Talant Dujshebaev: "Veo el futuro del balonmano bastante gris"

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Aunque su nacimiento nos lleva hasta el lejano Kirguistán, Talant Dujshebaev hace ya tiempo que presume de español allá donde le lleva el balonmano. Cántabro por elección, el ahora entrenador del Atlético de Madrid es una de las leyendas vivas de este deporte. Oro en Barcelona y considerado uno de los tres mejores jugadores de toda la historia, el triple medallista olímpico no se esconde a la hora de hablar con firmeza y sabiduría del deporte al que ha dedicado toda su vida.

Londres ha nacido entre tinieblas. Ni hecho con maldad quedarían grupos peores para nuestras dos selecciones. ¿Nos echamos ya a temblar o tiene alguna lectura positiva el empezar fuerte?

Son grupos muy difíciles, pero siempre hay que intentar ver el lado positivo. Cuanto más fuertes son los rivales más preparado vas a estar y al menos en chicos, si conseguimos la tercera posición, vamos a tener un cruce más sencillo para llegar a semifinales. Eso es lo más importante. A partir de ahí se puede soñar con todo.

En balonmano, la medalla ha pasado de utopía a exigencia en menos de dos décadas. ¿Estaríamos donde estamos sin aquel bronce en Atlanta 96?

El balonmano en España ha evolucionado mucho como competición en los últimos veinte años. Cuanto más competitiva sea la liga, mejores jugadores vamos a tener. Me parece que debe ser algo normal el exigir que estemos entre los más grandes.

Dio el salto de un equipo campeón olímpico y mundial a otro que no había pisado podio alguno en toda su historia. ¿Notó un cambio brusco en los métodos de trabajo?

Las diferencias eran evidentes, muy grandes. La propia liga en Rusia se disputaba en un formato diferente, a modo de torneo y no solo los fines de semana como en España. En la selección se nos concentraba cada mes, durante tres semanas como mínimo, con un trabajo muy meticuloso enfocado a torneos de cinco o seis partidos. De esta manera el equipo soviético partía con una ventaja abismal. En España trabajas todo el año con tu club, y solo en situaciones puntuales vas a la selección para preparar los Juegos, mundiales... Esta era la gran diferencia por aquel entonces, aunque ahora en Rusia ya se lleva el estilo europeo.

Planteamiento y objetivos muy distintos.

El trato humano es lo que te marca, y nosotros estábamos "adiestrados" para ser campeones. Era primer puesto o nada. Aquí fue un cambio grande. En la primera experiencia, en el Mundial 95, perdimos desgraciadamente en octavos contra los futuros campeones (Francia), pero me sentí orgulloso de que el equipo no se separara. Luego vino la plata en el Europeo y el bronce olímpico. Rompimos la barrera psicológica y luchamos codo a codo contra los mejores del mundo.

"Es muy difícil estar en un partido y en vez de escuchar el himno de tu país que pongan el himno olímpico. Estás al lado de jugadores de Bielorrusia, de Ucrania, sabiendo que dentro de poco ya no vamos a ser la misma familia"

Dos veces seguidas tropezón contra Suecia en semifinales. ¿Qué le faltó al grupo para poder luchar por el oro?

Un poco de todo. Son momentos puntuales, lesiones, no tener esa suerte necesaria en los grandes torneos. Teníamos una generación de jugadores impresionante, y siempre se te queda la espina clavada de no haber conquistado el oro. Son cosas que tienen muchas explicaciones, pero a lo mejor para poder dar todas necesitaría escribir un libro [risas]

Cuando en Sídney, con España en el tercer escalón, comenzó a sonar el himno ruso en honor a los campeones, ¿en qué pensaba Talant Dujshebaev?

Es una enorme alegría por los muchísimos compañeros que tenía allí. Pero también te crea una envidia sana, y es lo que me ha permitido ser más competitivo y disfrutar otros cuatro años con la selección. En ese podio juré que, aunque no sabía cómo, tenía que ir a Atenas y conseguir una medalla de oro. No se ha cumplido mi sueño tras un cruce de cuartos dramático, pero la ilusión de estar allí sí la he alcanzado.

Seguro que en el podio australiano también dejó un hueco para regresar mentalmente a Barcelona 92. ¿Cómo recuerda ese triunfo?

Con muchísimo cariño. Fue el primer gran torneo donde nosotros participábamos, éramos un grupo joven y desconocido en aquella época. Ha sido lo más grande que me ha pasado en mi vida deportiva. Ganar en Barcelona, en lo que sinceramente creo que fueron los mejores Juegos Olímpicos organizados, fue algo espectacular y maravilloso. 

