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Feminismo colgado de una sotana

Las feministas paraguayas y su adhesión al machismo con compromiso popular de Fernando Lugo
Luis Agüero Wagner
jueves, 20 de octubre de 2011, 06:55 h (CET)
Una mujer, la Residenta, es una figura mítica del nacionalismo paraguayo que se invoca cuando se quiere exaltar la propia historia. También es el símbolo de la unificación nacional, que al final de una guerra de exterminio conservó las tradiciones que permitieron sobrevivir y mantener unid lo que quedó de la nación.

Se trata de las mujeres que acompañaron al ejército paraguayo desempeñando múltiples tareas, hasta que las fuerzas que defendían el país fueron exterminadas en 1870, corolario de una guerra desatada contra el Paraguay por una coalición entre Argentina, Brasil y Uruguay que actuaron entonces en favor de intereses extranjeros a la región, fundamentalmente británicos.

Ellas fueron las granjeras que labraron la tierra con sus manos para abastecer las trincheras, enfermeras que curaron las heridas de los combatientes, soportando la agonía de los moribundos y el horror del degüello sin piedad, y hasta se convirtieron en soldados cuando fue necesario empuñar las armas, cayendo en el frente de batalla como si fueran oficiales del ejército nacional.

También fueron esas mujeres las que en el periodo inmediato posterior al desarrollo bélico, asumieron la cabeza de sus hogares, y pasaron a constituirse en lo único que quedó en el país de poder y autoridad.

Quedaron en esas posiciones por ser viudas, con niños a criar, y con la enorme responsabilidad de hacer resucitar a una nación moral y materialmente devastada. El episodio histórico de las Residentas es apenas una ratificación de que el Paraguay es un país que debe su misma existencia a las mujeres, aunque como en tantos otros parajes, rara vez le sean reconocidos sus méritos.

Ya en el año 1907 la abogada y feminista paraguaya Serafina Dávalos decía "La idea de ver a la mujer ejecutando actos de ciudadanía es lo que más resistencia ha encontrado siempre entre los impugnadores de los derechos feministas... votar una mujer por tal o cual candidato al Congreso, por ejemplo, es el acabóse, como si se tratase de algo muy superior y misterioso que sólo el alma del varón puede percibir...".

Ello se pudo de manifiesto en abril del 2008, cuando por primera vez una mujer tuvo posibilidades serias de convertirse en presidenta, en aquel caso la candidata Blanca Ovelar.

Todas las organizaciones feministas apoyaron a un cura, hoy verdadero ícono del machismo con compromiso popular, nuestro inefable héroe Fernando Lugo.

Ferminismo Subsidiado
Los mismos grupos sociales retardatarios disfrazados de progresistas que soltaron en 2008 los fantasmas de la misoginia a la arena política, pretenden enarbolar las banderas de la militancia feminista para impulsar una candidatura femenina. La razón de la postura en aquellas elecciones se encontraba en las abultadas cifras que les proveía la embajada norteamericana para apuntalar a su candidato, el falso teólogo de la liberación de quien hoy ni siquiera Leonardo Boff se hace cargo.

Entre estas supuestas organizaciones civiles se encuentran las feministas de convicciones subsidiadas por USAID como las Mujeres Políticas en Red, Parlamento Mujer, Red de Mujeres Políticas, Red de Mujeres Munícipes del Paraguay (RMMP), Coordinadora Interpartidaria de Mujeres del Paraguay (CIMPAR),), Mujeres Políticas por la Democracia y el Desarrollo (MUPODER), Conamuri y otros grupos, a quienes no les interesó aglutinarse en torno a un personaje surgido en las carpas de sus archienemigos católicos si ello implicaba anotarse en las ventanillas de cobro habilitadas por el imperio.

Es decir, las feministas paraguayas se agazapan hoy nada más y nada menos que detrás de un personaje surgido en las carpas de una institución que por intermedio de su Sagrada Congregación de la Romana y Universal Inquisición, envió a decenas de miles de mujeres a la hoguera tras sumarísimos juicios en uno de los mejor documentados feminicidios masivos.

Y no solo eso, Lugo personalmente se ha convertido en un verdadero emblema de la misoginia con sus actitudes y su vergonzosa historia personal.

De acuerdo con un artículo de la periodista Gloria Rolón, titulado “Deuda bicentenaria de Género”, ninguna mujer que acompaña o “sigue” al gobierno de Fernando Lugo puede “esgrimir el tema de género como bandera principal en su campaña política”, dado que su líder “encarna precisamente todo contra lo que quienes dicen defender la igualdad de género, deben luchar”. Ellas, con su silencio y acompañando a un presidente como Fernando Lugo lo han legitimado.

“Los casos de Benigna Leguizamón, Viviana Carrillo y Hortensia Morán son los más claros ejemplos de abuso y sometimiento de género. Esas ministras lo saben pero prefirieron callar. Lamentable y condenable decisión” redondeaba Rolón.

Evidentemente, este contradictorio comportamiento de nuestras “feministas” solo constituye una señal de los tiempos que discurren, entre amoríos de sotana y feminismo subsidiado.

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