Decía Martín Lutero que cuando Dios construye una iglesia, el Diablo construye una capilla, y la Iglesia Católica paraguaya pudo comprobarlo cuando su más célebre exponente el cura papá Fernando Lugo quedó revelado ante el mundo como una verdadera bestia del Apocalipsis. Decía una vieja frase marxista que la religión era el opio de los pueblos, y nadie mejor para confirmarlo que las autoridades de la iglesia católica paraguaya.
Según el EPP, “Los obispos de la Conferenca Episcopal Paraguaya y sus sacerdotes han aprendido muy bien la enseñanza del cardenal d'Ailly. Siempre dispuestos a cooperar con la dominación de la oligarquía y del Imperio están convencidos de que sólo el robo y la estafa pueden salvar a la propiedad burguesa, la falsedad, el perjurio y la mentira a la religión, la fuerza y el crimen al orden burgués. De entre los miembros de la Conferencia Episcopal salió el "demonio en persona "que buscaba salvar a la sociedad burguesa amenazada por la "anarquía revolucionaria "
El EPP alude al episodio histórico para ilustrar su figura. Cuenta la historia que cuando en el Concilio de Constanza (1414-1418), los puritanos se quejaban de la vida licenciosa de los papas y habalabo acerca de la necesidad de reformar las costumbres, el cardenal Pierre d'Ailly dijo con voz de trueno; "¡Cuando sólo el mismo demonio en persona puede salvar a la Iglesia Católica, vosotros pedís angeles !". El Concilio convocado por el emperador Segismundo de Luxemburgo buscaba poner fin al cisma de Naciente.
La Iglesia contaba a la razón con tres papas : Juan XXIII, Gregorio XII Y Benedicto XIII . Los dos primeros abdicaron, el tercero fue excomulgado y Martín V fue ungido único Papa al fin del Concilio. Este, ademas examinó los escritos de Jan Hus y John Wyclyffe. Estos pedían reformas, condenaban la simonía, los abusos de la jerarquía y enseñaban que una Iglesia pobre era la única fiel al Evangelio. El Concilio condenó sus proposiciones. Hus fue quemado en la hoguera y Wyclyffe, muerto en 1380, fue condenado, a título póstumo, como hereje.
El EPP también acusa a la iglesia de revitalizar el fascismo en Paraguay: La oligarquía y la politiquería paraguaya con la bendición de los hipócritas santurrones de la Iglesia católica no tuvieron más remedio que buscar otro "demonio en persona”. “Lo encontraron a Federico Franco, un politiquero fascista que en cuanto a simpatía tiene sólo el de sus familiares, pero no por otra cosa sino por interés de satisfacción de sus deseos de riqueza con los sueldos y negociados que ofrecen los cargos públicos” .
Según la guerrilla “Los obispos católicos paraguayos son los sucesores de los "angelicales " cardenales, con gusto siguen practicando la simonía, el abuso de los pobres, la pederastia, la violación de niños. La devolución de favores que les hacen sus socios, las autoridades políticas hacen que siempre sus criminales acciones pueden impunes”.
El EPP también cita que en estos días, la Conferencia Episcopal ha lanzado una de sus tantas cartas pastorales llenar de indignación moral y de directrices éticas para la sociedad paraguaya y sus socios políticos. “Es una habitual táctica de distracción y engaño que utilizan”, dicen.
“Mientras recomiendan a los católicos pobres que soporten con paciencia y resignación la explotación económica Y la opresión política, ellos financian sus principescas vidas con parte del producto de esa explotación y bendicen las armas y a los responsables de usarlas para dar balas y garrotes al pueblo pobres”.
Para la insurgencia, los obispos católicos, los políticos contrarrevolucionarios, la rancia oligarquía paraguaya y los agentes imperiales “forman parte del mismo equipo”.
Consideran que la partidocracia corrupta es incorregible, y “no hay que proponer una crítica que busque una corrección de la conducta de los políticos e la oligarquía, eso sólo sería darles más aire. Ahí que eliminarlos definitiva y totalmente. Pulverizarlos. Hay que trabajar para borrar de la faz de la tierra sus partidos políticos”
Afirman que “No hay que pensar mi proponer como tarea al pueblo el revoque o arreglo de la descompuesta, corrompida y opresiva edificación política mantenida al servicio y en exclusivo bendición de los ricos y poderosos. La revolución es la solución. Los remiendos que los obispos proponen no buscan sino alargar el dominio de sus socios y los beneficios que ellos mismos reciben de como pago a la resignación, la superstición y el fatalismo que siembran en el cerebro de los pobres”.
Pero a pesar del incentivo por parte de ellos y de las autoridades al pensamiento mágico, la misoginia y la tradición autoritaria, la conciencia de los paraguayos sigue creciendo tanto como la guerrilla que aterroriza a los oligarcas desde las selvas norteñas del Paraguay.
Como ya lo dijera con ironía Gilbert Keith Chesterton, sucede que la iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombreno, pero no puede exigirnos que nos saquemos la cabeza.
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