“Algún día los accidentes serán cosa del pasado. Lo que queremos es que llegues”. Esto procla-ma la actual campaña de la Dirección General de Tráfico, para finalizar diciendo que gran parte de los accidentes de tráfico se deben a que no sabemos “convivir ni respetar la vida”. ¡Qué pena que nuestros gobernantes –ex-gobernantes en la actualidad los que promovieron esta campaña- no tengan la misma ‘sensibilidad’ para la cuestión del aborto que, por cierto, ocasiona 76 veces más muertes de seres humanos al año (1.479 frente a más de 113.000). Las muertes por aborto, que además ocasionan siempre 2 víctimas: la madre y su hijo eliminado, no son accidentales sino buscadas, y transformadas en negocio suculento por comerciantes del dolor ajeno que no hacen ascos a llenar sus cuentas con dinero de sangre.
Algún día los abortos serán cosa del pasado, como hoy lo es, casi en todo el mundo, la esclavitud o las cámaras de gas. El mundo sentirá entonces la misma vergüenza que sentimos ahora por la mentalidad esclavista y nuestros nietos, o mejor aún si son nuestros hijos pues implicará que el final ha llegado mucho antes, nos preguntarán: ¿y tú que hiciste para acabar con el aborto?
“Mucho más temprano que tarde” conseguiremos acabar con el aborto, y entonces “se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor”.(les suenan estas palabras, ¿verdad?): en efecto, cuando nos libremos del aborto habremos construido una sociedad mejor, verdaderamente humana, y esto sólo podrá ser fruto del trabajo de hombres verdaderamente libres e independientes, capaces de dejarse guiar por la razón y la ciencia por encima de consignas ideológicas. Seguro que conseguiremos superar este “momento gris y amargo”, que dura ya demasiadas décadas. Obviamente no me refiero sólo a la práctica del abor-to, pues siempre lo ha habido por desgracia, sino a la vergüenza de convertir en legal la muerte de un inocente y, lo que es aún más indecente, de convertirla en negocio, de lucrarse con el dolor ajeno. ¡Qué triste que no haya también campañas de famosos y de médicos para acabar con este dolor, con esta tragedia!
Algún día los abortos serán cosa del pasado. Lo que queremos es que vivan. Queremos que viva el hijo y pueda llegar a nacer y queremos que viva la madre, que no se vea obligada a abortar, y a enterrar su corazón en vida. Queremos que la sociedad, igual que ha hecho con los accidentes de tráfico y con tantas otras causas urgentes e importantes, se conciencie de que no hay derecho a quitar la vida a un ser humano inocente e indefenso y que vale la pena dedicar todos los esfuer-zos posibles, materiales y personales, para ayudar a la mujer embarazada en dificultades a llevar su embarazo a término: ¿puede haber causa más humana que la defensa de la vida? Todos pode-mos, y debemos, hacer algo. Como dice el Talmud de Jerusalem (4, 22): “quien salva una vida es como si salvara a la Humanidad entera”.
Los gobiernos de la etapa que acabamos de superar se han caracterizado, entre otras cosas, por su mendacidad, su hipocresía y sus distintas varas de medir en función de intereses y prejuicios ideológicos. ¡Amarga ironía que los que han abierto la puerta al aborto libre en España hablen ahora de “respetar la vida”! Queremos que se respete la vida, toda la vida y la vida de todos, y eso excluye tanto la pena de muerte, como la violencia machista, la eutanasia, el terrorismo, la tortura y el aborto.
Queremos gritar un gran sí a la vida, sí a la maternidad, si a la ayuda a la mujer en dificultades. Se lo dijimos a Zapatero, con millones de personas en las calles, y se lo vamos a decir a Rajoy. No puede el Partido Popular alegar ignorancia después del brillante recurso que interpuso ante el Tribunal Constitucional y del magnífico trabajo que sus diputados, de manera especial la actual Vicepresidenta del Gobierno con un excelente voto particular, realizaron en la Subcomisión Par-lamentaria que creó el anterior Gobierno para justificar su terrible proyecto.
Señor Rajoy: millones de ciudadanos le urgimos a que derogue la actual regulación del aborto. Queremos trabajar para que en España no haya ni un solo aborto, que es siempre un fracaso so-cial y personal. Hay que ayudar a las madres en dificultades. Queremos que vivan ellas y sus hijos. Tenemos el deber de ayudarlas. Más de cien mil vidas humanas cada año dependen de las decisiones que su Gobierno adopte. Es una gran responsabilidad, ciertamente, pero no creo que haya tarea más hermosa para un gobernante que proteger la vida, todas las vidas. Hay mucho que hacer en economía, pero ¿de qué servirá lograr mantener el estado del bienestar si no somos ca-paces de defender la vida de los más inocentes e indefensos? El aborto será, seguro, cosa del pasado, pero de ustedes depende que sea ahora, salvando miles de vidas, o dentro de unos años, dejando crecer el dolor y la muerte.
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