Lucas Margarit nació el 12 de octubre de 1966 en Buenos Aires, ciudad en la que reside, capital de la República Argentina. Es Doctor en Letras por la Universidad de Buenos Aires, donde ha realizado su post-doctorado sobre la traducción y autotraducción en la poesía de Samuel Beckett. Además de profesor e investigador, en dicha Universidad, en la Cátedra de Literatura Inglesa es Director de la Maestría en Literaturas en Lenguas Extranjeras y Literaturas Comparadas. Ha colaborado con numerosas publicaciones y dictó cursos, seminarios y conferencias tanto en su país como en el exterior (México, España, Eslovaquia, Polonia, etc.). Tradujo, entre otros autores, obras de Sir Philip Sidney, Henry Neville, William Shakespeare y W. H. Auden. Asimismo, ha publicado y editado, con el grupo de investigación que dirige, tres tomos de textos utópicos ingleses. Compiló, junto con María Inés Castagnino y Elina Montes, el volumen “Textos utópicos en la Inglaterra del siglo XVII”, y con Elina Montes, el titulado “Utopías inglesas del siglo XVIII”. Está terminando de editar una compilación de tratados de poética del Renacimiento inglés como finalización de otro proyecto de investigación.
Es director de la revista “Beckettiana” y co-director de la revista “Inter Litteras” (ambas de la UBA). Es miembro de la Samuel Beckett Society y de la Asociación Argentina de Teatro Comparado. Publicó en el género ensayo “Samuel Beckett. Las huellas del vacío” y “Leer a Shakespeare: notas sobre la ambigüedad”, así como los libros de poesía “Círculos y piedras”, “Lazlo y Alvis”, “El libro de los elementos”, “Bernat Metge” y “Elis o teoría de la distancia”.
¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba? Cuando vi que se podía retorcer una palabra, habrá sido a eso de los trece o catorce años. El momento en que me volví un lector más ávido que antes y empezaba con lecturas de poesía. Se trataba de esos juegos que se aprendían luego de leer a los miembros del dada o a los surrealistas: collage de palabras, escritura automática, lo uno en lo otro, etc.
¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades? Muy bien, me gusta la lluvia en el desierto o en el mar. Es como un diálogo con un dios oscuro. Con la sangre bien, aunque a veces me pregunto si no es mejor la savia. Tengo vértigo, no hay velocidades ni alturas soportables. Las contrariedades, están para ser anuladas y seguir.
“En este rincón” el romántico concepto de la “inspiración”; y “en este otro rincón”, por ejemplo, William Faulkner y su “He oído hablar de ella, pero nunca la he visto.” ¿Tus consideraciones?... Aparece la inspiración, a veces en el peor momento; otras, cuando uno ya está inmerso en ese espacio que desafía al espacio.
¿De qué artistas te atraen más sus avatares que la obra? Sin obra no hay avatar. Pero para responder, quizá podría decir Lord Byron.
¿Lemas, chascarrillos, refranes, proverbios que más veces te hayas escuchado divulgar? Es raro, pero ninguno.
¿Qué obras artísticas te han —cabal, inequívocamente— estremecido? ¿Y ante cuáles has quedado, seguís quedando, en estado de perplejidad? Voy a hacer listas. Fuera de la literatura: en plástica, los primitivos flamencos, Rogier van der Weyden, los hermanos van Eyck, Hans Memling, El Bosco, Dirk Bouts, Joachim Patinir, etc. Más cercano a nosotros, Xul Solar, Paul Klee, Egon Schiele, Joseph Beuys y Anselm Kiefer, que es enorme. La pintura “La vuelta del malón” de Ángel Della Valle, y la obra de Juan Carlos Distéfano. Los artistas del grupo de Dau al Set. Algunas esculturas de Constantin Brancusi y Eduard Chillida. Tadeusz Kantor y Jan Švankmajer, ambos fascinantes. Son muchos.
Con la música me pasaría algo igual: Mahler y Bach (su “Pasión según San Mateo” es una cumbre), Mozart y Bellini. Los barrocos: Haendel, Baldassare Galuppi, Johann Adolph Hasse, etc. Y cambiando de ángulo, me gusta GONG, Syd Barret, el primerísimo Pink Floyd, Van der Graaf Generator y Peter Hammill que, además, es un gran poeta, The Incredible String Band y la antigua psicodelia… Georges Brassens, que es como un tótem en muchos días de tormenta. Y más.
