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"Mi novela y otras que han aparecido recientemente buscan el encuentro y el entendimiento entre las gentes del País Vasco"

Entrevista al escritor Kirmen Uribe
Herme Cerezo
miércoles, 17 de mayo de 2017, 00:01 h (CET)



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Nació en Ondarroa (Vizcaya), en 1970. Es uno de los autores en lengua vasca más leídos y traducidos. Se licenció en Filología Vasca y cursó estudios de postgrado de Literatura Comparada en Trento (Italia). En 2008 publicó su novela ‘Bilbao-New York-Bilbao’, por la que obtuvo el Premio Nacional de Narrativa, el Premio Nacional de la Crítica en euskera, el Premio de la Fundación Ramón Rubial y el Premio del Gremio de Libreros de Euskadi. Traducida a quince idiomas, fue elegida en el Reino Unido como uno de los quince mejores libros del año por la cadena de librerías Foyles. La publicación en 2001 de su libro de poemas ‘Bitartean heldu eskutik’ (‘Mientras tanto dame la mano’, 2003), supuso, según la crítica, una «revolución tranquila» en el ámbito de la literatura vasca. Traducido al castellano, francés, inglés y ruso, el poemario fue galardonado con el Premio Nacional de la Crítica y elegido finalista al mejor libro de poesía traducido al inglés en 2007 por el PEN American Center. Su última novela, ‘Mussche’ (2012; ‘Lo que mueve el mundo’, Seix Barral, 2013), ha recibido el Premio Rosalía de Castro del PEN Club gallego y es la primera novela escrita en euskera en ser publicada en China. Ha traducido a Raymond Carver, Sylvia Plath, Anne Sexton, Mahmud Darwish y Wislawa Szymborska, entre otros, y sus textos han aparecido en publicaciones como The New Yorker, El País o Berria. Colaborador habitual en varios medios de comunicación, en 2011 recibió el Premio de Periodismo El Correo.

Fue el último domingo de la Fira del Llibre cuando estaba citado con Kirmen Uribe, recién llegado a València la noche anterior, para conversar un rato sobre su última novela, ‘La hora de despertarnos juntos’, editada por Seix Barral, en la que cuenta la historia de Karmele Urresti quien, al concluir la guerra civil, debe abandonar Ondarroa y partir a Francia, donde forma parte de la embajada cultural vasca. Allí conoce al que será su marido, el músico Txomin Letamendi. A punto de caer París, huyen juntos a Venezuela; pero la Historia interrumpe de nuevo su vida, a partir del instante en que Txomin decide sumarse a los servicios secretos vascos. Envuelto en este ambiente, Uribe narra los sucesivos exilios de esta familia, al tiempo que dibuja el telón de fondo por el que discurren los protagonistas: la posguerra, la II Guerra Mundial, la dictadura, los años sesenta, la irrupción de ETA… El intenso sol del mediodía fue tan puntual como Kirmen, así que, tras un choque de manos, breve, protocolario, sincero, comenzamos la charla.

Kirmen, pregunta obligada en tu caso, ya que es la primera vez que te entrevisto: ¿qué significa escribir para ti? La literatura me ha permitido inventarme juegos paralelos y ser un poco niño de adulto. Al final de todo, escribir es una forma de vivir, porque la verdad es que la escritura me ha posibilitado ser yo mismo y trazarme un camino en la vida. Mi padre era pescador de altura y trabajaba en Escocia, yo solía ir al puerto a recibirlo. Cuando llegaba todo era tensión, ruidos y malas caras. Entonces me juré a mí mismo que nunca iba a trabajar [risas] y la escritura ha sido la excusa perfecta para hacer lo que me gusta sin depender de nadie, ganar dinero y no vivir integrado en una maquinaria.

Algunos escritores afirman que escriben para responderse una pregunta, algo que no siempre consiguen, ¿qué pregunta te formulaste tú a la hora de escribir ‘La hora de despertarnos juntos’?
La pregunta que encierra esta novela es ¿cómo hemos llegado hasta aquí?, ¿qué es lo que ocurrió a lo largo de todo el siglo XX para que se vivieran esos años tan duros y con tanta violencia?

En la página doce de la novela leemos que «La vida de una familia, sí, pero también, ¿por qué no?, la historia de todo un pueblo», ¿éste era otro objetivo para escribirla?
El objetivo de un escritor siempre es la literatura, escribir buenos libros, pero las novelas surgen de las preocupaciones del propio autor y de su relación con el entorno. Hace seis años me planteé escribir sobre el País Vasco, pero haciéndolo a través de tres generaciones, las que vivieron los grandes acontecimientos históricos: los años veinte y treinta, con su ebullición cultural, la guerra civil, la posguerra, el exilio, los duros tiempos de la dictadura, los años sesenta, el nacimiento de los movimientos revolucionarios, el feminismo, ETA y su deshumanización… Todo eso es lo que cuento en el libro.

