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Entrevista al veterano artista que sigue en la brecha pese a los embates de la vida

Rufino de Mingo, galardonado en los “Premios Atrevidos” 2024

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Nos reunimos con el artista plástico Rufino de Mingo López a tomar un café y a que nos cuente cómo transcurre su vida en los últimos tiempos.

            

Cuando Hablamos de Rufino de Mingo estamos refiriéndonos a un creador que no ha cejado de concebir obra durante más de cinco décadas en España y allende nuestras fronteras, no en vano este hiperactivo pintor y muralista siempre ha abogado por los proyectos colectivos (desde su pertenencia allá en los 80 al grupo Abanico o al colectivo Caos) por pensar que es así como acaecen las más engendradoras sinergias.

            

Con la humildad y amabilidad de siempre respondió a nuestras preguntas, una vez que recientemente ha obtenido el Premio al Mérito Artístico en el certamen de 2024 de los “Premios Atrevidos”, auspiciado por el Departamento de Lengua Castellana y Literatura del IES Sapere Aude.


RUFINO DE MINGO (1)


-Muy buenas, ¿qué sensaciones te ha producido la concesión del Premio Atrevido al Mérito Artístico?

-La primera sensación fue de sorpresa, ya que no estoy acostumbrado a recibir premios, solo fui finalista en dos ocasiones: una en un premio de dibujo que auspiciaba una empresa de seguros. El ganador fue Manolo Alcorlo, de quien conocía sus dibujos, y me pareció muy justo ganador. En la otra ocasión, algún amigo me inscribió para un premio que una revista de temática gay otorgaba a obras relacionadas con dicho tema, y yo acababa de pintar algunos desnudos masculinos. También llegué a la final en esta ocasión, pero el otro finalista era Roberto González Fernández, estupendo pintor realista que con toda justicia consiguió el premio.

            

El nombre de los “Premios Atrevidos” es curioso, en los países de Centroamérica alguna vez los amigos me dijeron: “Pero qué atrevido eres”, si pensaban que me había sobrepasado (de palabra u obra).

            

Creo que lo más interesante de estos premios es la labor didáctica que los profesores de este instituto llevan a cabo con sus alumnos, a quienes preparan para enfrentarse a la vida desde muy jóvenes a través de la literatura y el arte, y saben mezclar sus trabajos con los de los mayores premiados, produciéndose un encuentro entre distintas generaciones.

            

Al recibir el premio, lo hago reconociendo que muchos otros compañeros lo merecen más que yo.


-¿Cuándo surgió tu vocación artística?

-Creo recordar que en los últimos años que pasé en el pueblo (Escariche, Guadalajara). A los trece, ya cumplidos, me trajeron a trabajar a Madrid y, aburrido del monótono ambiente rural y empezando a ser consciente de la falta de futuro que aquella sociedad podía ofrecer a un chico de mis características familiares y sociales, después de las clases de un estupendo maestro, don Vicente Antón,quien entre otras cosas nos iniciaba en la lectura, me refugiaba en un espacio que ocupaba Falange Española. Allí desarrollaba mi afición por el dibujo, aunque estos fueran de temática nacional-católica. También aprovechaba la privacidad del lugar para empezar a conocer la condición humana.


-Tú llevaste en su momento a una gran cantidad de artistas de todo el mundo a tu pueblo natal, Escariche (en Guadalajara). ¿Qué te movió embarcarte en aquella tremenda aventura? ¿Qué vicisitudes viviste? ¿Qué es lo que más te ha satisfecho, mirado con perspectiva, de aquel proyecto?

-El proyecto “Muralistas de Escariche” se fraguó en una de las tardes que un grupo de amigos pasábamos en el Círculo de Bellas Artes, entre la oficina de AUAM y, si alguien invitaba, en la Pecera.

            

En aquellos días, la AUAM (Asociación de Artista Plásticos) teníamos un espacio cedido como oficina y para las reuniones en el Círculo. Esa institución ha tenido muchos altibajos en su funcionamiento, dependiendo de su presupuesto, y de quién aportaba los fondos. Cuando era más público se podía disfrutar de talleres de grabado, así como de exposiciones varias, y era más accesible para los artistas. También algunos artistas con más nombre daban talleres en los que participé en alguna ocasión; después, cuando las instituciones las invade el capital, colocan a su gente y deja de ser algo social.

            

En la reunión en que comentamos la posibilidad del proyecto, creo recordar que estábamos Mari Carmen Patier, Carmelo Sobrino, Lorenzo Olaverri, Ibirico y el costarricense Rafa Hernández, después de tantos años espero no olvidar el nombre de alguno.

