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Etiquetas | Diario Olímpico - Capítulo 13

DO13 || ¿Y tú por qué estás aquí?

Usain revalida también el doble hectómetro y entra en la leyenda. Perdemos en waterpolo y balonmano
Roberto Carrera Hernández
viernes, 10 de agosto de 2012, 00:36 h (CET)
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Usain Bolt London
Callando bocas. Un monstruo (AGENCIAS)

No esperó a cruzar la meta para iniciar el show. Como si los últimos metros estuvieran ahí solo para su gloria personal, Usain se llevó el dedo a los labios silenciando a todos aquellos que en algún momento se atrevieron a poner en duda su supremacía. Bolt se ha convertido en el primer ser humano en revalidar los títulos de 100 y 200, una salvajada impensable en dos carreras donde se empieza hablar a partir de la centésima.

Lo de Jamaica es mejor que la receta de Coca Cola. Tres de tres. Y porque no había más. Weir se sumó a la fiesta particular de sus dos compatriotas. Blake amagó con dar la sorpresa, pero el jefe no está para tonterías. Sí, es pretencioso, presumido, exagerado, exhibicionista. Pero nos encanta. Y en 19.32 todavía más. Río será la afortunada que verá el mayor reto de la historia del atletismo. ¿De verdad es posible hacer esto tres veces?

Debutantes de plata

Mientras otros coquetean con lo inalcanzable (espectacular el 1'40.91 de Rudisha en los 800, en su afán por quebrar la barrera de los cien segundos), nosotros seguimos pasito a pasito engordando el medallero. Una la teníamos fija en waterpolo. Las primerizas más rebeldes no pudieron contra la efectividad americana. Se percibía en la cara de las deportistas una tensión enorme. Ninguno de los dos equipos tomaba el mando, y España se puso con un 1-2 a favor en un arranque lento y trabado. Pero si hasta Jennifer Pareja pierde un sprint, es que algo va a ir mal.


waterpolo, españa, plata
Debut de maestras (AGENCIAS)
Junto al empate yanqui vinieron seis compañeros más, con un parcial de 7-0 que nos dejó sin gol durante medio partido. Misión imposible. Se maquilló hasta el 8-5, pero el oro era una quimera. Nada que objetar a una plata inimaginable hace unos meses. Todo el grupo ha visto recompensado el enorme derroche de motivación y capacidad que han exhibido en Londres, y volvemos a tener una cosecha excelente en donde no nos habíamos molestado por plantar nada. El enésimo milagro patrio.

Pensábamos que podríamos resarcirnos con las guerreras, pero tampoco ha sido el día. ¿Ya hemos hablado sobre la fantástica competitividad que hay en los Juegos? Bueno, pues oiga, tampoco tanta que empacha. En dos días Montenegro nos deja fuera en dos disciplinas diferentes. Vivir para ver. Pero la medalla en balonmano todavía es posible, y este grupo se merece terminar el campeonato subiendo al podio.

Menos mal que teníamos a Maider Unda. La vitoriana, pura garra, nos daba otra de bronce en lucha (72 kg). ¡Menuda fiera! Con la nariz respirando sangre, la española se hizo con el metal en un combate dominado de principio a fin. ¡Seguimos sumando!

Arte deportivo
La capacidad que tienen los Juegos para abarcar distintas emociones es infinita. De la adrenalina más salvaje a la recreación más artística. Del sudor y el contacto, a la coreografía más elaborada. Hoy comenzó otra disciplina que uno acaba viendo sí o sí aunque no se entere ni qué carajo están puntuando.

La gimnasia rítmica ha vuelto a lograr el abrazo entre arte y deporte, en una atmósfera única de música y danza. Carolina se ha quedado en la decimoquinta posición, y por equipos el resultado ha dejado un magnífico quinto puesto. Como siempre, las rusas tres pasos hacia delante.

kanaeva, london
La más grande sigue brillando (RCH)

Igualito que en sincronizada (¿será el frío del norte?, ¿el caviar?, ¿el vodka?). La lucha vuelve a estar con las chinas, aunque será más complicado que en parejas. Ocho décimas a recuperar mañana para una segunda plata que se antoja imposible.

Estoy porque lo necesito
Allí iba yo con mi flamante camiseta de la Selección (discretito, para variar) entre una horda de japos y yanquis. Tan pancho. De camino a mi mesa, me cruzo con un compañero nipón que, extrañado, me pregunta mi procedencia. Cuestión trivial viendo la indumentaria. I'm Muzzy... digooo, ¡Spanish! La siguiente se la tenía preparada: "Y entonces, ¿qué haces aquí?"

Era una buena pregunta. Con los 200 metros en el estadio olímpico, la final de waterpolo o las guerreras de balonmano, mi presencia allí era a priori insostenible. Fue un duro debate entre lógica y sensaciones. Cuando el calendario amenaza con aplastarte día a día, no es sencillo realizar cierto tipo de elecciones. Pero aunque a los tres de antes los tenía en Internet segundo a segundo (bendita BBC on-line), hoy quería estar en Wembley.

Adoro el deporte, pero sería fariseo negar que lo que más he visto en mi vida ha sido fútbol. Después de dos años soportando un clima de reproche insostenible, necesitaba reencontrarme con el balompié. A modo zen pero más rápido. Y sentarme en el colosal estadio inglés para ver la final de fútbol femenino ha sido el medicamento perfecto.

Ochenta mil doscientas tres personas y dos equipos con el único objetivo de vencer y disfrutar de una final maravillosa. Sin excusas, sin amenazas, sin dedazos canallas. Con un ojo en el ordenador, pero el otro disfrutando de la magia de un deporte que ha llegado tan alto por momentos como este. Escuchar a Mercury y su 'We are the champions' a todo volumen en la catedral del fútbol, tras un partido soberbio, ha sido uno de los momentos que me llevo con más cariño de estos Juegos. Hay vida más allá del contaminado monopolio bipolar. Veremos cuanto me aguanta la alegría.
 
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