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Telefonitis

Los expertos estudian la adicción que muchas personas tienen a sus teléfonos móviles
Gema Acevedo
viernes, 16 de septiembre de 2011, 07:06 h (CET)
Tengo una amiga adicta a esto de las nuevas tecnologías. Controla todas las redes sociales, usa Internet como la que más y está a la última de todas las novedades y aplicaciones que puede instalar en su Smartphone. Cuando quedo con ella, nuestra conversación puede verse interrumpida por tropecientos mensajes en el chat de su móvil, unas diez notificaciones de correo electrónico no leído, o alguna mención en su apreciado muro de Facebook. Alguna que otra regañina se ha llevado por mi parte cuando, harta de sentirme ignorada, he reclamado la atención que me toca como amiga suya que soy. Mi resignación iba en aumento, hasta que un día, puse un móvil de última generación en mi vida.

El flechazo fue casi instantáneo. ¿Cómo había podido vivir sin él hasta entonces? Sus ruiditos me mantienen alerta 24 horas al día, hago fotos, chateo y tuiteo esperando respuesta de los que, como yo, viven pegados a un aparato que, hasta hace bien poco, únicamente llamaba y mandaba mensajes. Me he convertido en la persona anti-social que tanto critiqué para castigo de todos los que me rodean, qué horror.

Pero parece que estos síntomas afectan a mucha gente, sólo hay que pasear por las calles de cualquier ciudad y ver cuántas personas lo llevan entre sus manos como un tesoro, su apreciado y único teroso. Buscar cobertura cuando el móvil no suena, volver a casa de inmediato si olvidamos el aparatito o temblar si la bateria llega a su fin, no es tan normal como muchos pensamos. Todo es síntoma de una clara adicción a la que se dedican ya horas y horas de estudio. Algunos expertos aseguran que los más jóvenes son quienes más la sufren, pero lo bien cierto es que son los cercanos a la treintena quienes presentan los síntomas más evidentes. El teléfono móvil está prácticamente al alcance de todos convirtiéndose en un arma muy peligrosa. Y es que las nuevas tecnologías, entre ellas el móvil, han pasado a formar parte de las denominadas adicciones psicológicas o adicciones sin drogas.

La Asociación Adicciones Digitales y la Consejería de Sanidad de Madrid han dado a conocer recientemente los principales problemas de esta adicción a médicos y expertos para tratar de ponerle freno. Entre sus principales recomendaciones, hacer un buen uso de los teléfonos móviles y reconocer el problema en caso de que exista. Para los especialistas una de las mayores inconvenientes que presentan estas dependencias es la dificultad de detectarlas. No afectan en exceso al bolsillo, y no dañan nuestra salud física, razón por la que el problema puede pasar desapercibido.

Así es que ya lo sabe, si lo primero que hace usted al levantarse en mirar el móvil, si desayuna, come y cena con él en la mesa, o si los nervios pueden con su paciencia a falta de cobertura y batería... Apague su teléfono y entre en el modo off. Yo lo haré con usted. Sinceramente... Creo que todavía estamos a tiempo para evitar que nuestros teléfonos se apoderen de nuestras vidas.

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Hoy quiero invitarlos a reflexionar sobre un asunto que, si bien es evidente, se discute y analiza precariamente desde los medios masivos de comunicación: la pérdida de representatividad popular de la izquierda en occidente. Esta disociación con la realidad del pueblo pone de manifiesto el cambio profundo en las prioridades y estrategias de un espectro político que, históricamente, había sido el portavoz de las clases trabajadoras.

Que la luz nos guíe por los valles por donde a veces Dios Padre Todopoderoso nos permite pasar para asfixiar nuestros egos y vanidades, para que un día merezcamos permanecer en las cumbres celestiales. Así sea, un día seremos la luz que soñamos. ¿Todos saben lo que han vivido entre desafíos y superaciones? Entre ser escuchado o ser ignorado por familiares y amigos, por una sociedad enferma que no puede verse enferma.

Atención a la siguiente frase: “Hay hombres para los que nada está escrito, a no ser que lo escriban ellos”. La frase, que bien podría aplicarse a los que escribimos diariamente columnas de opinión, es una de las que se escribieron para el guion de “Lawrence de Arabia”, esa inmensa, compleja y deslumbrante obra maestra del cine.

 
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