            

A falta de venta de obra, pensamos en hacer algo colectivo, y realizarlo en Escariche, porque disponía de una casa; también pensé que con un proyecto bien plantado quizás en la Junta de Castilla la Mancha podrían ofrecernos alguna ayuda, ya que algunos de los americanos del grupo andaban mal de dinero. Nos recibió José María Barreda, político socialista que en aquellos momentos estaba de responsable de Cultura. Nos dio buenas palabras y buen café, pero el dinero nunca llegó. Sentí mucho que por falta de medios Rafael Fernández no participara, ya que estaba muy involucrado en la idea del proyecto, pero la idea ya había prendido, y en una visita al pueblo acompañado de un grupo de artistas empecé a creer que la descabellada idea podía salir adelante.

            

La primera reacción positiva llegó de parte del pintor puertorriqueño Rafael Rivera-Rosa, con quien yo aprendiera serigrafía en su taller de San Juan: así, de golpe, me comunicó que había decidido aceptar la invitación y en unas semanas apareció en Madrid con parte de su familia y hasta con un ayudante. El grupo de amigos marchamos al pueblo acompañados de mi hermano Benjamín, de Rafael y su esposa, Elena, sus hijos y su ayudante, Yago.

            

En unos días, viendo su potencialidad e incansable trabajo, así como su empatía con los habitantes del pueblo, me hizo sentir que el proyecto ya estaba en marcha.

            

Los días en que esta familia de amigos nos reunimos marcó un antes y un después en mi credo en relación con la solidaridad humana. Después de realizar dos estupendas pinturas, unos artistas insistieron en dejar un fondo para comprar pintura para futuros muralistas con falta de recursos.

            

Después, durante ocho años, llegaron artistas de diecisiete países que realizaron cincuenta obras, y unos años después aparecieron Dany Nicola y Manolo Alcorlo, que también dejaron las suyas.


-De tus muchas series pictóricas, ¿cuál es de la que más orgulloso te sientes?

-Lo de las series te explico: yo utilizo la pintura como un medio de comunicación. Desde muy pronto aprendí que a falta de estudios superiores, como tantos otros de mi generación, la pintura podría suplir tal carencia, y en la evolución lógica del ser humano, con el tiempo cambian los temas que te pueden interesar; hay una serie a la que llamo “Mestizaje”, en la que intervengo obra de otros artistas; en ella llevo trabajando muchos años. Los que critican que me aprovecho de esas obras creo que tienen razón, pues si sé algo en arte, lo he aprendido de los amigos con los que he colaborado.

            

Cada cierto tiempo aparecen temas que nos golpean y si me interesan trato de adaptarlos a mi forma de hacer.

            

No creo en los artistas a los que les funciona un cuadro y lo repiten toda la vida, con distintas variaciones sobre la misma historia, después dan un giro coopernicano y se pasan al abstracto, no lo entiendo pero lo respeto.

            

También hay creadores que repiten actitudes que ya vimos en los ochenta con pintores “americanos, USA”, grandes telas y muchos lotes de pintura industrial. Los americanos tenían una lógica: aparte de ser algo nuevo, tenían una industria que les permitía su imposición a los museos de todo el mundo, pero aquí, por mucho que tengas inversores que te provean de materiales y de salas donde trabajar, apenas hay museos para tamaños tan grandes, véase que no entro a discutir la calidad de esa obra.


-¿Qué no has hecho en el arte que te gustaría hacer?

-Estoy satisfecho con las técnicas con las que he intentado expresarme: pintura, escultura, grabado, murales, collages y libros de artista. Al final todo es lo mismo, solo cambia la técnica y los materiales a utilizar.

            

El devenir de los días y a veces la casualidad te empuja a realizar una obra u otra. Mi contacto con los amigos hispanoamericanos me introdujo al mundo de la gráfica, poniendo a mi disposición sus talleres y después los de las instituciones de sus países, donde me dieron toda clase de facilidades. De todos ellos me considero deudor.

            

El movimiento muralista tiene el encanto de compartir con otras gentes y de ser obra pública. En la escultura me inicié como ayudante de Antonio Villa-Toro. Estábamos en los noventa un grupo de artistas; un grupo de artistas actuábamos con “happiness”, exposiciones e intervenciones de todo tipo en la galería Tate-Tate de Madrid, nos hacíamos llamar el movimiento Caos.

