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Joël Dicker es un escritor suizo (Ginebra, 1985) en lengua francófona, que en su breve trayectoria literaria ha sido galardonado con importantes reconocimientos internacionales. Su primera novela, ‘Los últimos días de nuestros padres’, basada en la desconocida historia de una unidad de inteligencia británica, encargada de entrenar a la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial, alcanzó el Premio de los Escritores Ginebrinos. Su segunda entrega, ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’, calificada por la crítica como una mezcla entre Larsson, Nabokov y Philip Roth, fue galardonada con el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, así como con el Premio Lire a la mejor novela en lengua francesa. Su tercera y última publicación hasta el momento, ‘El libro de los Baltimore’, comparte protagonista, Marcus Goldman, con su anterior obra, de la que se considera una segunda parte.
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Seis millones de ejemplares vendidos de sus novelas traducidas a cuarenta idiomas. A los diez años ya escribía en una revista, La Gazette des Animaux, fundada por él mismo, y el éxito le sorprendió a los veintisiete, tras publicar ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’, todo un bombazo literario y editorial a escala mundial. En tres pinceladas, muy breves, ésta es la trayectoria del escritor suizo Joël Dicker, quien acudió a la cita anual de Valencia Negra por primera vez. Dicker, durante la rueda de prensa, dejó claro que no es partidario de las etiquetas en literatura, porque «es bueno derribar los muros que separan los géneros», al tiempo que se definía como un apasionado lector de los clásicos franceses y, sobre todo, de los rusos, de quienes destaca su descripción de los colores, ambientes y aromas, sin olvidar a los norteamericanos «porque he vivido mucho tiempo allí y conozco su literatura, que te conecta directamente con la tierra». No todos los días tiene un entrevistador a un autor tan prometedor a su disposición durante unos minutos, así que, con la ayuda de la traductora Beatriz Descalzo, comenzamos nuestra charla en la sala de presentaciones de la Fnac de Sant Agustí de València.
Bienvenido a València.
Gracias.
¿Qué significa para Joël Dicker escribir?
La escritura es muy importante para mí, algo primordial. Yo pasé de ser alguien, que escribía sin saber si tendría éxito o no, a convertirme en un autor con éxito, un profesional que se ha visto obligado a cambiar su fórmula de entender la escritura porque ahora es mi oficio. Cada día me levanto y me siento a la mesa para escribir, porque es lo que quiero hacer, sin embargo, ya no es una actividad espontánea, sino más trabajada, ya que he tenido que eliminar algunos automatismos.
Durante un tiempo envió sus obras a las editoriales sin obtener el resultado apetecido, ¿cómo se superan esos primeros rechazos?
Hay que establecer una diferencia entre el libro que tiene éxito y el que no lo tiene. El éxito ha posibilitado que yo esté aquí en Valencia en este momento, algo que no me habría permitido el fracaso. El éxito es fantástico, nos gusta a todos, y cuando tú escribes no sabes lo que sucederá con lo que llevas entre manos. Sin embargo el placer de escribir, con publicación o sin ella, siempre es igual. Detrás de cada novela hay mucho trabajo, muchas horas invertidas en la escritura.
¿Existe existe un antes y un después de ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’ en su carrera?
Esta es una respuesta muy complicada porque en realidad nada ha cambiado para mí, ya que mi vida como escritor sigue igual. Utilizando un poco la demagogia, podría decir que efectivamente el éxito de esa novela lo ha cambiado todo, algo evidente por otro lado y que resulta difícil de negar, pero lo único que ha conseguido es variar mi rutina, no mi forma de ser hacia los demás.
En su siguiente novela, ‘El libro de los Baltimore’, volvió a utilizar a Marcus Goldman, protagonista de ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’, ¿para un escritor recuperar una voz “dormida” resulta difícil?
No, no hizo falta recuperarla porque empecé a escribir ‘El libro de los Baltimore’ inmediatamente después de concluir ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’, antes incluso de que se pusiera a la venta la novela. Por lo tanto, mi proceso de escritura no se ha interrumpido entre ambos libros y cuando me alcanzó el éxito ya estaba en pleno trabajo con los Baltimore.
