MADRID, 19 (OTR/PRESS) En reacción al compromiso público del Gobierno para equiparar el castellano al catalán, como lengua vehicular en el sistema educativo, las tramas civiles del independentismo se movilizan. Dicen en sus pasquines que "destruir la inmersión es un método de exterminio lingüístico, cuyo objetivo es el exterminio de una cultura y de una nación". Palabras gruesas, como vemos. Por algo tan razonable como la disposición de Moncloa a garantizar un derecho legalmente reconocido. El que tienen las familias, si lo piden, a que sus hijos reciban al menos el 25% de las materias en castellano, a tenor de sentencias dictadas por el TC, el TS y el TSJC. El compromiso está formulado por el Gobierno central como responsable provisional del autogobierno de Cataluña, en aplicación del 155. Se ha convertido en un factor de apremio para que los independentistas busquen cuanto antes un candidato a la presidencia sin cuentas pendientes con la Justicia, so pena de que Rajoy destruya el actual modelo de inmersión lingüística si no se dan prisa a formar un gobierno "efectivo" que desactive el 155 y, de paso, la amenaza de Moncloa. Ese es el matiz que impulsa al PSOE, socio del Gobierno en la intervención de la Generalitat, a reprobar la iniciativa. En Ferraz sostienen que no es el momento de abrir ese melón ni la forma de plantearlo. El propio secretario general, Pedro Sánchez, explica que no es oportuno remover una viga maestra del modelo educativo catalán mientras esté en vigor el 155, cuya finalidad es la de recomponer el autogobierno de Cataluña y devolverlo lo cuanto antes a su legal desempeño por parte de sus legítimos representantes políticos. En consecuencia cabe preguntarse si el Gobierno mantendría su compromiso de hacer que se cumpla la ley (el castellano es tan vehicular como el catalán en la educación, según doctrina del Tribunal Constitucional) y si el PSOE le apoyaría, en el caso de que Cataluña formase gobierno y el 155 quedase desactivado. Hay que suponer que sí. Lo suyo es que el Gobierno persistiera en su compromiso y que los socialistas le apoyasen. Por coherencia con lo que unos y otros, desde el llamado bando constitucional, se han hartado de decir en relación con la incomparecencia del Estado en Cataluña durante las dos o tres últimas décadas. Escuchamos a menudo a dirigentes del PP, del PSOE y Ciudadanos diciendo que el Estado no puede seguir mostrando debilidad frente al desafío separatista ni seguir ausente en el devenir político, económico, social, cultural, etc de Cataluña. Si volvemos a las andadas el nacionalismo seguirá utilizando la lengua como elemento de cohesión "nacional" en el proceso educativo. Está en su naturaleza. Como el descaro del sablista, los trucos del mago o el picotazo del escorpión. Y quien lo niegue se hace trampas en el solitario.
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