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Kramer contra Kramer: destruidos desde dentro

Clemente Ferrer
Vicente Serrano
viernes, 16 de diciembre de 2011, 15:09 h (CET)

 “Los tutores legales pueden interponer una demanda de divorcio en nombre de la persona incapacitada a la que representan”. 

Así lo ha declarado la Sala Civil del Tribunal Supremo en una sentencia que precisa que los tutores podrán invadir “la esfera jurídica del incapaz”. La sentencia da la razón a los padres de una mujer que, como consecuencia de un grave accidente de tráfico, quedó tetrapléjica y en coma vegetativo. El marido apenas la visitaba en el hospital.

El matrimonio no es simplemente una unión afectiva privada. Es un bien social. No es para todas las personas. Pero en los matrimonios sanos, niños, mujeres y hombres, son más felices que los divorciados.

Esto se debe a que el matrimonio favorece las buenas relaciones entre padres e hijos. Al llegar a adultos, los hijos disfrutan de mayor unión con sus padres que los hijos de los de los matrimonios rotos por el divorcio. En Estados Unidos, el 30% de los jóvenes de padres divorciados tiene malas relaciones con su madre, frente al 16% de los hijos cuyos padres siguen casados. Y en la relación con el padre, el 65% tiene malas relaciones si está divorciado; pero si siguen casados, la proporción baja al 29%.

Los niños de padres divorciados los ven con menor frecuencia y sus relaciones son menos cordiales que las existentes entre hijos y padres cuando estos están casados y mantienen el vínculo matrimonial.

Por último, el matrimonio es también un seguro contra la pobreza de madres e hijos. El divorcio hace que queden más desprotegidos económicamente. Los cambios en la estructura familiar son la causa de que las personas caigan en la pobreza. Lo que más eleva la pobreza infantil es el aumento de familias monoparentales. Cuando el matrimonio se rompe, es más probable que los hijos sufran pobreza grave y persistente. Entre una quinta y una tercera parte de las mujeres que se divorcian caen en la pobreza tras la ruptura.

“El estado de los casados es un estado noble y santo y muy preciado por Dios”, afirmó Fray Luis de León.

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Se ha puesto de moda en muchos medios hablar de la gente de dinero casi como iconos sociales. Lo que es natural en la sociedad de mercado de masas. A la mayoría de esta clase social se les llama ricos, y su función es la de lucirse ante el auditorio para resaltar su persona, reafirmando en algunos el componente narcisista y hedonista para adornar su ego, animándose así a cumplir con la riqueza, mientras puedan.

Transitamos jornadas de absurdo y desasosiego, camino del corazón del invierno en un contexto político y social que no se sospechaba. Se advierte, “in crescendo”, el retroceso del raciocinio y de la lógica, más allá de los cuales solo anidan la nada y el vacío. Sin entrar en consideraciones filosóficas, y ciñéndonos al román paladino, se percibe una creciente sensación de absurdo, considerado por Albert Camus como integrante fundamental de nuestra condición humana.

Muchas son las circunstancias que nos zarandean a diario, compiten con tantos o más impulsos surgidos desde los adentros íntimos de cada persona; en ambos supuestos, el descontrol predomina con la consiguiente intranquilidad. Nos abruma el desconocimiento de los factores condicionantes, con el resultado crudo de la incertidumbre como fondo permanente.

 
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