Decía Diderot que del fanatismo a la barbaria hay solo un paso, y la mayoría de los seguidores del cura Fernando Lugo parecen haberlo dado hace bastante tiempo.
Un connotado referente del gobierno arzobispal, el ministro de Educación Victor Ríos, señaló sin embargo hace unos días que la vuelta al poder de los colorados representaría el regreso de la barbarie al Paraguay. Sin embargo, es absurdo aplicar el concepto de barbarie a uno mismo o a lo que se conoce bien.
Basta hacer un recuento de algunos sugestivos hechos acaecidos durante el gobierno del cual este ministro forma parte, para advertir que la barbarie jamás abandonó al Paraguay, sobre todo la del crimen organizado que ganó en mayor impunidad.
Jefe de Inteligencia de la Fuerza Aerea
Uno de los primeros escándalos del gobierno arzobispal se desató cuando se descubrió que Fernando Lugo había designado jefe de inteligencia de la Fuerza Aérea a un coronel que había sido arrestado y enjuiciado, siendo condenado a cuatro años de cárcel, por tráfico de cigarrillos y –presumiblemente- drogas, en Argentina.
Cuando el favorito a ganar las elecciones del 2013, el empresario Horacio Cartes, se posicionó como el más fuerte candidato a la presidencia, Lugo decidió volver sobre sus actos y dio de baja deshonroso a Benítez Liseras, en prevención de cualquier refriega por la cara. Luego de dos años después del escándalo, la prensa vinculada al gobierno luguista informó que “por medio del decreto Nº 5712 de fecha 28 de diciembre de 2010, el poder ejecutivo dispone dar la baja deshonrosa al Coronel DEM Lorenzo Antonio Benítez Liseras, el mismo fue arrestado en la Argentina pilotando una aeronave en la que transportaba cigarrillos de contrabando”
Jefe de la Policía y del Narcotráfico
Otro hecho llamativo con relación a la impunidad para narcos sacudió a la sociedad paraguaya en el año 2009, e involucró a un hombre de confianza del arzobispado, incluso familiarmente ligado al cura Fernando Lugo.
A mediados de agosto del año 2009, una explosión sacudió la vivienda del comisario de la policía paraguaya Edgar Salcedo, y a causa del estallido fallecieron sus hijas Larisa Magalí (16) y Gianina (19). La madre de ambas jóvenes, Norma Pastor de Salcedo, fue llevada al Hospital del Quemado, donde tras permanecer en la sala de terapia intensiva algunas horas, también falleció.
Una opinión versada en el tema advirtió que para la explosión pudo utilizarse peróxido de acetona (TATP, por sus siglas en inglés) un explosivo muy utilizado por narcos y suicidas en Medio Oriente, conocido también con el nombre de Mother of Satan (Madre de Satán) debido a su alto poder destructivo, y por no dejar rastros visibles. La acetona es un producto que los narcotraficantes manipulan con frecuencia, y un episodio vinculado al tráfico de drogas había sido el preludio de la tragedia.
El comisario Salcedo y su hermano, el también comisario Ramón Salcedo, participaron activamente en la detección y el decomiso de un cargamento de cocaína proveniente de Bolivia, en el Chaco, en los días previos.
La operación se realizó al margen de la Secretaría Nacional Antidrogas, cuyos puestos de vigilancia sospechosamente no detectaron un camión que transportaba un voluminoso cargamento de más de 200 kilos de cocaína.
Aparentemente, el comisario Édgar Salcedo tuvo participación en la denuncia del cargamento, dado que su presencia en el operativo no correspondía por motivos jurisdiccionales, y su destino natural era Pedro Juan Caballero, distrito de Paraguay siempre vinculado con el narcotráfico. Sí era el área de jurisdicción de su hermano Ramón, asentado en el Chaco.
La historia creció en dramatismo cuando la abogada Teresa Escobar denunció amenazas telefónicas el sábado, ante una comisaría de su localidad, según informaron los medios esta semana. La denunciante era la esposa de Ramón Salcedo, hermano de Edgar Salcedo y también policía.
Según la denuncia, un hombre que se identificó "como un comisario fuera de servicio", le indicó que habían decomisado una carga que no debían (10 kilos de cocaína en el Chaco), y que lo pagarían con sus vidas, de acuerdo a la versión fiscal.
Posteriormente trascendió que la amenaza provino del mismo hermano del comandante de la Policía Nacional, Viviano Machado, Vidal Machado. Para mayor escándalo, la llamada fue realizada desde una línea perteneciente al mismo comandante de la policía, un hombre considerado como ficha política del actual gobierno encabezado por el clérigo-presidente Fernando Lugo.
De acuerdo a la denuncia, el hermano del comandante llamó desde el celular corporativo de la Policía Nacional, destinado al comandante, para recriminar a Salcedo que su personal estaba negociando con un cargamento de cocaína incautado. Viviano Machado confirmó posteriormente que su hermano, Vidal Machado, fue el que realizó la llamada al comisario Salcedo, aunque negó las amenazas.
La policía ignoró todas las denuncias, algo comprensible en Paraguay cuando afecta al hermano de un alto jefe uniformado, y hombre de confianza del actual gobierno. El resultado fue una tragedia que costó la vida a las dos hijas y la esposa del comisario. Demás está decir que los hechos nunca fueron aclarados, y que estos horrendos crímenes siguen impunes.
Una fuga a lo Chapo Guzmán
En mayo del año 2011, una fuga a lo Chapo Guzmán ganó las primeras planas de los periódicos paraguayos. El escape se produjo en un penal bajo responsabilidad de un partidario del cura Fernando Lugo, el liberal Catalino Díaz, cuya complicidad con los fugados fue muy difícil disimular. Una conocida banda de narcos brasileños que guardaba reclusión en el penal de Pedro Juan Caballero, ganó así las calles. Tres prostitutas brasileñas que se encontraban en el pabellón fuera del horario de visita, quedaron detenidas tras estos hechos. Fuertes versiones implicaban también a las autoridades del penal y de la zona.
La impunidad para organizar una fiesta con prostitutas como despedida de la cárcel, con anuencias de la autoridad, sólo es comparable a la fuga del Chapo Guzmán del penal de Puente Grande, seguida de una fiesta en su rancho de Badiraguato.
En el Paraguay, donde se aplaude al corrupto impune, con estos hechos solo se confirma la sentencia de Emil Michel Cioran de que el crimen en plena gloria consolida la autoridad por el miedo sagrado que inspira.
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