Participaron bajo bandera olímpica dentro de la Comunidad de Estados Independientes (CEI). ¿En qué manera afectó la situación política al equipo?

Fue un palo tremendo. La gente cree que los deportistas somos unas máquinas, que no tenemos sentimientos, pero no es así, fue algo muy fuerte. Fueron momentos que también influyeron en mi decisión de nacionalizarme español. Es muy difícil estar en un partido y en vez de escuchar el himno de tu país que pongan el himno olímpico. Estás al lado de jugadores de Bielorrusia, de Ucrania, sabiendo que dentro de poco ya no vamos a ser la misma familia, el mismo equipo. A todas las personas que hemos vivido este tipo de cambios nos ha afectado mucho. Por eso siempre digo que en la unión está la fuerza, no en las separaciones.

"La sociedad está hecha así, y no puedes luchar contra ello. La gente quiere ver solo fútbol. Lamentablemente."

¿Temieron perderse los Juegos?

En este sentido no teníamos ningún problema, aunque sabíamos que estaba pasando algo muy especial, muy raro. Queríamos conquistar el oro por el gran grupo humano que teníamos, y este éxito nos mantiene unidos todavía hoy como amigos y compañeros.

La Unión Soviética siempre ha destacado en los medalleros olímpicos a lo largo de la historia. ¿En qué se basó el éxito deportivo?

Antiguamente la Unión Soviética tenía un sistema central que apoyaba a todas las categorías base de todos los deportes. Existían magníficas instalaciones, muchas facilidades para desarrollar actividades culturales y deportivas. Ahí radicaba el gran éxito. Absolutamente todos los deportes recibían las mismas subvenciones. No era menos a balonmano que a fútbol, o más a baloncesto que a hockey hielo. Los padres no buscaban el deporte más comercial o donde se podía ganar más dinero, sino que se escogía más por el gusto del niño. En muchos países europeos todos quieren ser futbolistas porque tiene mejor salida, y es ahí está el gran error. Pero poderoso es Don Dinero...

A España le ha tocado vivir ahora una época de gloria, que ha disparado la conquista de éxitos internacionales de gran relevancia. ¿Afecta esto negativamente a deportes menos masificados como el balonmano? ¿Les hace más invisibles?

Es ley de vida. Son los que mejor se mueven, los que mejor se venden, y tienen todo el derecho de hacerlo. No tengo ningún tipo de envidia, pero sí me hubiese gustado que el reparto televisivo hecho hace unos años no fuera tan exagerado para el mundo del fútbol, como ya hicieron los alemanes, y que se hicieran unos presupuestos más ajustados a la realidad deportiva. De esa forma ahora no tendríamos tantos problemas. Con todo lo que debe el fútbol nosotros podríamos mantener muchos otros deportes, no solo balonmano, sino atletismo, waterpolo... Pero la sociedad está hecha así, y no puedes luchar contra ello. La gente quiere ver solo fútbol. Lamentablemente.

¿Cómo ve el futuro del balonmano?

Bastante gris. Si digo que lo veo con mucho optimismo sería un mentiroso. Ya sabemos que hay gente que esto no le gustará, porque quieren oír lo que quieren oír, pero la verdad es que cada año, cada día, estamos perdiendo muchísimas licencias y cada vez hay menos gente practicándolo. Y eso también se refleja en los resultados de la selección. Claro que tenemos cantera, pero yo me pregunto: ¿qué futuro les espera?

Lo seguro es que el de Talant seguirá relacionado con el balonmano. ¿El puesto de seleccionador es un objetivo a medio plazo?

Todavía no estoy preparado, tengo que quemar mi etapa como entrenador de club. Estoy empezando a desarrollar mi carrera y ojalá algún día esté preparado para ser seleccionador.

Cerramos los ojos y nos trasladamos a Madrid 2020. La Selección gana el oro bajo las órdenes de Talant y con Álex Dujshebaev como estrella del equipo. ¿El sueño perfecto?

¡El sueño ideal! [risas] Sería el colmo de los colmos. Pero primero me gustaría que los Juegos Olímpicos de 2020 se celebrasen en Madrid, para el resto quedo mucho tiempo. Sería una buena señal si yo fuera seleccionador por aquel entonces, significaría que estoy mejorando como entrenador y como persona, pero lo veo todo muy lejano. Primero quiero que pasemos el corte final en 2013, eso sí que sería un sueño, poder vivir esos Juegos en la capital del país.