No sé si se habrán percatado de un hecho curioso en el que coinciden las dos autonomías más nacionalista de España que estos días parece que quieren acaparar la atención de la ciudadanía española con su insistencia en reivindicar su derecho a lo que ellos llaman “decidir” que, en definitiva, significa a convertirse en un estado independiente del español. Tanto en Catalunya como en el país Vasco se habla con convicción de formar parte de Europa como países independientes, dando por descontado que, ante una hipotética independencia, podrían formar parte de la UE solamente con solicitarlo.
Es evidente que, para mantener en alto el sentimiento nacionalista, para dar moral a aquellos que sueñan con separase de España pensando que, por sus propios medios, pueden subsistir en mejores condiciones de lo que lo hacen ahora y, al propio tiempo, alimentar esta falacia de que Catalunya sale perjudicada de su relación con el resto de autonomías peninsulares; a los gobernantes, tanto de una como de otra autonomía con aspiraciones secesionistas, les conviene hacer correr el bulo de que formar parte de la CE es algo sencillo y al alcance de unos futuros estados catalán o vasco con sólo proponérselo y hacérselo saber a Bruselas que, sin más, los va a acoger con los brazos abiertos.
A este efecto hemos repasado la información que trata sobre las verdaderas posibilidades de esta incorporación de Catalunya a la CE y hemos encontrado las siguientes informaciones: “La Comisión Europea ha rechazado la Iniciativa Ciudadana Europea (ICE) presentada el pasado mes de abril por Reagrupament que tenía por objetivo ‘garantizar la continuidad de la ciudadanía europea para los ciudadanos de un nuevo Estado surgido por un proceso de secesión de una región de un Estado miembro de la Unión Europea”, “solo las personas que tengan nacionalidad de un Estado miembro son ciudadanos de la UE‘, y advierte de que ‘la ciudadanía de la UE es complementaria, pero no sustitutiva, de la ciudadanía nacional”
En cuanto a las posibilidades de desenvolverse mejor sin la colaboración del Estado español, resulta muy ilustrativo la recomendación que el señor Mas ha hecho a los empresarios catalanes de que procuren exportar más. Es posible que los que no tienen negocios o empresas ignoren que la mayor parte de los productos fabricados en Catalunya, en orden a un 60%, se venden al resto de autonomías españolas y, también deberíamos recordar a quienes sueñan con una Catalunya libre que, en estos momentos, la comunidad catalana está endeudada en más de 42.000 millones de euros y no porque el Estado español no les pague lo que les debe, sino porque el anterior gobierno de izquierdas, el del Tripartito, se ocupó en despilfarrar el dinero a base de contratar a amigos y parientes, subvencionar a cines y teatros que hicieran obras catalanas y dobladas al catalán, apoyo a periódicos que no hubieran podido subsistir sin ello, promoción de la lengua catalana, viajes al extranjero, “embajadas” en otros países, pago de asesores internos y externos, ayudas a artistas progresistas etc.
En realidad, el cuento de La Lechera que nos venden el señor Más y la familia Pujol no se sostiene más que apoyándolo en el voluntarismo, en la quimera o en la utopía; porque la clásica industria catalana, la de las familias burguesas tan magistralmente descritas por Ignacio Agustí, son cosas del pasado, la realidad, lo cierto es que, las grandes empresas ubicadas en Catalunya, al menos la gran mayoría, son empresas multinacionales, muchas de las cuales tienen sus sedes en Madrid o en otros países de los cuales dependen..
Nadie puede asegurar que, como ya ha venido ocurriendo en los últimos años, no decidan buscarse otro asentamiento si cambia la situación y el pueblo catalán, como ya es proverbial, sigue en su deriva hacia la izquierda. Salvo que Catalunya decidiera convertirse en un paraíso fiscal, un supuesto inimaginable para un estado fuera de Europa, endeudado hasta la coronilla y obligado a someterse al pago de aduanas para vender sus productos a Europa y España. Nadie ignora que, actualmente, la autonomía catalana junto con la andaluza son las que más desempleo vienen registrando, lo que no dice nada bueno de la situación de sus empresas. Porque nadie puede pensar que el pueblo española, harto de los desaires, las críticas, las exigencias y los desplantes del gobierno catalán estuviera dispuesto a comprar productos catalanes o decidiera ir a pasar sus vacaciones en la Costa Brava.
Se han sembrado demasiadas distancias, se han levantado demasiadas barreras lingüísticas y sociales para que, una eventual independencia de España, fuera aceptada sin que se generara un sentimiento generalizado de rechazo hacia aquellos que han preferido romper sus lazos con los españoles. Quizá de todo esto pudieran hablar los fabricantes de cava catalanes cuando aquella famosa “guerra del cava catalán”, que tuvo lugar cuando los catalanes hicieron unos desafortunados comentarios sobre la candidatura de Madrid a las Olimpiadas del 2012. Entonces los españoles dejaron de comprar cava catalán, lo que significó importantísimas pérdidas para las cavas catalanas. ¿Cómo quedaría la Seguridad Social, las prestaciones por jubilación, la Sanidad y las ayudas al desarrollo si no se contara con la ayuda del Estado español?, ¿Sería suficiente el PIB catalán que se generaría en la región para poder atender las necesidades de siete millones de habitantes cuando, el nuevo “estado”, debería devolver 42.000 millones de euros a sus prestamistas? ¿Quién querría arriesgarse a comprar deuda catalana cuando las agencias de rating ya la han calificado de “deuda basura”?
Y en esta tesitura, haciendo gala de su desprecio por España, el señor Mas y los suyos tienen todavía la cara dura de pedir a España que le preste 5.000 millones de euros para poder atender sus pagos más inmediatos que, curiosamente, no está en condiciones de poder asumir. ¿Qué pasaría si los señores independentistas se encontraran a un paso de la quiebra soberana y no tuvieran a quien acudir para que les sacara las castañas del fuego? Es muy bonito declarase distintos, presumir de ser muy buenos comerciantes y hablar del idioma catalán y de las excelencias de la nación catalana cuando la mitad de la población catalana está compuesta por españoles venidos de todas las provincias españolas, gracias a los cuales, a su colaboración y esfuerzo, han podido llegar a donde han llegado. Por mucho que se empeñen en negarlo más de la mitad de ciudadanos catalanes hablan el castellano, escriben en castellano y piensan en castellano, manteniendo sus costumbres ancestrales. ¿Qué van a hacer con ellos? ¿Llevarlos a la picota o confinarlos en guetos, como hicieron los alemanes en Polonia?
No, no van a poder entrar en Europa como se imaginan y van diciendo por ahí. Quedarían encajonados en sus fronteras, con sus mega instituciones, sus aeropuertos y su puerto sometidos a la competencia del resto de España y a la emergente influencia del puerto de Valencia. Si tuvieran alguna posibilidad legal de conseguir lo que se proponen, si existiera la más mínima posibilidad de que algún gobernante se quisiera prestar a semejante traición, la Constitución española sería la que los detuviera. Y si esto no bastara, mucho me temo que tampoco les saldría bien la jugada. O así es como este comentaristas, señores, confía en el patriotismo de los españoles.
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