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Fernando Jáuregui
La semana política
Fernando Jáuregui

La vuelta al mundo desde Moncloa en 180 minutos

MADRID, 13 (OTR/PRESS) ¿Consiste la democracia ideal en reunirse durante media hora con cada líder parlamentario, precisamente cuando el mundo se estremece ante el huracán desatado por la evidente alianza entre Trump y Putin? Es lo que hizo este jueves el presidente Pedro Sánchez con sus socios -hasta ahora, al menos- y rivales, Vox excluido: explicarles cómo andan las cosas por el planeta en general y por Europa en particular, sumidos en una crisis que no tiene precedentes en el último medio siglo. Y no: no creo que esta vuelta al mundo desde el palacio presidencial, en ciento ochenta minutos dedicados a contar a ocho líderes políticos lo que 'de veras' está pasando en la esfera internacional en estos dos meses que nos hacen temblar, sea lo que corresponde a las exigencias que reclamamos en una democracia.

En primer lugar, debo decir que no me parece mal la convocatoria en Moncloa, eso sí, mal preparada y peor ejecutada. Contra otros dictámenes, pienso que Feijoo y los demás tendrían que haber ido, y fueron, y creo que es un déficit no haber convocado a un partido, como Vox, que representa tres millones de votos, por muy extremados y antieuropeos que sean los del partido regentado por Abascal. Dedicar una ridícula media hora a cada uno de ellos parece casi un desplante. No haberlo hecho en el Congreso de los Diputados, previa convocatoria de un debate sobre el estado de la nación, es una anomalía más en nuestra cada vez más deficiente democracia.

Que todo esto haya ocurrido precisamente cuando nuestro vecino Portugal acaba de darnos una nueva lección de política al haberse sometido su primer ministro a una moción de confianza, que ha perdido, por haber sido acusado de apariencia de una corruptela pienso que es algo que debe meditarse en los ámbitos de La Moncloa. Ya lo hizo el anterior primer ministro, el socialista Antonio Costa, luego exonerado de las acusaciones de malas prácticas económicas, y ahora lo hace el conservador Montenegro, sometiéndose a unas nuevas elecciones en mayo. Más o menos lo que, por otros motivos, estrictamente políticos, hizo el socialdemócrata alemán Scholz, que ha perdido muy dignamente las elecciones, y no menos dignamente se ha retirado para dar paso a una gran coalición, imprescindible para evitar la participación de la ultraderecha en cualquier gobierno. Y para fortalecerse frente a la amenaza que para la UE y para cada uno de nosotros representa la entente Trump/Putin.

Todo esto aún suena a chino en los oídos de la política española, en general, y del Gobierno, muy en particular. Tiene razón Feijoo cuando dice que España no puede permitirse un gobierno permanentemente en vilo, que ni siquiera presenta unos Presupuestos -violando la Constitución, por cierto- porque no puede hacerlos aprobar. ¿Cómo implementar unos presupuestos en defensa sin tener el marco de las cuentas generales del Estado? Toma ya otra deficiencia democrática, junto al dominio que sobre la situación tiene un prófugo cuyo objetivo es destruir al Estado. O junto a los recortes 'interesados', exigidos por el prófugo, en el Código Penal. O los presuntamente obvios chanchullos de la Fiscalía, o los 'defectos' en la formación del Tribunal Constitucional, o la obvia trivialización del papel del Legislativo...

Para qué seguir. Feijoo, tras salir de su reunión en La Moncloa, aseveró que no puede tomarse en serio un plan (el del rearme) que no existe. O que no ha sido explicado: "la defensa en Europa y en España no se despacha en treinta minutos", se lamentó el presidente del PP, que sospecha, dice, que Sánchez pretende gobernar prescindiendo de las Cortes generales. No lo sé. Si sé que sigo envidiando a mis dos modelos de democracia, que son Alemania y Portugal, naciones ambas, ya digo, donde su jefe de Gobierno ha demostrado que no se aferra a la alfombra roja del poder al sentir perdida la mayoría en el Parlamento.

En resumen, creo que España cada día está más lejos de las naciones democráticamente más punteras de Europa, de la misma manera que pienso que eso que ha dado en llamarse 'clase política' no está, en nuestro país, a la altura. Qué le vamos a hacer, aunque la verdad es que hay mucho que hacer.

