Si existe un paradigma de inoperancia en el Paraguay, es el ministerio de la mujer que encabeza Gloria Rubin. Nunca un ministerio hizo un ridículo más grande, ni cometió omisiones tan notorias.
Apenas se inauguraba la gestión del gobierno luguista, Gloria Rubin ganó notoriedad organizando actos de repudio al líder sandinista Daniel Ortega, quien debía asistir a la toma de posesión de su supuesto “compañero” Lugo.
La coartada para las protestas anti-sandinistas eran las nebulosas denuncias de su hijastra Zoilamérica, quien acusaba al presidente nicaragüense de haber abusado de ella muchos años atrás.
La excusa que demostró ser una vulgar muestra de hipocresía cuando la misma ministra Rubin se mostró indiferente ante la problemática de las mujeres de las que Lugo había abusado aprovechándose de su posición social preponderante, en sus tiempos de ministro de la Iglesia Católica.
De esta manera, las paraguayas pudieron constatar bien temprano con qué clase de bueyes estaban arando.
Incautación de libros
El gobierno luguista no ha dado muestras desde entonces de tener remordimientos respecto a los vejámenes sufridos por la mujer paraguaya. En ese contexto, la abogada Daisy Irala denunció este fin de semana en su cuenta de Facebook:
“Denuncio públicamente que el gobierno de Fernando Lugo a través de la Policía Nacional en el dia de ayer 03 de febrero ha procedido a la incautación de libros de contenido marxista, así como diccionarios, el hecho se produjo en la Agrupación especializada de la Policía Nacional....los materiales de lectura incautados eran para el preso politico Alcides Oviedo".
Bajo este comentario, el doctor Pedro Flores consigna:
“Yo soy el médico forense Dr. Pedro Flores, que examinó los cadáveres asesinados extrajudicialmente, lo puedo demostrar en cualquier tribunal del Planeta, fueron asesinados por Fernando Lugo y sus esbirros”. Dos perlas que nos ayudan a conocer en que país estamos viviendo los paraguayos.
Oscurantismo en la guardería
La persecución inmisericorde contra Hortensia Morán sigue sin solución, como lo demuestran hechos acaecidos a altas horas de la noche, el jueves de la semana pasada. Ya caída dela noche, un camión embistió contra su guardería causando serios destrozos y dejando a oscuras el local.
“Amis, con mucho dolor debo decirles que volvieron a atentar contra mi guardería hace apenas minutos, un camión enorme pasó y me atropelló el poste que baja el suministro eléctrico y me dejó a oscuras, ayúdenme a difundir este nuevo ataque que sufro por fa!!…” señalaba entonces en su cuenta de Facebook la madre de un hijo no reconocido por el cura presidente, Fernando Lugo.
Evidentemente, el Paraguay ha vuelto a la era del oscurantismo, bajo la batuta del cura Fernando Lugo, incapaz de parar la mano a sus esbirros.
Izquierda y feminismo extraviado
Cuando saltó a la arena política el obispo jubilado y alejado por la iglesia católica Fernando Lugo, varios grupos oportunistas lo presentaron como el referente de la izquierda paraguaya, y lograron hacer pasar gatopardo por liebre ante gran parte de la izquierda latinoamericana.
Algunos grupos radicales de la izquierda vieron la oportunidad de ocupar espacios a través de la estratagema, entre ellos el ex yerno del cura Fernando Lugo, Juan Arrom. Arrom, hoy refugiado en Brasil, había mantenido una relación sentimental con una de las hijas del cura, por lo cual supuso que su situación y la de sus compañeros mejoraría con la llegada al poder de su ex suegro.
Poco duró la ilusión, dado que apenas llegó a la presidencia del Paraguay, Lugo decidió arrimarse al colombiano Alvaro Uribe y a la embajada norteamericana.
Como no podía ser de otra manera, desde el exilio el yerno se encargó de desmentir y desnudar toda la farsa que presentó al cura con hijos como un supuesto referente moral de la izquierda latinoamericana y partidario del marxismo bolivariano.
Lo que nunca se desmintió es la supuesta vocación feminista de la ministra Gloria Rubin, cómplice y encubridora de un gobierno que ha instalado la aceptación social del estupro y la violación de mujeres, así como el permanente vejamen de las mismas.
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