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​Otra cultura, otra corrupción, otra policía

​La mano de Yasmina Khadra, su oficio pulido en tantos y tantos libros se deja sentir a lo largo de toda la obra
Herme Cerezo
jueves, 14 de mayo de 2020, 10:11 h (CET)

Tras haber publicado una obra extensa, entre cuyos títulos podemos citar ‘Lo que el día le debe a la noche’, ‘El atentado’, ‘Las golondrinas de Kabul’, ‘Las sirenas de Bagdad’, ‘Lo que sueñan los lobos’, ‘El escritor’, ‘Los corderos del señor’, ‘La última noche del Rhais’ o ‘Khalil’, Yasmina Khadra (Argelia, 1955), un exmilitar del ejército argelino, cuyo verdadero nombre es Mohammed Moulessehoul, termina de sacar al mercado una nueva novela, que lleva por título ‘La deshonra de Sarah Ikker’, editada por Alianza Literaturas, primera de una trilogía, cuyo escenario es la ciudad de Tánger. En ella nos presenta como protagonista al teniente Driss Ikker, un policía que se encuentra en el mejor momento de su carrera y quizá también de su vida. Goza de un feliz matrimonio con Sarah, hija de un alto cargo de la policía marroquí, y le han dado un destino cómodo, sin complicaciones, en la citada ciudad. Sin embargo, todo eso va a cambiar y ese destino idílico, ese mundo perfecto se vendrá abajo una noche, la noche en que encuentra a Sarah en la cama, desnuda y maniatada. Al ir a ayudarla, Driss recibe un fuerte golpe que le deja inconsciente. Cuando recupere la consciencia, comprenderá que su mujer ha sido violada. A partir de ahí, el teniente sentirá desprecio por sí mismo a causa de lo ocurrido y su única obsesión será averiguar quién cometió tan salvaje agresión. El recuerdo de lo ocurrido le persigue día y noche, le roba el sueño y rompe su existencia. Para ello no le importará llevar a cabo sus propias pesquisas, al margen de los conductos policiales habituales, a pesar de que, como policía, Driss Ikker se revela como un tipo sólido, incorrupto, bien considerado por sus propios compañeros y superiores, entre los que también tiene enemigos. La policía marroquí, la de Tánger en este caso, se conduce en el procedimiento como lo haría cualquier departamento de crímenes y homicidios de una policía occidental, corruptelas de poder incluidas. Pero la cultura de las pesquisas, del operativo y de la investigación y, sobre todo los tiempos, son otros. Podríamos decir que el ambiente social sobre el que trabajan y se mueven estos agentes también son otros.

Uno de los aspectos relevantes de la novela es el papel que juega la mujer en la sociedad marroquí. Las mujeres que perfila el autor argelino pertenecen a un estatus social alto y su comportamiento es muy diferente del que observan sus congéneres del común, las de la calle, las que permanecen sujetas a las obligaciones de la casa. Su desenvoltura, su modo de moverse, de hablar, las libertades de que gozan, dentro de un orden inquebrantable, son bien diferentes, privilegiadas, especiales, dentro del orbe musulmán.

La mano de Yasmina Khadra, su oficio pulido en tantos y tantos libros se deja sentir a lo largo de toda la obra. No suelta la acción de su mano y, poco a poco, envuelve al lector en una trama de la que no podrá salir. Mención aparte merece el excelente final de ‘La deshonra de Sarah Ikker’, prolongado, intenso, en el que cada pista, que parece definitiva, lleva hacia otra, que también lo parece. Es difícil dar con el culpable de la salvaje tropelía, pero la escritura del argelino se convierte en luz para el lector, una linterna con la que alumbrará los vericuetos más impensables de la trama, que hasta el último minuto sufre cambios, retornos, sorpresas. Hasta el último minuto. No lo olviden, mis improbables lectores.

‘La deshonra de Sarah Ikker’ de Yasmina Khadra. Alianza Literaturas, año 2020. Tapa blanda, 243 páginas. Precio 18.00 €.

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