Tengo para mí, aunque en este terreno siempre puedes o pueden equivocarte, que la mal llamada 'cumbre' de este jueves entre Sánchez y Feijoo puede que no resulte tan, tan borrascosa como la patente antipatía del uno hacia el otro podría hacer suponer. Incluso puede que otras de las reuniones del presidente este jueves en Moncloa resulten más broncas que la que mantendrá con el presidente del Partido Popular. Lo digo porque creo detectar en las dos principales formaciones políticas nacionales la convicción de que esto no puede seguir así: si democristianos, liberales y socialdemócratas europeos acuerdan sus políticas sobre el rearme, considerado imprescindible por quienes dirigen la UE, no tiene sentido que las mismas ideologías se peleen en los Estados miembros de la Unión por el mismo motivo. Y la verdad es que España, hoy por hoy, es un ejemplo de formaciones mal avenidas.

13 de marzo de 2025.

Nunca compartiré algunas críticas de mis colegas a viajes 'innecesarios' y hasta, se ha dicho, 'inventados' de Pedro Sánchez a diversos países extranjeros, con el fin, dicen tales críticos, de 'escabullirse' de las sesiones de control parlamentario. Lleva, sí, un año sin acudir a las del Senado y esta semana un desplazamiento a Finlandia y Luxemburgo le permite 'saltarse' la sesión de control parlamentario al Gobierno en el Congreso.

11 de marzo de 2025.

Algunas encuestas en los últimos días resultan significativas: la insistencia en la necesidad de un rearme europeo hace que una mayoría de españoles se muestre decididamente inclinado a incrementar sustancialmente el gasto en defensa: un 52 por ciento están a favor, de los cuales más de sesenta por ciento son hombres y un 62,6 mayores de 65 años. Es decir, que, si se mira con calma, la sociedad está dividida: el 40 por ciento de las mujeres y el 41 por ciento de las personas entre treinta y cuarenta y cuatro años piensan que nuestro país no debe acelerar el gasto militar, destacando el socio del Gobierno de Pedro Sánchez Sumar, el 62 por ciento de cuyos votantes piensa que de ninguna manera habría que dedicar más dinero a armarse.

10 de marzo de 2025.

Ignoro de dónde han sacado algunos en el Partido Popular que Pedro Sánchez, en su encuentro con los líderes de los partidos parlamentarios el próximo jueves, solo les dedicará veinte minutos a cada uno de ellos. Puede que el protocolo monclovita así se lo haya hecho llegar a socios y rivales, pero, si verdaderamente esta limitación de tiempo existe, creo que más valdría no celebrar unos encuentros que, en el caso de Núñez Feijoó, son los primeros que el presidente del Gobierno celebra en muchos meses. Veinte minutos, con la que nos está cayendo, es literalmente nada si se veras hay que pactar las cosas y dejarlas listas para el Nuevo Orden Mundial, así, con mayúsculas.

9 de marzo de 2025.

Salió Pedro Sánchez a informar a los periodistas españoles congregados en Bruselas en la noche del jueves acerca del resultado de la ‘cumbre’ informal del Consejo Europeo. Seguí la intervención al completo desde una radio, donde reconocí que Sánchez tiene buenas dotes oratorias, que casi convence en ocasiones, y que sabe utilizar las palabras precisas para definir algunos conceptos y, más significativamente, para enmascarar otros. Porque de pronto caí en la cuenta de que, en su intervención ante los medios, explicando los acuerdos adoptados por los dirigentes de la UE y analizando la situación creada por las últimas intervenciones de Putin, Sánchez olvidó citar una palabra, una sola, acaso la más importante: Trump.

8 de marzo de 2025.

Una de las fotos de los últimos días ha sido una de este domingo, de Pedro Sánchez abrazando efusivamente a Zelenski en la ‘cumbre’ europea—más Canadá—de Londres, convocada por el ‘premier’ laborista Starmer. El presidente español no da puntada sin hilo: sabe que esa imagen, portada en algunos periódicos españoles, se ha analizado en Washington y en Moscú. No porque Sánchez forme parte, que no, de la ‘locomotora’ europea, que protagonizan ahora Macron y Starmer –y, en el otro lado, Meloni--, sino porque es, me parece, la ‘bestia negra’ de la Administración Trump; es el líder, encima presidente de la Internacional Socialista, que más lejos parece estar llegando, aunque sin citar por su nombre al presidente americano, en su oposición a lo que el inquilino de la Casa Blanca y el Kremlin representan, hacen y dicen.

4 de marzo de 2025.
 
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