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Hugo J. Vélez Astacio
Hugo J. Vélez Astacio es originario de Chinandega, Nicaragua. Cursó estudios de Administración de Empresas en la UCA y obtuvo el Programa de Alta Gerencia (PAG) en INCAE Alajuela, Costa Rica. Después de estar al frente de la Gerencia General de varias empresas e industrias fue Director General de Transporte Terrestre (DGTT-MTI). Actualmente Escritor e historiador. Ha sido colaborador de artículos de opinión del diario “La Prensa” (LP). Autor de nueve libros publicados. Como dariano amante y estudioso de la vida y obra del Poeta Rubén Darío, ha publicado dos obras. |
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Habiendo definido el tema y el personaje de mi escrito de ahora, vino a mi memoria una frustrada ilusión literaria, cuando siendo un mozuelo, con interés, puse atención al radio estación de la Radio Occidental donde mi hermano mayor Moncho, para codearse con sus compañeros de clase, entre los que sobresalían los jóvenes Rothschild, pues Moncho, declamaría un poema para concursar, a espera de ganar un gran premio de 20 pesos de entonces.
A Mercedes Isabel: A mi edad, me pregunto, sin pretender escribir los versos mas triste esta tarde. Como olvidarte, flor de mi vida. Desventurado sería, no haberte tenido.
Al conocer la oferta a un anciano señor de escasos recursos, que se ganaba su sobrevivencia recolectando botellas de comprarle su perro, éste lo negó, por mucho que las ofertas se superaron de 10 hasta 150 dólares, bajo la razón: "Ni lo vendo, ni lo cambio. El me ama y me es fiel. Su dinero, lo tiene cualquiera, y se pierde como el agua que corre. El cariño de este perrito es insustituible; su cariño y fidelidad es hermoso".
El profesor Coloma González fue uno de los primeros en abordar dentro de sus cátedras magistrales el tema y legado de las obras de Rubén Darío. Rubén era un poeta con todo un sentimiento humanista al abordar los problemas de su tiempo como realidad de contrastes. Su espiritualidad siempre fue con sentido moral y anhelo cristiano.
Este 21 de febrero 2024, se ha cumplido el aniversario del asesinato a traición del Gral. Augusto C. Sandino, donde por lo general de manera natural se enfatizan en los medios de comunicación, en los detalles de tan vil acto que marcó el inicio de una dinastía dictatorial por el Gral. Anastasio Somoza García; dinastía que duro casi 5 décadas de desgracias en contra de la ciudadanía nicaragüense.
Por la reluciente y esplendorosa aurora, o mejor como dice el dicho: “por los destellos del amanecer de la mañana, se conoce se conoce como será el día”, es lo que podemos apreciar al leer la matinal o primogénita obra de “Azul…” del artista creativo de Rubén Darío.
Oír mencionar el nombre de Sixto Pineda, es recordar en Nicaragua al soldado que murió en la avenida Roosevelt pretendiendo detener la inmensa marcha opositora, que se manifestaba en contra de los indeseables y miembros de la dinastía los hermanos Somoza Debayle.
Es sabido en Nicaragua por tradición histórica, desde tiempos de los Conservadores y Liberales posmuerte de Rubén, aprovechando la fecha del nacimiento y del fallecimiento (18/enero/1867-6/febrero/1916)
Si alguien es merecedor de un estudio y de un culto patriótico, ese alguien es Simón Bolivar, nuestro insigne libertador por antonomasia, genio tutelar de la independencia y la libertad de nuestra América. Hombre de un espíritu vidente, sembrador de ideas y pensamientos profundos y revolucionarios.
Recién en un mi escrito sobre un personaje de carácter nacional, lo titule “Líder en un país de poetas”, y es que en mi Nicaragua bien un literato como Estefan Baciu, esta se mide en versos, en poetas o en libros de poesía.
Al revisar las razones que pudo haber tenido el poeta Rubén Darío cuando decidió regresar a su tierra natal Nicaragua, después de estar ausente por 14 años y 7 meses (abril 1893/nov 1907), resaltan dos asuntos a lograr: la de ser nombrado Ministro en Madrid, España, y La de lograr divorciarse con Rosario Murillo, para así formalizar su amor con la española Francisca (Paca) Sánchez.
Al pensar en mi rinconcito paraíso terrenal, por ser Chinandega tan bonito, por ser “surco de mi patria que en mieses embriagas”, pensé en lo corto del cuento de Augusto Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía está allí”.
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