¿Tendrás por allí alguna situación irrisoria de la que hayas sido más o menos protagonista y que nos quieras contar? Mandar saludos a gente que ha muerto. Y varias veces me ha sucedido, claro que con muertos diferentes.
¿Qué te promueve la noción de “posteridad”? Otro nacimiento.
“¿La rutina te aplasta?” ¿Qué rutinas te aplastan? LM: Todas. Pero también permiten descansar de lo inconfesable.
¿Para vos, “Un estilo perfecto es una limitación perfecta”, como sostuvo el escritor y periodista español Corpus Barga? Y siguió: “…un estilo es una manera y un amaneramiento”. El estilo nunca es perfecto porque se modifica con cada palabra. Por eso no hay límites en el estilo.
¿Qué sucesos te producen mayor indignación? ¿Cuáles te despiertan algún grado de violencia? ¿Y cuáles te hartan instantáneamente? El sufrimiento evitable, que siempre nace de la falta de escrúpulos y de la avaricia de algunos.
Me harta la opinión de la gente sobre cualquier cosa. Los que hablan creyendo que hablar es algo lúcido.
Todo esto me provoca rabia, no sé si violencia…
¿Qué postal (o postales) de tu niñez o de tu adolescencia compartirías con nosotros? Corriendo por el Bosque Petrificado Sarmiento, en nuestra provincia de Chubut, en medio de un silencio necesario.
¿En los universos de qué artistas te agradaría perderte (o encontrarte)? O bien, ¿a qué artistas hubieras elegido o elegirías para que te incluyeran en cuáles de sus obras como personaje o de algún otro modo? Georg Trakl. Anselm Kiefer. Edmond Jabès en sus desiertos. Cervantes en “Don Quijote”. Marcel Schwob.
El silencio, la gravitación de los gestos, la oscuridad, las sorpresas, la desolación, el fervor, la intemperancia: ¿cómo te resultan? ¿Cómo recompondrías lo antes mencionado con algún criterio, orientación o sentido Me gusta el silencio, tal como se habrá notado por respuestas anteriores. Pero también me gusta la representación y las imágenes que nacen de la desolación. Me gusta lo quieto, me gusta aquello que se congrega contra la velocidad de cualquier “producción”, de la fábrica. Me gusta también Giorgio Morandi.
¿A qué artistas en cuya obra prime el sarcasmo, la mordacidad, el ingenio, la acrimonia, la sorna, la causticidad… destacarías? El Miguel de Cervantes de “Don Quijote de la Mancha” y después el “Tristram Shandy” de Laurence Sterne y muchas de las prosas de Jonathan Swift. También el ingenio de Samuel Beckett que se esconde entre los despojos.
¿Qué apreciaciones no apreciás? ¿Qué imprecisiones preferís?... La imprecisión es usualmente parte del estilo y es preferible, es más honesta.
Una apreciación no apreciada es la adulación. ¿Viste que uno en ciertos casos quiere a personas que no valora o valora poco, y que en otros casos valora a personas que no quiere? ¿Esto te perturba, te entristece? ¿Cómo “lo resolvés”? Nada, no me pasa nada. Es así. ¡No veo nada que resolver!
¿El mundo fue, es y será una porquería, como aproximadamente así lo afirmara Enrique Santos Discépolo en su tango “Cambalache”?
Sí, claro. Pero el mundo desarrollado, por esto llamado humanidad, de lo cual no podemos escapar: desde hace unos años se lo denomina Antropoceno, la mano del hombre que modifica todo el sistema en el que está inmerso…; una gran parte de las veces es una modificación negativa, claro. Por la fidelidad y entrega a una causa o proyecto, ¿qué personas (de todos los tiempos y de todos los ámbitos) te asombran? Hay muchos que se me cruzan, pero no me decido y prefiero dejarlo en silencio. Quizá Marie Curie…, hay muchas personas que son buenas.
¿Qué te hace “reír a mandíbula batiente”? La lucidez en una respuesta cómica.
¿Cómo afrontás lo que sea que te produzca suponerte o advertirte, en algunos aspectos o metas, lejos de lo que para vos constituya un ideal? Es que no soy idealista. Creo que cualquier trascendencia se construye en nuestra relación con el mundo. Pero no es una trascendencia que implique un ideal. Es más modesto.
