Decía Augusto Roa Bastos que el Paraguay era una isla rodeada de tierra, de la cual el infortunio se había enamorado, y la mala fortuna de haber optado por el gobierno que hoy padece vuelve a darle la razón.
Nada debilita tanto como el aislamiento, porque es una condena a morir desangrándose.
Es lo que sucede con el gobierno autodestructivo del cura presidente Fernando Lugo, que desde su infortunado advenimiento no ha hecho otra cosa que exacerbar el aislamiento del Paraguay en el Mercosur. El último de sus desaciertos en sus relaciones con el Brasil ha sido instrumentar un grupo de matones prebendarios, liderados por un personaje que al igual que Lugo es acusado por sus antecedentes de violador, para invadir tierras que brasileños compraron a los adjudicatarios de la reforma agraria de la dictadura de Stroessner.
Lo peor de todo es que entre estos adjudicatarios se encuentran varios ministros de Lugo, que a través de estos matones autodenominados “carperos”, pretenden recuperar parte de las tierras que recibieron sin ser sujetos de la reforma agraria, para luego venderlas.
El mismo ministro del interior de Lugo, Carlos Filizzola, es heredero de inmensas extensiones de tierras adjudicadas irregularmente a su padre, que jamás devolvió. Sin embargo, desde su secretaría de estado opera para invadir de manera selectiva a terratenientes, con el cuidado de no incluir entre las parcelas reclamadas las estancias de su jefe el cura presidente ni de su testaferro el abogado Marcos Fariña.
Ya en varias oportunidades la presidenta brasileña Dilma Rousseff plantó a Lugo en las cumbres regionales, evidenciando poco interés en fotografiarse con él, al igual que otras presidentas de la región. Lo peor de todo es que el gobierno luguista, que con celeridad obtiene lo que desea en el parlamento cuando lo considera perentorio, ni siquiera ha puesto empeño en lograr la aprobación del Congreso para que el Paraguay pueda ser representado en Brasil.
Ni falta hace mencionar las asperezas que surgieron por su falta de tacto con la presidenta argentina, a quien reprendió por una demora de pocos minutos durante una de las cumbres del Mercosur realizadas en Asunción, buscando el favor de la prensa mediática de Buenos Aires enfrentada al Kirchnerismo. El resultado fue el calificativo de misógino que le endilgó entonces Cristina Fernández, que ya lo había plantado en la cumbre de Bariloche, y siguió plantándolo en sucesivos desencuentros hasta el día de hoy.
Con respecto al socio restante del Mercosur, Uruguay, el rumbo no ha sido más feliz. En una de las cumbres mercosurianas, ante la andanada de quejas y disparos del cura presidente, el uruguayo Pepe Mujica debió señalarle que un encuentro que busca integración no puede arruinarse con lamentos dignos de llorarse “en el cuartito”. Es decir, lo calificó de llorón.
Mujica más bien apuntó a la necesidad de "enfrentar las asimetrías desde la multiplicación de los actores", para lo cual insistió en agilizar la incorporación de Venezuela al bloque regional, lo que sin dudas redundará en crecimiento y la mejora del equilibrio entre los países. El ingreso del país caribeño al bloque regional aún está pendiente de aprobación por parte del Parlamento paraguayo, que rechaza el ingreso venezolano por falta de política diplomático e interés en filas luguistas. Los desencuentros no son casuales, obviamente, sino que se producen porque desde accedió a la presidencia, Lugo no ha dejado de seguir los libretos de la prensa reaccionaria paraguaya que le obligan a tirotear contra el Mercosur.
La absurda postergación del ingreso de Venezuela al Mercosur es una consecuencia directa de la elección del 20 de abril del 2008 en Paraguay, que situó a Lugo en el sillón de los López.
Otro país del Mercosur que no se ha salvado de sufrir los embates del adefesio político que constituye la mal avenida coalición que gobierna el Paraguay es Bolivia, a pesar de las buenas intenciones de Evo Morales. El asilo al prófugo Mario Cossio en Paraguay apenas si fue el ladrillo que faltaba para levantar un muro de hielo en la frontera paraguayo boliviana.
Dicen que las cosas no son lo que parecen, ni siquiera las insignificantes, y ya sabemos que no todo lo que brilla es oro. Mucho menos lo sería un falso teólogo de la liberación que al más puro estilo de las modas, la publicidad falaz lanzó al mercado para desgracia del Mercosur.
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