Joël Dicker es un escritor europeo y, sin embargo, ambas novelas están ubicadas en Estados Unidos, ¿por qué utiliza este escenario?
Si no dispongo de un escenario que domino, no puedo escribir. Ambienté las novelas en Estados Unidos para ver cómo funcionaba como territorio literario, ya que conozco este país lo suficiente como para hablar sobre él. Así me di cuenta de que las descripciones fluían bien y podía establecer interacciones con los lectores. Cuando estas cosas me ocurren, me comporto como un niño con un juguete nuevo y disfruto mucho escribiendo, pero soy un escritor muy joven aún y voy a la palpa, por lo que ignoro qué ocurrirá en el futuro. Todavía no tengo claro qué quiero hacer y qué no.
Hemos hablado del escenario, pero no del escritor, ¿dónde se oculta Joël Dicker en sus novelas?
Mis primeras novelas contienen bastante material autobiográfico y esta situación se mantuvo hasta que me di cuenta de que aquello no me interesaba. Yo quería hacer ficción, escribir literatura de ficción, moverme dentro de una especie, digamos, de género de aventuras en un sentido muy amplio del término, en el que lo importante no es tanto el final del libro como mantener la intensidad a lo largo de toda la narración. La realidad me limita, porque sólo me deja estar aquí y ahora, frente a usted. Descubrir un personaje totalmente libre como Marcus, que me permitía hacer la literatura que a mí me gusta, fue un descubrimiento muy importante para mí, pero que quede claro que yo no soy él.
A la hora de narrar sus novelas utiliza la primera persona.
La verdad es que no sé si vale la pena buscar una explicación a esto. No hice pruebas entre la primera o la tercera personas, directamente comencé a escribir en primera, porque me resultaba una voz más próxima, más cercana y, sobre todo, porque le otorgaba mucha mayor credibilidad a las historias.
Como escritor, ¿se deja llevar por la improvisación o trabaja sobre plano?
Establezco un plano detallado, pero no es un esquema rígido sino maleable, que se adapta a medida que voy escribiendo la novela. Las ideas que me surgen durante el proceso creador las reajusto y las encajo en ese guión inicial.
¿Cuida mucho la forma o le interesa más el fondo?
Ambas cosas son importantes. Una historia genial mal contada no sirve para nada y, al contrario, si lo que cuentas muy bien, porque eres un buen escritor, carece de un contenido interesante, atrayente, que valga la pena, tampoco sirve para nada.
¿Las historias que escribe le llegan o las busca?
Eso es algo muy difícil de saber, porque las historias surgen desde sitios muy dispares. En mí se produce un proceso químico, una amalgama, entre lo que veo, lo que oigo, mis sentimientos, el teatro, el cine, los libros que leo y las ideas que confluyen en la novela que voy a escribir.
¿Está satisfecho con la traducción al castellano de sus libros?
Me han traducido mis novelas a más de cuarenta idiomas y es difícil saber cómo quedan estas versiones, porque yo sólo hablo inglés, alemán y francés. De la traducción al español me siento contento, ya que he observado en los lectores de aquí las mismas reacciones que entre el público francés. En Sudamérica ha sido distinto, porque algunas palabras no entran dentro de mi vocabulario y el resultado no ha sido exactamente igual.
Los festivales de novela policiaca, como València Negra donde nos encontramos, le acercan a sus lectores, ¿le interesan este tipo de eventos?
Que me hayan invitado a venir a València Negra es un honor para mí, ya que eso significa que los lectores españoles han honrado mi obra. De hecho, si no me interesara o no me gustara, no me habría subido al avión esta misma mañana y no estaría aquí. Me resulta muy interesante ver el efecto que produce lo que escribo en los lectores de distintos lugares. Y también me gusta discutir con ellos y recibir sus opiniones, porque eso me permite modificar, quitar o añadir cosas en mis escritos.
La última por hoy: ¿puede adelantar algo sobre lo que está escribiendo ahora mismo?
No, no, nunca anticipo nada sobre lo que estoy escribiendo, porque si hablo de ello me siento condicionado en mi trabajo. Soy un poco supersticioso en este sentido, tengo miedo de que se vaya al traste todo lo que llevo hecho y que no pueda llegar al final.
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