MADRID, 01 (SERVIMEDIA) El ser humano moderno u ‘Homo sapiens’ está detrás de la extinción masiva de los ‘megaherbívoros’ (animales que comen plantas y pesan más de una tonelada) hace unos 12.000 años porque asumió parte de las funciones que esas especies desempeñaban como ‘ingenieros del ecosistema’. Así lo asegura el biogeólogo Hervé Bocherens, del Centro Senckenberg de Evolución Humana y Paleoambiente de la Universidad de Tubinga (Alemania) en un estudio publicado en la revista ‘Frontiers in Ecology and Evolution’, donde señala que la reintroducción de grandes animales terrestres en ciertas partes del mundo podría tener un efecto positivo en la diversidad de especies. Actualmente hay pocos animales ‘megaherbívoros’ que pesan al menos una tonelada, como los elefantes, los hipopótamos y los rinocerontes, los cuales están en peligro de extinción a pesar de su gran tamaño. “Desde aspectos geológicos, el pequeño número de especies de animales grandes es una anomalía. El ejemplo más destacado de los gigantes prehistóricos son, por supuesto, los dinosaurios”, apunta Bocherens. Pero la historia geológica más reciente también incluye animales colosales como los perezosos gigantes, los rinocerontes lanudos y los mamuts. Bocherens examinó las razones de su extinción hace unos 12.000 años y sus consecuencias para el medio ambiente. "Al igual que los elefantes modernos, estos mega herbívoros actuaron como 'ingenieros del ecosistema'. Redujeron la cobertura forestal y mantuvieron abierto el paisaje y los bebederos, que son de vital importancia para muchos animales. Las semillas de las plantas se transportaban a lo largo de muchos kilómetros en el tracto digestivo de los animales, ayudando así a su distribución", explica. ‘REVOLUCIÓN NEOLÍTICA’ El estilo de vida de esos animales gigantes influyó en la vegetación porque los árboles menguaron y otras plantas tenían suficiente espacio y nutrientes para su crecimiento. A su vez, la diversidad de la flora tuvo un efecto positivo en la diversidad de la fauna. Bocherens indica que estas tareas fueron asumidas en parte por los humanos modernos hace entre 45.000 y 12.000 años, momento en que se extendieron por el norte de Eurasia, América del Norte, América del Sur y Australia, mientras que los herbívoros gigantes se fueron extinguiendo gradualmente. Con la ‘revolución neolítica’, el auge de la agricultura y la cría de animales, el mantenimiento de almacenes y un estilo de vida sedentario, las funciones de los grandes herbívoros como ‘ingenieros del ecosistema’ fueron parcialmente reemplazadas. Después de la extinción de los herbívoros gigantes, las estepas se convirtieron en bosques de coníferas boreales, lo que redujo el llamado ‘efecto albedo’, puesto que, en lugar de una capa blanca de nieve en el invierno o un paisaje amarillo con pastos secos en el verano, el color verde oscuro del bosque refleja menos radiación solar, lo que lleva a una calentamiento del clima. Además, las tierras subárticas del mamut de la estepa estaban más secas y emitían menos metano a la atmósfera. "La presencia de herbívoros gigantes no solo contribuyó a una mayor diversidad de especies, sino que también tuvo un efecto en el clima global", apunta Bocherens. Según el estudio, una mejor comprensión de las diferencias y las similitudes entre los efectos de los extintos ‘megaherbívoros’ y el paisaje humano en los ecosistemas puede ayudar a predecir mejor el futuro de los ecosistemas terrestres. "En algunas áreas del mundo, incluso podría tener sentido reintroducir tales mega herbívoros para aumentar la biodiversidad, evitando así el calentamiento global", concluye Bocherens.
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