El amor, la contemplación, el dinero, la religión, la política… ¿Cómo te has ido relacionando con esos tópicos? Amor: bien.
Contemplación del desierto, el mar o el bosque bien, pero desde una ciudad es siempre carencia.
Dinero: para vivir, sólo eso.
La religión debe ser fe sin religión, igualmente cuando también falta fe…
La política implica saber dónde uno está y cómo debe comportarse con los otros.
¿A qué obras artísticas —espectáculos coreográficos, films, esculturas, música, pinturas, literatura, propuestas teatrales o arquitectónicas, etc.— calificarías de “insufribles”? Personalmente, no me gusta nada el ballet. Pero en cada una de las manifestaciones hay obras insufribles.
¿Qué calle, qué recorrido de calles, qué pequeña zona transitada en tu infancia o en tu adolescencia recordás con mayor nostalgia o cariño, y por qué?... La cuadra que me llevaba de la casa de fin de semana al club donde jugaba tenis. Una cuadra llena de eucaliptus, sin pavimentar, casi campo. Hoy ya no es eso.
¿Cómo reordenarías esta serie?: “La visión, el bosque, la ceremonia, las miniaturas, la ciudad, la danza, el sacrificio, el sufrimiento, la lengua, el pensamiento, la autenticidad, la muerte, el azar, el desajuste”. Digamos que un reordenamiento, o dos. Y hasta podrías intentar, por ejemplo, una microficción. La ciudad y sus hombres ya son miniaturas.
Me quedo lejos, en la ceremonia y en el bosque.
La visión y la danza son cada sacrificio.
El desajuste de lo que desespera: el azar en la lengua.
El sufrimiento en la autenticidad.
“Donde mueren las palabras” es el título de un filme de 1946, dirigido por Hugo Fregonese y protagonizado por Enrique Muiño. ¿Dónde mueren las palabras?... Las palabras, como decía Ralph Waldo Emerson, pueden ser fósiles. Las palabras quizá mueran en el insulto gratuito, en la necedad y en la intención de imponer una verdad. Luego siempre intentan seguir en movimiento, incluso allí donde hay desierto y piedras.
¿Podés disfrutar de obras de artistas con los que te adviertas en las antípodas ideológicas? ¿Pudiste en alguna época y ya no? Sí, pero tienen que ser geniales. Por lo general, me parece que hay un hiato entre obra y artista en muchos casos.
¿Cómo te cae, cómo procesás la decepción (o lo que corresponda) que te infiere la persona que te promete algo que a vos te interesa —y hasta podría ser que no lo hubieras solicitado—, y luego no sólo no cumple, sino que jamás alude a la promesa? No es mi problema. Olvido bastante rápido, paso a otra cosa.
No concerniendo al área de lo artístico, ¿a quiénes admirás? A los árboles y a la orilla que siempre cambia.
¿Tus pasiones te pertenecen o sos de tus pasiones? Pasiones y entusiasmos. ¿Dirías que has ido consiguiendo, en general, distinguirlos y entregarte a ellos acorde a la gravitación? Por momentos soy bastante racional y creo que cada vez más. Las pasiones me pertenecen. ¿Pertenecen?
¿Qué artistas estimás que han sido alabados desmesuradamente? Muchos, pero no voy a dar nombres. Prefiero pensar en aquellos que han sido infravalorados, como la soprano Leyla Gencer.
¿Acordarías, o algo así, con que es, efectivamente, “El amor, asimétrico por naturaleza”, tal como leemos en el poema “Cielito lindo” de Luisa Futoransky? Siempre, sino sería estar sentado frente a un espejo planísimo.
¿El amanecer, la franca mañana, el mediodía, la hora de la siesta, el crepúsculo vespertino, la noche plena o la madrugada? Hay días que el amanecer es especial y me gusta y cada vez más. Por lo general siempre para escribir o leer preferí la noche.
¿Qué dos o tres o cuatro “reuniones cumbres” integradas por artistas de todos los tiempos y de todas las artes nos propondrías? Shakespeare – Beckett – Sterne. Cervantes – Luis María Panero – Juan-Eduardo Cirlot. Schwob – Pierre de Ronsard – Villon.
Seas o no ajedrecista: ¿qué partida estás jugando ahora?... Backgammon. ______________ Cuestionario respondido a través del correo electrónico: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Lucas Margarit y Rolando Revagliatti, 2020.
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