seriedad, ya que todos los lectores se merecen un gran respecto.

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¿Eres consciente de que has escrito no solo un gran libro, sino también una novela difícil de olvidar?
No, no lo soy. Para nada me planteo mi posteridad. Si realmente he conseguido dejar un rasguño en cierto número de personas ya me doy por satisfecho y consideraría que realmente ha valido la pena llevar a cabo este trabajo.

A la hora de plantearte la escritura de ‘Patria’, ¿te resultaba indispensable vivir en el extranjero?
Lo que ocurre es que no he podido hacerlo de otro modo, no he tenido otra perspectiva más que la de un hombre que vive lejos. En todo caso he intentado contrarrestar la distancia geográfica con la cercanía emocional, encaminada hacia las personas que han sufrido. Ésa es mi principal motivación para escribir textos centrados en personas vascas.

Has utilizado la tercera persona, mezclada con comentarios e incluso con voces en primera, ¿cómo surge esa estructura, esa idea, en tu mente?
Al plantearme la novela decidí que habría un narrador externo y que, por otro lado, los nueve protagonistas tuvieran también potestad narrativa, es decir, que en el momento en que hubieran de intervenir podrían interrumpir al narrador y hablarían en primera persona, en presente y de forma directa cada vez que les viniera un pensamiento. Además de todo esto, incluí un recurso, que ya utilicé en mi anterior novela ‘Ávidas pretensiones’, y que consiste en que el texto es consciente de que está siendo usado para contar y, de vez en cuando, participa para formular algunas preguntas al narrador externo. Eso convierte a ‘Patria’ en una obra coral.

Efectivamente, así es. En esta novela hay todo un caleidoscopio de narradores.
Además de este juego de voces, en el lenguaje de la novela nos encontramos con muchos otros matices. En una novela la parte literaria no solo es necesaria sino fundamental. Yo quiero que los lectores reciban las percepciones de los olores, del sabor del pescado rebozado, de la humedad, de los ruidos, de la lluvia, del suelo húmero, del cielo gris…

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Varias veces en el texto, algunos personajes atribuyen acciones difícilmente justificables a errores cometidos por los etarras, es decir, como si se hubieran equivocado de objetivo, ¿realmente mataron a alguien por error alguna vez?
Los etarras no acertaron nunca, nunca. Mira, como te he dicho antes los dos últimos días los he pasado en Barcelona y allí, hace años, ETA puso una bomba en los sótanos de unos grandes almacenes de Hipercor, donde murieron muchas mujeres y varios niños pequeños. Si esas víctimas estaban dentro del plan previsto o no, lo ignoro, pero sí parece claro que los jefes de ETA querían muertos sobre la mesa, y a veces mataban a bulto.

No pretendo hacer ningún «spoiler», pero se me ocurre que ¿el final de ‘Patria’ es un canto a la esperanza?
En el final de ‘Patria’ algo se recompone o, mejor dicho, empieza a recomponerse. ¿Qué es lo que se recompone? No lo puedo decir, se lo dejo a cada lector para que lo piense, pero es cierto que hay algo positivo. De hecho, no pienso escribir ‘Patria 2’ jamás, porque sería una traición al desenlace de este libro.

Terminamos con esta pregunta: ¿seguirá Fernando Aramburu escribiendo novelas relacionadas con este mismo trasfondo?
Yo no escribo siempre sobre lo mismo, pero tampoco puedo asegurar que no vuelva a retomar este tema. No puedo predecir nada, pero es posible que en el futuro vuelva a escribir sobre gentes vascas. No lo descarto.

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