            

Villa-Toro por esos días estaba muy prestigiado y por ello ocupado. Apenas venía por la fundición y sus piezas salían adelante gracias al buen hacer de José Moreno, el fundidor. Yo también ayudaba en lo que podía. Este hombre, José Moreno, fue el culpable de que yo pasara de ayudar en las piezas de Antonio a empezar haciendo mi propia obra.

            

Los libros de artista y collages fueron debidos a la falta de espacio de que disponía en los apartamentos en que habité en París durante casi ocho años. Los inviernos en esa ciudad son muy duros, fríos y con poco sol, y donde mejor se aguantan es encerrado en casa junto a la ventana inventando imágenes de dibujos o collages sobre los libros de viejo comprados en el mercado de Vanves, donde yo los adquiría para usarlos como soporte.


-¿Cuáles han sido y son en la actualidad tus principales referentes artísticos?

-Mis referentes artísticos fueron en un principio los impresionistas; después me deslumbró Caravaggio y sus claroscuros, así como la historia de su vida, la sensualidad de los colores de Veronese…

            

De mis coetáneos admiro los dibujos de Alcorlo y la imparable búsqueda de Carmén Pagés; también he de mencionar la impronta de la venezolana Vivian Asapche.


-¿Cómo definirías tu estilo artístico?

-No creo tener un estilo artístico determinado… Si sale con barba, San Antón, y si no, la Purísima...


-¿Qué supone la actividad artística para ti?

-Para mí el arte es todo. Trabajé en diversos trabajos toda mi vida para poder pintar. A través de mis obras puedo expresar lo que me preocupa y lo que amo. No sé si soy suficientemente didáctico, sé que mi obra no es la mejor, pero me vale el seguir intentándolo.


-Cuéntanos alguna anécdota curiosa de tu trayectoria artística.

-Como anécdota contaré que he tenido problema con todas mis parejas por el olor a trementina y otros materiales; no pierdo la esperanza de encontrar a alguien a quien no le moleste tan intenso olor.


-¿Querrías añadir algo más?

-Toda mi vida respeté la opinión de los otros aunque no la compartiera, pero también me gusta opinar sobre las cosas acerca de las que pueda tener un criterio… saber callar es muy importante, aunque no sé si esa pudiera ser mi asignatura pendiente...

Rufino de Mingo, galardonado en los “Premios Atrevidos” 2024

Entrevista al veterano artista que sigue en la brecha pese a los embates de la vida
Diego Vadillo López
viernes, 5 de abril de 2024, 10:48 h (CET)

Nos reunimos con el artista plástico Rufino de Mingo López a tomar un café y a que nos cuente cómo transcurre su vida en los últimos tiempos.

            

Cuando Hablamos de Rufino de Mingo estamos refiriéndonos a un creador que no ha cejado de concebir obra durante más de cinco décadas en España y allende nuestras fronteras, no en vano este hiperactivo pintor y muralista siempre ha abogado por los proyectos colectivos (desde su pertenencia allá en los 80 al grupo Abanico o al colectivo Caos) por pensar que es así como acaecen las más engendradoras sinergias.

            

Con la humildad y amabilidad de siempre respondió a nuestras preguntas, una vez que recientemente ha obtenido el Premio al Mérito Artístico en el certamen de 2024 de los “Premios Atrevidos”, auspiciado por el Departamento de Lengua Castellana y Literatura del IES Sapere Aude.


RUFINO DE MINGO (1)


-Muy buenas, ¿qué sensaciones te ha producido la concesión del Premio Atrevido al Mérito Artístico?

-La primera sensación fue de sorpresa, ya que no estoy acostumbrado a recibir premios, solo fui finalista en dos ocasiones: una en un premio de dibujo que auspiciaba una empresa de seguros. El ganador fue Manolo Alcorlo, de quien conocía sus dibujos, y me pareció muy justo ganador. En la otra ocasión, algún amigo me inscribió para un premio que una revista de temática gay otorgaba a obras relacionadas con dicho tema, y yo acababa de pintar algunos desnudos masculinos. También llegué a la final en esta ocasión, pero el otro finalista era Roberto González Fernández, estupendo pintor realista que con toda justicia consiguió el premio.

            

El nombre de los “Premios Atrevidos” es curioso, en los países de Centroamérica alguna vez los amigos me dijeron: “Pero qué atrevido eres”, si pensaban que me había sobrepasado (de palabra u obra).

            

Creo que lo más interesante de estos premios es la labor didáctica que los profesores de este instituto llevan a cabo con sus alumnos, a quienes preparan para enfrentarse a la vida desde muy jóvenes a través de la literatura y el arte, y saben mezclar sus trabajos con los de los mayores premiados, produciéndose un encuentro entre distintas generaciones.

