El 73 por ciento de las personas con enfermedades mentales acude a su médico de Atención Primaria (AP), pero solo el 36 por ciento son diagnosticadas correctamente y el 18 por ciento reciben el tratamiento adecuado y, de estos, solo la mitad, el 9 por ciento, cumplen con el mismo; según el informe 'Retos actuales de la Salud Mental desde la Salud Pública y la Administración Sanitaria', elaborado por la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS). El presente informe tiene por objetivo poner la salud mental en la agenda pública y en el debate social, y tiene su origen en la Encuesta Nacional de Salud de 2017, en la que se reflejaba que 1 de cada 10 adultos tiene un problema de salud mental (las mujeres casi el doble que los hombres). Además, según dicho cuestionario, el 1 por ciento de la población infantil tiene un problema de salud mental, siendo más común en niños. Así, a tenor de los resultados de la encuesta, los problemas de salud mental serán la principal causa de discapacidad a partir del 2030. En este sentido, el informe SESPAS 2020 incluye artículos que abordan retos muy diversos de la salud mental en España: la organización del sistema de atención a la salud mental, el papel de la atención primaria, la prevención del suicidio, el empoderamiento de las personas con trastornos mentales y la salud mental en adolescentes. También aporta análisis profundos sobre la salud mental: el impacto de la Gran Recesión, las desigualdades de género y la despatologización trans. Y se incluyen reflexiones y propuestas desde la perspectiva ambiental y el Derecho en la salud mental. Así, los autores del capítulo 'Enfermedades mentales comunes en Atención Primaria: dificultades diagnósticas y terapéuticas, y nuevos retos en predicción y prevención', abogan por un modelo colaborativo entre AP y Salud mental orientado a la poblaicón, basado en mediciones y orientado a los resultados, en colaboración siempre con el equipo de salud mental comunitario, acompañado de intervenciones psicológicas breves. Asimismo, en el documento también se aborda la prevención del suicidio, a la vez que se realiza una revisión del modelo de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y una reflexión sobre su desarrollo en España. Así, la autora del mismo, la psiquiatra Andrea Gabilondo, concluye que muchos profesionales de la salud mental no están familizarizados con los modelos de intervención y abordaje del suicidio. En este sentido, argumenta que el sistema sanitario actual debe combinar mejoras que cubran la atención individual al paciente de riesgo con otras en el funcionamiento general de los servicios y el sistema. Por otro lado, la experta advierte de la importancia de los factores socioeconómicos o culturales, por lo que aconseja trabajar también desde una perspectiva no sanitaria. De igual forma, en el documento también se aborda la importancia de los programas de alfabetización para la promoción de la salud mental en el ámbito escolar. Así, estos autores afirman que los centros educativos son "un buen entorno" donde implementar programas integrales, basados en la evidencia para la detección temprana y la mejora de la salud mental en la infancia y la adolescencia. Concretamente, los programas de alfabetización para la promoción de la salud mental en el ámbito escolar se llevan a cabo mayoritariamente en adolescentes de secundaria, tienen una duración media de 10-12 horas y son impartidos por docentes del propio centro. Como punto positivo, estas intervenciones incrementan los conocimientos en salud mental, mejoran el bienestar emocional, reducen el estigma y aumentan la búsqueda de ayuda por un problema de salud mental en la población escolar de entre 12 y 18 años.
EL IMPACTO DE LA GRAN RECESIÓN
Por otro lado, en el estudio, un grupo de economistas especializados en salud llevan a cabo un análisis sobre las consecuencias de la crisis de 2008 en la salud mental de la población. En concreto, este acontecimiento hizo aumentar las cifras de suicidio, las autolesiones, el consumo de alcohol y otras drogas, trastornos de la conducta, marginalidad, consumo de psicofármacos, la depresión, la ansiedad y la intensificación de trastornos mentales preexistentes. No obstante, estos especialistas concluyen que son necesarios mejores sistemas de información para conocer el verdadero impacto de la Gran Recesión sobre la salud, con el fin de desarrollar un sistema de vigilancia sobre la salud poblacional. Así, aconsejan "prudencia" y no postergar el desarrollo de políticas compensadoras, sobre todo en vistas a "otro gran 'shock' económico y social como el de la Covid-19". Por su parte, desde la asociación Psicost, examinan la historia del modelo de atención a la salud mental en España, indicando que las recomendaciones del informe SESPAS de 2002, también sobre salud mental, no fueron alcanzadas. En este sentido, lamentan la imposibilidad de la aplicación de una nueva estrategia de salud mental durante los años 2006, 2009 y 2015, entre otros, aunque concluyen con la renovación y la reaparición de la Estrategia Nacional de Salud Mental en la agenda política de 2020. Además, desde la Sociedad Española de Sanidad Ambiental, realizan una visión prospectiva de la relación entre salud mental y ambiental en este documento, revisando la literatura sobre la investigación ambiental y los problemas de morbimortalidad psiquiátrica, proponiendo investigar en el concepto de "contaminación social" y la influencia del cambio climático en el desarrollo cognitivo. Así, lo más novedoso que aportan estos autores al estudio es el concepto de "ambiómica psiquiátrica", esto es, el estudio de las condiciones y procesos ambientales que promueven la salud mental o incrementan el riesgo de trastornos mentales.
SALUD MENTAL Y PERSPECTIVA DE GÉNERO
Así las cosas, en el informe también se analiza la salud mental desde una perspectiva de género. Según una de las editoras del mismo, Vanessa Puig, en las mujeres se observa una mayor prevalencia de depresión y ansiedad y, en los hombres, problemas asociados a consumos excesivos de alcohol y otras sustancias. Esto se debe a las condiciones de vida desiguales entre hombres y mujeres y su interaccIón con otros ejes de desigualdad, así como a la psicopatologización de los procesos naturales (como el trastorno disfórico premenstrual). En este sentido, la experta advierte de que la relación médico-paciente también se encuentra condicionada por el género, ya que, a igualdad de síntomas de ansiedad y depresión, la probabilidad de las mujeres de ser diagnosticadas y de que consuman psicofármacos es mayor.
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