El escritor argentino Osvaldo Soriano narra en su libro de cuentos “De arqueros, ilusionistas y goleadores” la historia de un árbitro de fútbol que en un ignoto pueblo de alguna provincia se ve obligado a pitar un penal inexistente, para salvar el empleo. En las metáforas de estos cuentos de Soriano que tienen al fútbol como escenario de fondo, el lector puede comprobar cómo una práctica creativa de más de un par de decenas de actores, y de la que a veces hay miles y millones de personas pendientes, una mano negra puede terminar frustrando los mejores esfuerzos y las mejores ilusiones.
A través del programa argentino 6, 7,8 emitido por la TV pública de su país, conocemos el enconado enfrentamiento entre el oficialismo y el monopólico grupo Clarín, por mucho tiempo el conglomerado de medios que marcó la agenda política y económica de Argentina. También estamos al tanto de los esfuerzos de la presidenta Cristina Fernández por desmonopolizar las fuentes de esparcimiento popular como el fútbol, que en Argentina se transmite por canales de aire para todo público a iniciativa de su actual gobierno.
La misma presidenta argentina, en una entrevista realizada por su biógrafa Sandra Russo, fundamentaba la intervención de su gobierno en el tema recordando que de antaño se conocía que los gobernantes tenían la obligación de velar porque al pueblo no le falten ni pan ni circo, “aunque en muchos países como los nuestros falte el pan, y la mayoría de las veces ni siquiera se tenga a mano el circo”.
Es exactamente lo que sucede en Paraguay, donde el Grupo Clarín (de Argentina) controla las transmisiones por TV de los partidos del mismísimo campeonato paraguayo de fútbol. Aunque el presionable y claudicante gobierno del cura amenazó con imitar a su par argentina, el amague fue tan inconsistente que ni siquiera se lo hubiera comido un novato de las divisiones inferiores.
Otra promesa incumplida
Como ya lo habíamos presentido y vaticinado, el anuncio de que el fútbol paraguayo sería para todos y no sólo del Grupo Clarin de Buenos Aires, que lo tiene en sus garras, fue otra falsa promesa como tantas del gobierno del cura presidente Fernando Lugo.
Luego de una reunión en la semana pasada en Buenos Aires, entre representantes del Gobierno de Fernando Lugo y empresarios del Grupo Clarín de Argentina, se empezó a diluir la posibilidad de que los derechos del fútbol pasen a manos del Estado.
En los últimos días, muchos se entusiasmaron luego de la reunión entre el Presidente y los ejecutivos que manejan Cablevisión, ya que el Jefe de Gabinete, Miguel López Perito, dijo al salir que recibieron una oferta de compra del sistema de tv paga e internet, lo que muchos entendieron inluiría a la empresa Teledeportes, licenciataria de los derechos de televisación del fútbol paraguayo. Sin embargo, en los últimos días las autoridades paraguayas debieron reconocer que ¨No hay caso. Mientras siga vigente el contrato entre Teledeportes (Cablevisión) y la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF) hasta el año 2020, no habrá ‘fútbol para todos’ ¨.
Por si ello fuera poco, el Grupo Clarín se permitió el lujo de exigir que se respete la confidencialidad de la negociación y emplazó a contestar a la brevedad. De esta manera, el gobierno paraguayo y la afición deportiva se mantienen doblegadas por un monopolio extranjero, que en Paraguay hace lo que ni siquiera en su pais de origen puede hacer ya: mantener sometido a un pueblo a sus caprichos, secuestrando imágenes hasta de un partido de fútbol.
Y volviendo sobre aquello que decían los emperadores romanos, que para mantener al pueblo satisfecho, se debía recurrir al pan y al circo, debemos señalar que en Paraguay el pan fue confiscado hace tiempo por unos pocos oligarcones y sátrapas, y el circo está en las fauces de un monopolio extranjero, para vergüenza del claudicante gobierno del cura Fernando Lugo.
Los negociados de Lugo
Aunque el cura Fernando Lugo gusta de aparecer en el aquelarre de presidentes latinoamericanos de izquierda como un impoluto referente de la teología de la liberación, es evidente que para él y sus cortesanos, los negocios son los negocios. Lo demuestra el hecho de que mientras unos matones a sueldo de su gobierno, autodenominados carperos, reclaman supuestas tierras malhabidas, Lugo y su abogado son sorprendidos como nuevos propietarios de faraónicas estancias y sus ministros aparecen en las listas de adjudicados del IBR durante la dictadura de Stroessner.
Y no sólo los amigos de SERTRAN, Camilo Soares, López Perito y Marcial Congo serán recordados por sus acomodos y negociados cuando se evoque la memoria del gobierno arzobispal del cura Fernando Lugo. Sin lugar a dudas, otra de las memorables figuras emblemáticas del gobierno luguista será el quinielero arzobispal Jorge Escobar, quien no dejó institución ni incauto sin estafar en el Paraguay, ni tampoco facturera sin bancar.
Ahora, retirado a disfrutar de la fresca viruta que acopió con sus estafas, se resiste a una demanda de desalojo en la trinchera que montó sobre la avenida España, en local ajeno, con su confitería Madeleine.
No cabe duda que tanto Escobar, como el cura Fernando Lugo y su voluminoso séquito de cortesanos, no tendrán problemas para seguir disfrutando a través de gigantescos receptores de televisión con pantalla de plasma, de los partidos de fútbol emitidos por la señal de Cablevisión, del grupo argentino Clarin.
El hambreado pueblo paraguayo despojado de circo, entretanto, puede esperar.
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