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La Incumplida Promesa de la Reforma Agraria

Fernando Lugo no sólo ha mantenido el status quo de la propiedad de la tierra en Paraguay, sino que ha sumido a las reivindicaciones sociales en el marasmo con su inoperancia
Luis Agüero Wagner
lunes, 1 de agosto de 2011, 06:00 h (CET)
Dijo Christian Friedrich Hebbel que una promesa es una letra de cambio que giramos contra nuestro porvenir, y en el caso de las promesas del cura Fernando Lugo, puede decirse sin ambigüedades que los campesinos paraguayos perdieron su futuro en la hipoteca.

Aunque sus propagandistas y adulones no terminen de aceptarlo, lo cierto es que Fernando Lugo no ha llevado adelante un milímetro la prometida reforma agraria en Paraguay. Mas bien, se ha dedicado a disfrutar de su cargo viajando por el mundo en primera clase y a complacer a los oligarcas a los cuales se hipotecó. Quienes confiaron en el fantoche solo encontraron la muerte en las balas asesinas pagadas por la embajada norteamericana que usó contra ellos el falso izquierdista Fernando Lugo.

Es lo que expresa de manera elocuente el PT de Paraguay en un comunicado de “apoyo a la lucha de los carperos”, donde afirma que “Los sucesivos gobiernos colorados y el actual de Lugo/PLRA han alentado, protegido y profundizado esta distribución de tierras. En los últimos 10 años se incentivó el cultivo extensivo en régimen de monocultivo de la soja que ha desplazado a comunidades campesinas y su forma de producción, aumentando la concentración de tierras e incrementando trágicamente la cantidad de campesinos sin tierra”.

Según estas fuentes, “La estructura agraria sostiene injustamente que el 1% de los propietarios concentre el 77% del total de las explotaciones agropecuarias del país. En el otro extremo, el 37% de los minifundiarios, aquellos que tienen superficies menores a 1 hectárea hasta 5 hectáreas, tienen en su poder solo el 1% de las explotaciones agropecuarias.

Por otra parte, según datos oficiales son tierras mal habidas 7 millones 800 mil hectáreas de las 12 millones entregadas en el marco de la reforma agraria entre 1953 al 2003, que representan el 64,1% de las tierras adjudicadas y el 19,3% de la superficie del Paraguay”.

El gobierno de Lugo ha demostrado que es incapaz de poner en práctica una reforma agraria debido sobre todo a sus compromisos con la oligarquía y la prensa ultraderechista que le marca la agenda, aunque algunos fracasados maquilladores de esta realidad palpable pretendan seguir con la farsa del “marxista y bolivariano obispo de los pobres” con argumentos que insultan la inteligencia del respetable público. Es que nadie promete tanto como quien no va a cumplir.

Siguiendo ese lineamiento, el gobierno de Lugo ha sido absolutamente incapaz de recuperar las tierras que en forma ilegal cayeron en manos de personas que nada tienen que ver con la reforma agraria, de recuperar las ex tierras de Antebi que cayeron en manos brasileñas, no ha podido ni siquiera adquirir las tierras de Texeira en el Norte ni recuperar las de Favero en Ñacunday.

El gobierno de Lugo sólo ha perpetuado la condición de parias en su propia tierra de los campesinos paraguayos, que ya nada tienen que envidiar a los palestinos que viven en territorios usurpados manu militari.

Lo mismo podría decirse de otras reivindicaciones con las cuales se llenó la boca durante su campaña electoral: los luguistas, gallardos defensores de la soberanía nacional , acabaron suplicando equipos de espionaje telefónico en la embajada norteamericana, los amigos de Evo Morales terminaron dando refugio a Mario Cossio, los bolivarianos y socialistas del siglo XXI terminaron reclamando represores a Uribe, y todo lo que pretendieron negar terminó siendo enrostrado por los cables auténticos filtrados por Wikileaks.

Decía De la Rochefoucauld que prometemos según nuestras esperanzas, y cumplimos según nuestros temores. Los temores que despiertan en Lugo y sus secuaces los oligarcas y propietarios de medios a los cuales se hipotecó para alcanzar el sillón presidencial de Paraguay son tan grandes, que le impiden cumplir una sola letra de sus promesas.

Las últimas encuestas que muestran un alto rechazo a Lugo no son otra cosa que la traducción del absoluto marasma al cual sumió a las reivindicaciones sociales paraguayas con su inoperancia. No sin atisbo de razón advirtió Jacob Howell que un hecho vale más que un mundo de promesas.

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