Se ha dicho que la mayoría de la gente prefiere ser arruinada por los elogios antes que lo salven las críticas, y el gobierno arzobispal del Paraguay, encabezado por su líder clerofascista Fernando Lugo, no es ninguna excepción.
Curiosamente, los elogios vienen de un bando equivocado para quien fuera publicitado con tanta insistencia como un “obispo de los pobres marxista y bolivariano”, leal a Hugo Chávez y a la Teología de la Liberación.
Mientras la izquierda marxista denosta con virulencia contra él en el “Programa político del Ejército del Pueblo Paraguayo”, como siempre hace el imperio con sus cachorros fieles, Estados Unidos elogia a su abyecto lacayo Fernando Lugo a través de sus representantes diplomáticos.
La embajadora de los EEUU en Paraguay, Liliana Ayalde, se despidió efusivamente ayer del presidente Fernando Lugo, y dio “un balance positivo” del “crecimiento” del Paraguay.
Tras tres años como embajadora en Paraguay, Ayalde deja este viernes el país y en la
primera quincena de setiembre llega su sucesor, James Thiessen, según informó la misma.
Requerida por los medios al respecto señaló que “el crecimiento económico es algo que hay que destacar (…) hay una apertura del país que debe aprovecharse, en ese sentido se está moviendo en la dirección correcta”, elogió.
Se olvidó mencionar la estrecha cooperación en materia represiva solicitada por el mismo Lugo, y conocida a través de las filtraciones de Wikileaks. El mismo cura presidente se encargó de confesar sin pudor a través de CNN que pidió equipos para realizar espionaje telefónico en la embajada norteamericana.
En cuanto a los elogios de la embajadora saliente, eran las mismas palabras que prodigaban personeros del imperio al gobierno chileno de Pinochet, o al neoliberal Carlos Menem.
Críticas del bando equivocado, aplausos desde el palco equivocado.
Un obispo de los pobres obnubilado por el lujo
Al contrario de lo que pretende la prensa adicta al imperio de Paraguay, tal como lo habíamos vaticinado, Lugo y sus seguidores sólo han agudizado con su gobierno la dictadura de los ricos, a través de la democracia burguesa tutelada por la embajada norteamericana.
Parafraseando a Lenin, el EPP discierne que “La omnipotencia de la riqueza es más segura en las repúblicas democráticas, porque no depende de la mala envoltura política del capitalismo. La república democrática es la mejor envoltura del que puede revestirse el capitalismo, y por lo tanto el capital, al dominar (a través de los Lugo, los López Perito, Soares, Filizzola y cía) esta envoltura, que es la mejor de todas, cimenta su poder de un modo tan seguro, tan firme, que ningún cambio de personas, ni de instituciones, ni de partidos dentro del juego democrático burgués, hace vacilar este poder”.
El EPP considera que este sistema es hostil a los pobres, y que “ninguna transformación profunda y favorable” a esta clase social puede ser llevada adelante “sin romper el modelo político que resguarda los privilegios de los ricos: “su” democracia”.
Es decir, el “obispo de los pobres” y “teólogo de la liberación” publicitado por la maquinaria periodística venal que predomina en Paraguay es apenas una herramienta más de control por parte del establishment y sus aliados imperialistas, un “agujero” negro bien a la derecha del poncho a través del cual se busca dar escape a las presiones sociales incontenibles.
Paralelamente, la maquinaria de las ONG derechistas engarzadas por USAID y la embajada norteamericana a los intereses reaccionarios y los resabios retrógrados de la cultura feudal legada por la iglesia católica hacen lo suyo. Se incentiva el control social de los “socios pontífices de la religión, la propiedad y el orden” derramando litros de agua bendita sobre los defensores de la propiedad oligárquica y sus armas.
Destino versus albedrío
Los “enterados” funcionales al clerofascismo no dejan de tender puentes salvadores al régimen mientras éste da sus últimos manotazos de ahogado, hundiéndose entre los bochornos globalizados, los linfomas y las mentiras.
Los monstruos deformes que asisten a la última cena del poder en la mesa del rey leproso, los miserables cortesanos, asisten impasibles a la decadencia física y moral del aventurero de la mitra, apurando los últimos bocados.
Fue obra del destino escrito en los astros, dirán muchos ideólogos de la impotencia y teólogos neoliberales de la vieja alta suciedad paraguaya, que se reciclaron alrededor del aventurero de la mitra. Nunca faltaron teóricos para justificar el quietismo y la desidia, y mucho menos en el Paraguay del cura Fernando Lugo.
Ya lo expresó Gilbert Keith Chesteron, siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creido también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción.
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