MADRID, 15 (SERVIMEDIA)
Investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) han conseguido demostrar la relación entre enfermedad cardiovascular y los factores de deterioro cognitivo que llevan a la demencia, una asociación que se produce “muchos años antes de que se manifiesten los primeros síntomas clínicos” de cualquiera de las dos patologías.
Lo descubierto por estos expertos abre la posibilidad de intervenir de forma muy temprana sobre un trastorno modificable como son las enfermedades cardiovasculares para prevenir la demencia, una patología para la que no hay tratamiento.
De entre los factores de riesgo cardiovascular modificables que están más asociados con la reducción en el metabolismo cerebral, los investigadores determinaron que la hipertensión era el más importante.
El estudio, llevado a cabo en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en colaboración con el Banco de Santander y expertos en neuroimagen del centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, el Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), demuestra que existe una asociación entre el metabolismo cerebral, el riesgo cardiovascular y la aterosclerosis durante la mediana edad, años antes de que aparezcan los primeros síntomas.
La información, que se publica en 'Journal of the American College of Cardiology' (JACC), es muy relevante porque, como destacó el doctor Valentín Fuster, abre la posibilidad de intervenir sobre las enfermedades cardiovasculares para prevenir la evolución de una patología para la que no hay tratamiento, como es la demencia.
“A pesar de que todos sabemos la importancia de cuidarse y controlar los factores de riesgo cardiovascular para evitar un infarto, el hecho de que están relacionados con un deterioro del estado cognitivo puede hacer que haya una mayor conciencia de la necesidad de adquirir hábitos saludables en las fases más jóvenes de la vida”, señaló Fuster.
Además, los datos obtenidos en este estudio sostienen todavía más la importancia de implementar estrategias primarias de prevención cardiovascular en la mediana edad como un enfoque terapéutico para retrasar o, incluso, detener alteraciones cerebrales que pueden contribuir a un futuro deterioro cognitivo.
“Es frecuente que la enfermedad vascular y la demencia coexistan en las etapas avanzadas de ambas entidades, pero hasta ahora no se había documentado dicha asociación en las etapas más iniciales”, explicaron los investigadores.
Lo que ahora aporta del CNIC, dirigido por la doctora Marta Cortés Canteli, es la constatación de que, en edades tempranas y años antes de cualquier manifestación clínica, la aterosclerosis y los factores de riesgo cardiovascular ya se asocian a un menor metabolismo en zonas cerebrales implicadas en el desarrollo de demencias futuras, especialmente del alzhéimer.
“En los últimos años se ha demostrado que la aparición de deterioro cognitivo está muy relacionada con distintos factores de riesgo cardiovascular como la hipertensión, la obesidad o el colesterol elevado; de hecho, las enfermedades neurodegenerativas y las vasculares a menudo aparecen juntas durante las etapas avanzadas”, señalaron los autores del estudio.
Utilizando técnicas de imagen avanzada de Tomografía por Emisión de Positrones (PET), los investigadores cuantificaron el metabolismo cerebral en más de 500 participantes del estudio PESA-CNIC-Santander con una edad media de 50 años y sin ningún síntoma, pero que ya tenían placas de aterosclerosis en sus arterias.
Este proyecto, dirigido por Valentín Fuster, es un estudio prospectivo que incluye a más de 4.000 participantes asintomáticos de edad intermedia en los cuales se está evaluando exhaustivamente la presencia y desarrollo de aterosclerosis subclínica desde el año 2010.
“Cuando el metabolismo cerebral se reduce, la capacidad del cerebro de lidiar con eventos adversos se puede ver comprometida y, dependiendo de la zona cerebral afectada, puede derivar en problemas de distinta índole”, explicó la doctora Cortés Canteli.
“Hemos visto que un mayor riesgo cardiovascular en individuos de mediana edad, aparentemente sanos, se asociaba a un menor metabolismo cerebral en zonas parieto-temporales implicadas en funciones como la memoria espacial y semántica y distintas formas de aprendizaje”, añadió.
Juan Domingo Gispert, responsable del grupo de Neuroimagen del BBRC, destacó que "las áreas cerebrales que muestran menor metabolismo en aquellos participantes con mayor riesgo vascular son las que se ven afectadas por la enfermedad de alzhéimer, por lo que estos participantes sanos podrían presentar una mayor vulnerabilidad a esta patología".
El estudio es el mayor realizado hasta la fecha en personas sanas de mediana edad y puede suponer un cambio de paradigma en la relación entre la enfermedad vascular y la cerebral, como señalaron sus autores.
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