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Un franciscano americano, decía que al salir del gimnasio, vestido de sacerdote, una madre protegió a sus hijos como si pasara un demonio. Y el franciscano ofreció esa pequeña humillación. Si ya de por sí el camino que lleva al cielo es estrecho, aunque para Dios nada hay imposible, los ataques a la Iglesia y sus sacerdotes para muchos son como un tranquilizador de conciencia: "ya te decía yo, que son unos mangantes".
Mazón nos ha decepcionado porque ha mentido a sabiendas. Porque no hay propósito de enmienda. Porque sus retrasos no se entienden. Porque, sobre eso de que “el sistema ha fallado”, sigue insistiendo, a pesar de que esa culpa no se está viendo. El PP nos ha decepcionado, centrando sus críticas en Teresa Ribera, a pesar de que los organismos que de ella dependen parecen haber hecho su trabajo. Y quien no hizo su trabajo fue el gobierno autonómico.
Terminó la guerra de España; muchos católicos fueron asesinados por odio a la religión. Pero Satanás y sus esbirros fueron vencidos. Satanás, astuto y taimado, padre de la mentira, vio que con la violencia no conseguía su propósito de terminar con la Iglesia Católica; lo que hacía eran mártires, y lo que quería hacer era apóstatas. Por tanto, cambió sus planes: tendría que infiltrarse en la Iglesia, pues desde dentro sería más fácil.
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