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“Somos pura ficción cuando nos contamos, solo somos realidad cuando nos vemos”

Entrevista a la escritora Flavia Company
Herme Cerezo
sábado, 29 de marzo de 2014, 18:04 h (CET)



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Nacida en Buenos Aires, Flavia Company (1963) regresó a la tierra de sus abuelos, Barcelona, a muy corta edad. Francia, Holanda, Brasil, Polonia, Alemania, Portugal, Italia y Estados Unidos han sido los países que han traducido su extensa obra que abarca desde la novela (‘Saurios en el asfalto’, ‘Luz de hielo’, ‘Dame placer’, ‘Ni tú ni yo ni nadie’, ‘Melalcor’, ‘La mitad sombría’, ‘La isla de la última verdad’ y ‘Que nadie te salve la vida’) hasta el microrrelato (‘Trastornos literarios’), pasando por la poesía (‘Volver antes que ir’) y la literatura infantil. El relato (‘Viajes subterráneos’, ‘Género de punto’ y ‘Con la soga al cuello’) es también uno de los géneros que domina, como demuestra en ‘Por mis muertos’, su último título publicado.

Flavia Company tiene obra nueva en las librerías, ‘Por mis muertos’, un libro de relatos, editado por Páginas de Espuma, que ha tardado cinco años en acabar porque “no quería traicionar el espíritu oral de la tradición”. La escritura forma parte de Flavia, que vive para construir novelas, cuentos, microrrelatos, poesía y literatura infantil. Es su obsesión. Guarda en su mochila la pulsión de la palabra, oral y escrita, y eso se trasluce en cómo fluye la narración y también su discurso.

Flavia, escribes poesía, novela, cuento… ¿cómo clasificas las ideas que te surgen para cada género?
Es un proceso interesante sobre el que reflexiono a menudo. A veces me ayudan vuestras preguntas o las de mis alumnos. Lo cierto es que no pienso nunca en cuentos ni en novelas, sino en unidades de sentido más amplias, que son los libros. A la hora de escribir necesito otros puntos de vista y por eso, en ocasiones, en lugar de capítulos escribo relatos. Como ocurre en ‘Por mis muertos’, donde buscaba una visión prismática sobre el hecho de contarnos, de relatarnos y de inventarnos a nosotros mismos. En realidad, toda mi obra es un solo libro y cada nueva publicación que hago es una parte más, un capítulo añadido. Todo eso tiene que ver con mi concepción del mundo y de la literatura que es circular. Me siento como una estructuralista. Las historias que cuento las pienso primero como estructuras y, a partir de ahí, decido si va a ser novela o relato corto.

En otras palabras, con tu obra estás creando un universo literario propio
Exacto. Siempre lo hago, me fascina, vivo para esto. El tema de las historias de ‘Por mis muertos’ podía haber constituido una novela, pero no habría tenido tantos puntos de vista, porque la novela te ata a uno solo y a mí me interesaba que todos estos relatos tuvieran un contexto. Pero también es verdad que se observa una sensación de unidad.

La has utilizado antes e insistes en ella, poliédrica es la palabra clave para ti, ¿no?
Efectivamente, las historias giran como si formasen parte de un tiovivo. Todas están en la misma plataforma, dando vueltas, pero cada una se agarra a su palo.

El hecho de que alternes la primera y la tercera personas ¿tiene algo que ver también con esa visión poliédrica?
Sí y además obedece al hecho de que tampoco quería que fuese solo la historia de Andrea. Hay varias voces y no todas se identifican con ella. En cada caso era importante encontrar una voz que ofreciera información de los demás personajes. Para eso necesitaba la tercera persona.

Después de lo hablado, preguntarte en qué género te sientes más a gusto suena absurdo
Sí, totalmente, porque en realidad no los diferencio. Los distingo desde el punto de vista de la técnica y de los recursos que voy a emplear en cada uno de ellos. Pero a la hora de elegir el sistema de escritura me guío más por la estructura que por cualquier otro elemento.

¿’Por mis muertos’ fue escrito de un tirón o los cuentos surgieron en momentos distintos?

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Jamás tengo nada suelto. Nunca. Cuando escribo algo me doy un tiempo para encontrarle un contexto porque sé que va a surgir. La concepción de este libro nace de mi deseo de desaparecer. Aunque pueda parecer contradictorio es así. Yo quería escribir unas historias que se contasen a sí mismas, poniéndome al servicio de lo que es realmente la literatura, algo que se cuenta a sí mismo, sin necesidad de que exista un creador. En esta ocasión he avanzado un paso más hacia la realidad y me ha dado por pensar en la épica y en la transmisión oral. La transmisión del conocimiento a través de la oralidad es lo que me interesaba. Pero hoy en día ya no quedan grandes aventureros y la épica surge a partir de héroes domésticos. Ocurre también que tengo la sensación de que sí recupero la función catártica de la literatura, en el sentido de que en estas historias existe una justicia poética literaria, que restablece el orden universal en todos esos pequeños mundos.

Los relatos, supongo que de modo consciente, están intercomunicados, con referencias de unos a otros
Sí, es totalmente consciente. Pero eso pasa en este y en todos mis otros libros. El primer fragmento, el del abuelo, que está fuera de la narración, pertenece a una novela anterior mía. Lo único que he hecho es cambiar el nombre de Matías por el de Andrea. En mi actividad escritora me robo a mí misma, porque mi concepción literaria es ese cúmulo de cosas, que se repiten y se descontextualizan y vuelven a contextualizarse pero de otro modo.

