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En el contexto actual de tambores de guerra, desconozco si de este lado se la prefiere o no a la paz. Me viene al recuerdo “Elogio de la locura”, la obra que Erasmo pergeñó a principios del siglo XVI, hace ya más de quinientos años. La traducción textual sería “elogio de la estupidez”, aunque, sea como sea, no es fácil desentrañar las intenciones de su autor al escribirla.
Con la historia suele ocurrir como con otras muchas entidades, menudean los intentos de servirse de sus propiedades sin miramientos; aunque progresivamente se comprueba su complejidad y su desvirtuación cuando se la quiere manejar caprichosamente.
Con la actualidad en la mano, convendría templar el ambiente y evitar dejarse llevar por el siempre tentador camino de las emociones, con sus “pásalo” y sus típicas espontaneidades. Nadie tiene la obligación de sentir simpatías por éste o por cualquier otro Gobierno, pero la justicia y la verdad, grandes palabras que ahora son ingredientes de todas las salsas, no tienen nada que ver con los afectos y desafectos.
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