En una de sus geniales reflexiones propias de un “doctor de la Iglesia”, Tomás de Aquino afirmó que "El padre debe ser más amado que la madre, pues él es el principio activo de la procreación, mientras que la madre es tan solo el principio pasivo". Si bien tal alarde de machismo doctoral y teológico tiene la atenuante de haberse originado en la mente de un teólogo del oscuro siglo XIII, a más de setecientos años podría decirse que el esquema mental de los de su cofradía no ha variado mucho, excepto cuando se trata del doble discurso.
No sin motivos una secta de mujeres contemporánea a Tomás de Aquino, las beguines, sostenían que el Papa Juan XXII y la Iglesia estaban más allá de toda posible redención. En una muestra de lo mucho que respetaba el disenso, los piadosos seguidores de Jesucristo que predicaban el amor al prójimo la quemaron en la hoguera por herejía, en el París de 1310.
Un heredero de tal hipocresía, el cura presidente Fernando Lugo, asistió sin rubor la semana que pasó al lanzamiento de un plan de su gobierno para “luchar” por los derechos de las mujeres paraguayas como Benigna Leguizamón u Hortensia Morán.
Sin ruborizarse, Lugo, manifestó que no sabe si encontraría en el país una mujer que alguna vez en su vida no haya sido víctima de violencia física, sexual o sicológica. Podría perfectamente referirse en su alocución a todas las menores indigentes del obispado de San Pedro que pasaron por su sacristía, incluyendo a su ex limpiadora Benigna Leguizamón, o a la criadita que le servía en una de sus paradas durante sus giras pastorales.
“Queremos explicar y decir que el mundo es violento, pero simplemente eso es querer justificar. Creo que estamos avanzando, posiblemente este servicio que hoy instalamos aquí no va a solucionar el problema pero creo y estoy convencido de que por lo menos se van a dar a conocer las situaciones de las que son víctimas, mujeres, jóvenes y niñas” dijo sin que se le caiga la cara de vergüenza el cura de los hijos no reconocidos, que abandonó como zapatos a su descendencia por toda la geografia del Paraguay.
Como una edecán de la misoginia arzobispal, acompañó a Lugo la ministra feminista al servicio de un cura católico misógino y polígamo Gloria Rubin, célebre por haber organizado un escándalo anti-sandinista contra Daniel Ortega por presuntas faltas que luego su jefe de sotana superaría por varios cuerpos.
La ministra Rubín, otra digna exponente del escandaloso gobierno arzobispal, cerró su discurso tomando palabras del poeta Mario Benedetti: “pueden contar no una, ni dos ni diez veces. Ustedes saben que pueden contar conmigo!. Es el mensaje a todas y cada una de las mujeres del Paraguay”. Obviamente, de ese mensaje debería excluir a Benigna Leguizamón, Hortensia Morán y un ejército anónimo de mujeres que decidió mantenerse en la penumbra y sacrificar los derechos de sus hijos y los propios ante el altar del poder.
La encuesta
A pesar del optimismo de Lugo a la hora de dar la cara en actos feministas mientras en los tribunales siguen su curso demandas por paternidad irresponsable en su contra, la percepción ciudadana traducida en sondeos de opinión evidenció otra cosa.
El 80 por ciento de los encuestados por uno de los medios más condescendientes con el gobierno arzobispal, opinaron la semana pasada que Fernando Lugo no respeta los derechos de las mujeres.
El resultado no podía ser otro si se considera que Fernando Lugo tiene encima varias demandas por paternidad irresponsable, las cuales trascendieron internacionalmente dejando seriamente dañada su imagen ante la opinión pública mundial. Hace pocas semanas, un ministro de la corte se inhibió por el caso Hortensia Morán reconociendo amistad con el cura presidente.
La justicia puso en duda en abril unas pruebas de ADN realizadas a Lugo, debido a que no cuentan con los respaldos correspondientes en materia de documentos, además de haber sido realizadas sin garantías tales como una cadena de custodia de las muestras.
Paralelamente, el abogado que defiende a Lugo de Hortensia, Marcos Fariña, ganó grandes espacios en los medios por su inusitado enriquecimiento logrado a través de la “noble causa” del continuado pisoteo de los derechos de niños y mujeres de todo el Paraguay.
Ya lo advertía la habitante de una historieta muy parecida a la historia, nadie puede amasar fortuna sin antes hacer harina a los demás.
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