Escribió Washington Irving que un padre puede darle la espalda a su
hijo, hermanos y hermanas pueden convertirse en inveterados enemigos,
los maridos pueden abandonar a sus esposas, pero el amor de una madre
dura para siempre.
La lucha de Hortensia Morán, solo comparable a la célebre parábola bíblica de David y Goliat, viene sin dudas a confirmar la sentencia del escritor norteamericano.
Si algo ha demostrado Hortensia a lo largo de la lucha por el derecho a la identidad de su hijo Juan Pablo, al cual niega con todos los argumentos a su alcance el cura papá Fernando Lugo, es el coraje de madre, dispuesta a defender su retoño contra el mundo.
La historia empezó cuando en plenos días santos del año 2009, el cura presidente reconoció ser padre de familia y dio su apellido al hijo de Viviana Carrillo, quien en su demanda por paternidad irresponsable consignó que su relación con Lugo se había iniciado cuando ella tenía apenas 15 años.
Hoy los hermanos de Viviana se encuentran en el ojo de la tormenta por haber copado puestos públicos y solicitar privilegios fuera de lugar, tales como traslados y vacaciones.
Un segundo escándalo estalló cuando Benigna Leguizamón, quien había sido limpiadora del obispado donde ejerció Lugo, reveló al público que también tenía un hijo no reconocido con el cura, para colmo concebido en tiempos de obispo. Posteriormente, varios acuerdos económicos salieron a la luz, entre ellos una casa sin título de propiedad que fue cedida a Leguizamón a cambio de su silencio. Es que para intentar silenciar los casos de paternidad irresponsable, los secuaces de Lugo apelaron a todo tipo de artimañas, y se sabe que el abogado Marcos Fariña ofreció a las mujeres aceptar padres sustitutos, pensiones con dinero público y hasta viviendas en terrenos fiscales.
Como los acuerdos extraoficiales no dejaron satisfecha a Benigna, esporádicamente volvió a recurrir a los medios para abochornar al cura libertino y polígamo, buscando mayores compensaciones.
El tercer caso, el de Hortensia Morán, acabaría en un enorme operativo de prensa montado por el oficialismo, y para el cual se recurrió al dogma de la infalibilidad del ADN.
En verdad, la prueba de ADN realizada al cura Fernando Lugo, se hizo sin seguir un protocolo que revista el mínimo de seriedad. Si se analiza el procedimiento seguido en la toma de muestras, su transporte y custodia, puede decirse con seguridad que las pruebas son menos creíbles que un cura con hijos.
Aunque los encubridores pretendan silenciar las irregularidades de esa prueba, debemos recordar las variantes de intentos de fraude han sido tan abundantes que el mismo FBI ha elaborado un catálogo de posibles formas de fraguarlas.
Como ejemplo se puede citar a una de ellas que fue incluso publicada en la Revista de la American Academy of Forensic Sciencies en el año 2008, que describía cómo un individuo se introdujo en la boca saliva de otra persona antes de que le sean tomadas las muestras bucales.
Este fraude fue estudiado por el doctor Bruce Budowle, uno de los expertos del FBI interesado en evitar posibles intentos de manipulación de estas pruebas.
A partir de entonces, se modificó el protocolo y se exige que el investigado se enjuague la boca ante un testigo, antes de tomar las muestras. Otros casos descriptos hablan de transfusiones de sangre previas al análisis, todas ellas formas que serían practicables en caso de que los responsables de las muestras no se dejen sobornar, el caso más simple de fraude.
El oficialismo luguista, no contento con intentar quemar en la hoguera a Hortensia, no perdonaría jamás la osadía de quien se atrevió a reclamar sus derechos al máximo poder.
Decididos a convertir su vida en un infierno, allanaron su fundación valiéndose del politizado y corrupto poder judicial paraguayo que dicen querer sanear, luego dejaron a oscuras su guardería infantil. Cuando Hortensia intentó presentar su libro “El Pastor Mentiroso” en un espacio público de Asunción, la bancada de adulones del cura Fernando Lugo se opuso en la Junta Municipal de Asunción y debió llevar el acto a una localidad suburbana.
Angustiados al ver que la popularidad de Hortensia crecía en una competencia de baile en TV, durante la cual alcanzó el rating más alto en la historia de la televisión paraguaya, la sacaron del aire por orden superior. En medio de la competencia, uniformados intentaron despojarla de su automóvil en medio de un escándalo que acaparó titulares en la prensa.
Más recientemente, su guardería volvió a sufrir un atentado cuando un camión blindado embistió el local afectando nuevamente el suministro de energía eléctrica.
Pero a pesar de todos estos esfuerzos por hacerla desistir de sus empeños, la madre luchadora abandonada por Fernando Lugo sigue haciéndose sentir, y esperando que llegue la hora de la verdad. Que sin duda llegará, como le llegó a la estafa política más grande de América Latina.
Como escribiera Théophile Gautier, cada hora hiere, y la última acaba con nosotros.
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