Empiezas la narración en primera persona, pero enseguida cambias a tercera.
Mientras escribo, cuento cómo lo voy haciendo, pero también hablo de los personajes principales, que en realidad son tres, y para eso necesitaba la tercera persona: Karmele Urresti, que vivió en París y hubo de exiliarse; su marido, el músico Txomin Letamendi; y Manu Sota, que es un tipo que me encanta, muy culto, hijo menor de uno de los hombres más ricos de Europa, que se convirtió en asesor de imagen de José Antonio Agirre, el lendakari en el exilio. Manu montó la oficina del gobierno vasco en Nueva York y fue el primero en contactar con la administración Roosevelt. Su condición de gay era ideal para que me sirviera como contrapunto a una pareja más tradicional como la formada por Karmele y Txomin.

Además de como narrador, ¿intervienes también en la novela como un personaje más?
No, no, yo estoy en el libro como narrador e investigador, pero no cuento nada de mi vida. A mí lo que me interesa es que el autor, al empezar, se encuentre al mismo nivel que el lector, ya que conoce lo mismo que él, porque es humano y no lo sabe todo. Ambos van a descubrir las cosas al mismo tiempo y a medida que crece la novela van aprendiendo. Como está escrita en tiempo real, el texto cambia y da giros en función de la información que va surgiendo. De forma anecdótica, aparece mi madre y está presente porque lo que dice es importante y aporta información a la narración.

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En cada novela brota el eterno dilema sobre si la forma y el fondo son independientes o están indisolublemente unidas.
A mí me preocupa más la forma, siempre. ‘Bilbao-New York-Bilbao fue un ensayo, modesto eso sí, para plantear una literatura que introdujese las nuevas tecnologías en la novela, por eso está narrada con un flujo de pensamiento fragmentario y cuenta con una estructura de red inspirada en Internet. En ‘La hora de despertarnos juntos’ ocurre exactamente lo mismo. Creo que es importante contar la historia pero no de un modo convencional, sino al estilo contemporáneo como Carrere, Cercas o Siri Hustvedt, que se basan en vidas, documentos o cartas reales para luego hacer ficción. En este caso, Karmele y Txomin eran personajes reales que tenían suficiente fuerza por sí mismos para incluirlos en la novela y los he dejado funcionar tal cual en la historia.

Por tanto, para ti no hay dilema.
Si los lectores me dicen que lo que más les gusta es la forma de mi novela, me parece maravilloso. El escritor no es más que un artesano y crea artefactos que han de captar la atención del lector para que vea la realidad de un modo distinto. Si no le interesa la historia, pero sigue leyendo, magnífico, es el deseo del autor. Como dice Richard Ford, los novelistas siempre escribimos para aprender, por eso no nos repetimos nunca.

Esta novela, aunque trate de una historia de amor, nos brinda la oportunidad de preguntarnos si la ficción histórica puede servir para recuperar esa historia real, que nos han ocultado.
Sí, eso es fundamental, me lo han dicho los propios lectores cuando me han dado las gracias por devolverles un pasado que permanecía olvidado. La mayoría de vascos conocen hasta Gernika, pero de los años cuarenta y cincuenta, época de enorme represión, donde los intelectuales exiliados, no sólo vascos, fueron quienes mantuvieron viva la llama de la cultura, lo ignoran casi todo. Personajes de esta novela como el pintor Antonio de Gezala o Manu Soto habían quedado enterrados en la desmemoria.

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Por lo que has contado antes, en ‘La hora de despertarnos juntos’ la documentación tiene un gran peso específico, como escritor, ¿qué prefiere Kirmen Iturbe: escribir o documentarse?
[Risas]. Buena pregunta. Me encanta documentarme, pero también escribir. Aquí el proceso de documentación ha sido brutal, me he entrevistado con mucha gente de Bilbao, de Barcelona, de Nueva York y también de Caracas. Mucho trabajo, pero ha sido muy bonito porque iba descubriendo aspectos nuevos de la historia. El gozo del escritor acaba cuando el libro se publica y comienzan las presentaciones, las promociones y el contacto con el lector, aspectos de mi profesión que también me gustan, pero el escritor está hecho para escribir.

La publicación de tu libro ha coincidido con el éxito de otra novela, ‘Patria’ de Fernando Aramburu, ambas aportan una visión del mundo vasco desde Euskadi.
Esto que dices es importante y muy positivo. Es verdad que, desde el cese de ETA en su actividad, han aparecido varias novelas, ensayos y alguna obra de teatro, que tratan sobre lo ocurrido en el País Vasco desde el propio País Vasco. Y lo mejor de todo es que la crítica ha señalado que se trata de narraciones complementarias y que los escritores están construyendo un relato compartido. Es necesaria más comunicación, es mejor para todos que se lean estas obras, que aportan una percepción mucho más compleja de todo lo que allí pasó. Estoy seguro de que eso facilitará una mayor comprensión entre todos y favorecerá el encuentro y el entendimiento entre la gente.

Y la última por hoy, una vez finalizado el proceso creativo y entregado el original a la editorial, ¿qué poso te queda de la escritura de la novela?
Me he quedado muy tranquilo, creo que es la novela que quería hacer y he aprendido mucho durante su escritura. Aunque mis padres lucharon contra la dictadura, en esto mi madre se mostró especialmente activa, ha sido ahora al descubrir documentos y trabajarlos, cuando me he dado cuenta de que fueron años muy duros y muy difíciles.

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