            

Al recibir el premio, lo hago reconociendo que muchos otros compañeros lo merecen más que yo.


-¿Cuándo surgió tu vocación artística?

-Creo recordar que en los últimos años que pasé en el pueblo (Escariche, Guadalajara). A los trece, ya cumplidos, me trajeron a trabajar a Madrid y, aburrido del monótono ambiente rural y empezando a ser consciente de la falta de futuro que aquella sociedad podía ofrecer a un chico de mis características familiares y sociales, después de las clases de un estupendo maestro, don Vicente Antón,quien entre otras cosas nos iniciaba en la lectura, me refugiaba en un espacio que ocupaba Falange Española. Allí desarrollaba mi afición por el dibujo, aunque estos fueran de temática nacional-católica. También aprovechaba la privacidad del lugar para empezar a conocer la condición humana.


-Tú llevaste en su momento a una gran cantidad de artistas de todo el mundo a tu pueblo natal, Escariche (en Guadalajara). ¿Qué te movió embarcarte en aquella tremenda aventura? ¿Qué vicisitudes viviste? ¿Qué es lo que más te ha satisfecho, mirado con perspectiva, de aquel proyecto?

-El proyecto “Muralistas de Escariche” se fraguó en una de las tardes que un grupo de amigos pasábamos en el Círculo de Bellas Artes, entre la oficina de AUAM y, si alguien invitaba, en la Pecera.

            

En aquellos días, la AUAM (Asociación de Artista Plásticos) teníamos un espacio cedido como oficina y para las reuniones en el Círculo. Esa institución ha tenido muchos altibajos en su funcionamiento, dependiendo de su presupuesto, y de quién aportaba los fondos. Cuando era más público se podía disfrutar de talleres de grabado, así como de exposiciones varias, y era más accesible para los artistas. También algunos artistas con más nombre daban talleres en los que participé en alguna ocasión; después, cuando las instituciones las invade el capital, colocan a su gente y deja de ser algo social.

            

En la reunión en que comentamos la posibilidad del proyecto, creo recordar que estábamos Mari Carmen Patier, Carmelo Sobrino, Lorenzo Olaverri, Ibirico y el costarricense Rafa Hernández, después de tantos años espero no olvidar el nombre de alguno.

            

A falta de venta de obra, pensamos en hacer algo colectivo, y realizarlo en Escariche, porque disponía de una casa; también pensé que con un proyecto bien plantado quizás en la Junta de Castilla la Mancha podrían ofrecernos alguna ayuda, ya que algunos de los americanos del grupo andaban mal de dinero. Nos recibió José María Barreda, político socialista que en aquellos momentos estaba de responsable de Cultura. Nos dio buenas palabras y buen café, pero el dinero nunca llegó. Sentí mucho que por falta de medios Rafael Fernández no participara, ya que estaba muy involucrado en la idea del proyecto, pero la idea ya había prendido, y en una visita al pueblo acompañado de un grupo de artistas empecé a creer que la descabellada idea podía salir adelante.

            

La primera reacción positiva llegó de parte del pintor puertorriqueño Rafael Rivera-Rosa, con quien yo aprendiera serigrafía en su taller de San Juan: así, de golpe, me comunicó que había decidido aceptar la invitación y en unas semanas apareció en Madrid con parte de su familia y hasta con un ayudante. El grupo de amigos marchamos al pueblo acompañados de mi hermano Benjamín, de Rafael y su esposa, Elena, sus hijos y su ayudante, Yago.

            

En unos días, viendo su potencialidad e incansable trabajo, así como su empatía con los habitantes del pueblo, me hizo sentir que el proyecto ya estaba en marcha.

            

Los días en que esta familia de amigos nos reunimos marcó un antes y un después en mi credo en relación con la solidaridad humana. Después de realizar dos estupendas pinturas, unos artistas insistieron en dejar un fondo para comprar pintura para futuros muralistas con falta de recursos.

            

Después, durante ocho años, llegaron artistas de diecisiete países que realizaron cincuenta obras, y unos años después aparecieron Dany Nicola y Manolo Alcorlo, que también dejaron las suyas.


-De tus muchas series pictóricas, ¿cuál es de la que más orgulloso te sientes?

