Una gala bastante plana y sin sorpresas, ni en
su palmarés ni tampoco en su desarrollo. Este es el balance que arroja
la 84ª edición de los Oscar presentada por un Billy Crystal que si agradó al respetable fue más por el recuerdo de antaño que por lo que hizo la pasada madrugada.
En este repaso de momentos peculiares debemos remontarnos a la
alfombra roja. Allí se vivió el capítulo más surrealista de la noche
cuadno, como era de esperar pese a las presuntas amenazas de veto de la Academia, Sacha Baron Cohen apareció caracterizado como el General Aladeen, su nuevo personaje que será el protagonista de su inminente película El Dictador.
Pero no contento con lucir el aparatoso uniforme de gala de la
Republica Wadiya, Baron Cohen apareció acompañado de dos bellas mujeres
perfectamente uniformadas y portando una urna con la imagen del
fallecido líder de Corea del Norte, Kim Jong-il.
"Su sueño era venir a los Oscar y ser derramado por la alfombra roja y el pecho de Halle Berry",
afirmó. Una pena porque el sueño se cumplió a medias ya que Berry no
acudió a la ceremonia tras romperse el pie en el rodaje de Cloud Atlas.
El Dictador tuvo que conformarse con echar las cenizas de su "querido
amigo" en la alfombra roja -hasta que uno de los miembros de seguridad
le confiscó la urna- y sobre Ryan Seacrest, el presentador del canal E! que le entrevistaba.
Pero antes respondió a algunas preguntas sobre su
indumentaria: "Vengo vestido de Galliano. Pero los calcetines son de
Kmart (una popular cadena de supermercados estadounidense que presume de
ser la más barata). Y es que como me dijo una vez Saddam Hussein, los calcetines solo son calcetines, no te gastes tu dinero en eso".
Ya dentro del antaño denominado Kodak Theatre, se producía una de las imágenes más esperadas: volver a ver a Billy Crystal como
maestro de ceremonias tras ocho años. Antes de su entrada triunfal en
el escenario, un video en de presentación/repaso el que, entre otras
cosas, era besado por George Clooney, conversaba con la estrella adolescente Justin Bieber y aparecía caracterizado como Tintín.
Luego Crystal se limitó... a hacer de Crystal. Para lo bueno y
para lo malo impuso el estilo que le ha hecho regresar tras ocho años
al rescate de una gala que iba de mal en peor. Números musicales,
algunos gags y algunos chistes y frases ingeniosas sobre las estrellas
de allí presentes pero sin hacer mucha sangre (y tampoco mucha gracia).
Su estilo de siempre.
Estilo precisamente fue el que marcaron Angelina Jolie y Jennifer Lopez. La primera lució pierna al entregar los premios fue imitada por uno de los guionistas de Los Descendientes -que se arrepintió de forma instantánea de su osadía-, mientras que la segunda se enfundó el vestido más atrevido de la noche.
López llevaba un escote de escándalo que -se
dice, se comenta, se rumorea- que le jugó una mala pasada y dejó a la
vista más de lo que debía. Pero no se escandalicen, nada parecido a lo
de Sabrina en aquella nochevieja de finales de los ochenta ni tan evidente como lo de Janet Jackson y Justin Timberlake en la Super Bowl.
En este caso hay algunos que dicen haberlo visto, otros dicen
que no fue tal, que era una sombra... Sea como fuere su aparición junto a
Cameron Díaz para entregar los premios a mejor maquillaje y mejor vestuario fueron de lo más comentado durante y después de la ceremonia.
Lejos del picante que le puso López -de forma voluntaria o
involuntaria- en esta gala muy previsible quedan otros momentos más
entrañables como la aparición de Los Muppets
-los Teleñecos de toda la vida-, representados por La Rana Gustavo y la
Señorita Peggy que presentaron el tan vistoso como prescindible
espectáculo del Cirque du Soleil.
Otro momento de estos que tanto gustan en la Academia estuvo protagonizado por Uggie, el perro de The Artist,
que finalmente sí que subió al escenario junto al resto de sus
compañeros y se llevó el agradecimiento especial por parte del director,
Michel Hazanavicius. "No sé si me entenderá cuando lo digo, pero gracias", apuntó el ganador del Oscar al mejor director.
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