El famoso periodista alemán
de origen judío Kurt Tucholsky advirtió alguna vez que el periodismo es el
tejido de mentiras más complejo que jamás se haya inventado, algo que tiende a
confirmarse cuando se analizan las versiones difundidas por los medios
hegemónicos sobre el cura presidente de Paraguay, Fernando Lugo.
Desde un principio, todos
los actos de este personaje de la farándula internacional estuvieron destinados
a complacer a los sectores de la prensa hegemónica que con sus mentiras lo
llevó al poder. Apenas se acomodaba en
el cargo, nombró ministra de la mujer a Gloria Rubin, intentando ganarse el
favor de una de las roscas mafiosas que controla los medios paraguayos, la que
encabeza el ex animador de los cumpleaños de Stroessner, Humberto Rubin. El costo de tal decisión fue que el
presidente de Nicaragua Daniel Ortega no pudo asistir a su toma de posesión,
dado que fiel al National Endowment for Democracy que le solventa desde hace
décadas, Rubin organizó un escándalo para frustrar la presencia del histórico
líder sandinista en Paraguay.
La excusa para tal exabrupto
fueron supuestas inconductas de Ortega en su vida sexual del pasado, pero más
tarde se sabría que poco o nada le importaba a la ministra de marras integrar
el gabinete de un cura católico que abusaba de menores indigentes en la zona de
su obispado, durante sus años locos de cura.
Buscando el favor de la
prensa hegemónica, Lugo no ha hecho más que claudicar ante las líneas
editoriales de Aldo Zucolillo y el diario ABC color, granjeándose el apoyo que
el medio intenta disimular disparando esporádicamente balas de salva.
Decía Theodore Roosevelt que
un periodista de investigación es a menudo indispensable para el bienestar de
la sociedad, pero sólo si sabe cuando dejar de investigar. Es el caso de los
periodistas paraguayos que cubrieron los casos por paternidad irresponsable del
cura presidente Fernando Lugo, quienes luego intentaron montar un operativo de
prensa para demonizar a algunas de las denunciantes como Benigna Leguizamón y
Hortensia Morán.
Hasta ahora nadie investigó
las faltas y mentiras más graves de su gobierno, como el incumplimiento de sus
promesas de reforma agraria,
reivindicación de minorías, indígenas, o respeto irrestricto a las
libertades políticas y derechos humanos.
Tampoco nadie se ocupó de preguntarse cómo un supuesto marxista y
bolivariano obispo de los pobres puede ser enfrentado por una guerrilla del
mismo signo político, o porqué Leonardo Boff rehusó hacerse cargo de la
supuesta filiación luguista con la teología de la liberación ante un
requerimiento de Tácito Loureiro. Hasta un diario boliviano hizo notar en una
oportunidad, en el caso del refugio a Mario Cossío, que Lugo hacia
declaraciones de acuerdo al cliente, dado que decía una cosa a CNN y otra a
Telesur. Actitudes impropias de los
tiempos que vivimos, donde las noticias dan una vuelta al mundo en tiempo real.
Nadie indagó porqué Lugo, a
pesar de ser un marxista y chavista recalcitrante como lo presentan sus socios
de los medios hegemónicos, no ha movido
un dedo para desmontar la injerencia norteamericana en Paraguay a través del
Plan Umbral, sino que ha suscripto todos los acuerdos para profundizarla.
O porqué Lugo ha rechazado
el ingreso de Venezuela al Mercosur, negándose a allanarse a la iniciativa de
los demás miembros del bloque durante la última Cumbre en Uruguay.
Resulta curioso que la misma
prensa que insiste en presentar a Fernando Lugo como integrante de la
constelación bolivariana, no repare en que su gobierno ha tomado un camino con
dirección y sentido contrarios al de los demás de ese grupo.
Ya lo advirtió Oscar Wilde: Hay mucho que
decir a favor del periodismo moderno. Al darnos las opiniones de los
ignorantes, nos mantiene en contacto con la ignorancia de la comunidad.
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