-Lo de las series te explico: yo utilizo la pintura como un medio de comunicación. Desde muy pronto aprendí que a falta de estudios superiores, como tantos otros de mi generación, la pintura podría suplir tal carencia, y en la evolución lógica del ser humano, con el tiempo cambian los temas que te pueden interesar; hay una serie a la que llamo “Mestizaje”, en la que intervengo obra de otros artistas; en ella llevo trabajando muchos años. Los que critican que me aprovecho de esas obras creo que tienen razón, pues si sé algo en arte, lo he aprendido de los amigos con los que he colaborado.

            

Cada cierto tiempo aparecen temas que nos golpean y si me interesan trato de adaptarlos a mi forma de hacer.

            

No creo en los artistas a los que les funciona un cuadro y lo repiten toda la vida, con distintas variaciones sobre la misma historia, después dan un giro coopernicano y se pasan al abstracto, no lo entiendo pero lo respeto.

            

También hay creadores que repiten actitudes que ya vimos en los ochenta con pintores “americanos, USA”, grandes telas y muchos lotes de pintura industrial. Los americanos tenían una lógica: aparte de ser algo nuevo, tenían una industria que les permitía su imposición a los museos de todo el mundo, pero aquí, por mucho que tengas inversores que te provean de materiales y de salas donde trabajar, apenas hay museos para tamaños tan grandes, véase que no entro a discutir la calidad de esa obra.


-¿Qué no has hecho en el arte que te gustaría hacer?

-Estoy satisfecho con las técnicas con las que he intentado expresarme: pintura, escultura, grabado, murales, collages y libros de artista. Al final todo es lo mismo, solo cambia la técnica y los materiales a utilizar.

            

El devenir de los días y a veces la casualidad te empuja a realizar una obra u otra. Mi contacto con los amigos hispanoamericanos me introdujo al mundo de la gráfica, poniendo a mi disposición sus talleres y después los de las instituciones de sus países, donde me dieron toda clase de facilidades. De todos ellos me considero deudor.

            

El movimiento muralista tiene el encanto de compartir con otras gentes y de ser obra pública. En la escultura me inicié como ayudante de Antonio Villa-Toro. Estábamos en los noventa un grupo de artistas; un grupo de artistas actuábamos con “happiness”, exposiciones e intervenciones de todo tipo en la galería Tate-Tate de Madrid, nos hacíamos llamar el movimiento Caos.

            

Villa-Toro por esos días estaba muy prestigiado y por ello ocupado. Apenas venía por la fundición y sus piezas salían adelante gracias al buen hacer de José Moreno, el fundidor. Yo también ayudaba en lo que podía. Este hombre, José Moreno, fue el culpable de que yo pasara de ayudar en las piezas de Antonio a empezar haciendo mi propia obra.

            

Los libros de artista y collages fueron debidos a la falta de espacio de que disponía en los apartamentos en que habité en París durante casi ocho años. Los inviernos en esa ciudad son muy duros, fríos y con poco sol, y donde mejor se aguantan es encerrado en casa junto a la ventana inventando imágenes de dibujos o collages sobre los libros de viejo comprados en el mercado de Vanves, donde yo los adquiría para usarlos como soporte.


-¿Cuáles han sido y son en la actualidad tus principales referentes artísticos?

-Mis referentes artísticos fueron en un principio los impresionistas; después me deslumbró Caravaggio y sus claroscuros, así como la historia de su vida, la sensualidad de los colores de Veronese…

            

De mis coetáneos admiro los dibujos de Alcorlo y la imparable búsqueda de Carmén Pagés; también he de mencionar la impronta de la venezolana Vivian Asapche.


-¿Cómo definirías tu estilo artístico?

-No creo tener un estilo artístico determinado… Si sale con barba, San Antón, y si no, la Purísima...


-¿Qué supone la actividad artística para ti?

-Para mí el arte es todo. Trabajé en diversos trabajos toda mi vida para poder pintar. A través de mis obras puedo expresar lo que me preocupa y lo que amo. No sé si soy suficientemente didáctico, sé que mi obra no es la mejor, pero me vale el seguir intentándolo.


-Cuéntanos alguna anécdota curiosa de tu trayectoria artística.

-Como anécdota contaré que he tenido problema con todas mis parejas por el olor a trementina y otros materiales; no pierdo la esperanza de encontrar a alguien a quien no le moleste tan intenso olor.


-¿Querrías añadir algo más?

-Toda mi vida respeté la opinión de los otros aunque no la compartiera, pero también me gusta opinar sobre las cosas acerca de las que pueda tener un criterio… saber callar es muy importante, aunque no sé si esa pudiera ser mi asignatura pendiente...

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