“La realidad es la ficción que cada cual elige, Andrea, y por eso hay que elegir muy bien las mentiras que uno se cuenta y le cuenta a los demás y es importante que coincidan tanto como sea posible, ¿me entiendes?” Este párrafo pertenece al fragmento del abuelo que citabas antes. Es toda una declaración de principios. ¿La realidad es la mentira que nos contamos cada mañana para salir a la calle?
Totalmente y mi propuesta es que reconozcamos que todos, absolutamente todos, mentimos, sin complejos, que nos vemos obligados a rehacer nuestras historias a partir de nuestro aprendizaje. La escritora Grace Paley dijo que “La verdad, cuando encuentra su nivel, flota”. Es una frase total. A lo largo de nuestra vida somos capaces de enfrentarnos a muchas verdades, verdades cada vez más comprometidas. Cuanto más nos acercamos a la realidad menos necesitamos suplirla con palabras y, si en lugar de mentirnos nos aceptamos, estamos en el buen camino. Somos pura ficción cuando nos contamos, solo somos realidad cuando nos vemos. El gran reto de la vida es llegar a ser. Si lo conseguimos, siempre estaremos aquí y ahora.

¿Mentimos inconscientemente?
Sí, pero adornamos la mentira y no sé si eso es tan inconsciente. Si lo fuera, ¿por qué elegimos lo que contamos? Todos deseamos que los demás nos quieran y por eso construimos una imagen. Estos cuentos exploran la necesidad de tener esa imagen delante de los otros y la creamos porque no somos felices, porque no somos sencillos. ‘Por mis muertos’ es una defensa, tranquila y calmada, de la sencillez.

La idea de que somos lo que somos ahora mismo, en cada instante, quizá entroncaría con la postura que mantuvo a lo largo de su carrera Sergiu Celibidache, el célebre director de orquesta, que no grababa discos porque afirmaba que el momento del concierto era único e irrepetible, que nacía y moría en la sala de conciertos, compartido entre la orquesta y el público
Es algo muy parecido, pero yo he traicionado ese espíritu. Soy consciente de que cada uno nace con un don. En mi caso es la oralidad. Y debo agradecer ese don y darlo a los demás. Ocupar el tiempo y el espacio, que es algo muy musical, solo se produce en un lugar y un tiempo determinados. Una grabación es traicionar el momento y el lugar en que se dio el concierto. En mi caso es una impostura porque es una representación de la realidad, pero ahí está mi intento por desaparecer, por hacer que las historias fluyan por sí solas y conseguir que el lector crea o sienta que no hay nadie que se la cuenta.

En algunas páginas has incluido códigos QR que nos remiten a una web o a una página de Internet, ¿la lectura del libro queda incompleta sin este acceso a la Red?
El libro se puede leer sin los códigos QR. Ese dibujo a pie de página crea en el lector una inquietud que a mí me sirve, porque le lleva a preguntarse qué hay ahí. Si el lector los abre puede ver que le trasladan a un lugar de Internet, otra realidad. Pero, ¿qué realidad? Una realidad virtual. Yo le propongo un juego, el de preguntarle por qué se va a creer lo que cuento en mis historias y no lo que hay en la Red. Con eso consigo algo maravilloso para cualquier escritor: que la literatura se proyecte sobre la realidad y que no solo sea verosímil, sino también real.

¿Esos códigos QR desempeñan un papel similar al de las notas a pie de página?
Sí, son el complemento de la narración, son un juego como te decía, un guiño al lector inteligente que busca más y quiere jugar. Todo esto ya sé que da para pensar y para escribir un ensayo, pero ¡que lo escriba el lector!.

En el cuento titulado ‘El destornillador de Texas’ tratas del miedo, ¿qué es el miedo para ti?

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El miedo es el antídoto de la vida, lo contrario. Yo diría que la vida contiene la muerte y la muerte a la vida. El miedo es la proyección de nuestra mente mal utilizada. Es una forma de hacernos infelices. Cuando oyes un ruido en casa, en lugar de pensar que es una cañería que cruje, crees que es un ladrón. El miedo es también el discurso del poder, la gran arma y la gran baza del fascismo para crear intolerancia y cualquier tipo de fobia.

Otro relato, ‘¿Qué habrá sido de Moya?’, trata sobre la venganza
Es lo que te decía sobre la justicia poética: la justicia llega. Es un cuento que me gusta especialmente. Es como decir tú confía. Si crees, todo guarda un orden. Hay un orden universal que es justo y si tú ocupas un lugar que no te corresponde te expulsarán. Si te vas tú, serás honrado, si no te deshonrarán. Creo de verdad en ello. Para mí Dios es la justicia poética, el orden natural de todas las cosas.

En algunos relatos juegas con una sorpresa final que, muchas veces, ofrece dos posibilidades
Me lo paso bien haciendo eso. A los lectores que les gusta es porque disfrutan con que les cuenten historias, como me ocurre a mí. Me interesan los cuentos de estructura clásica: planteamiento, nudo y desenlace, un desenlace que incrementa la tensión para que al final suene una última nota que te deje relajado.

La última por hoy: ¿cuál será tu próximo proyecto?
Estoy escribiendo un libro, un libro complicado. Creo que estructuralmente será una novela. El tema general girará sobre el hecho de por qué no vemos lo que vemos sino lo que queremos ver. Está ubicado en dos épocas distintas y tiene también un punto de conexión con estos cuentos.

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Elsy es abogada, doctora en jurisprudencia, narradora, dramaturga y poeta ecuatoriana. Comienza su carrera literaria con la publicación del libro de cuentos De mariposas, espejos y sueños. La mayor parte de su obra cuentística está reunida en el libro Los miedos juntos (El Ángel Editor, 2009).

 
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