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Fernando Jáuregui
La semana política
Fernando Jáuregui Campuzano nació en 1950 en Santander y estudió Derecho y Periodismo en Madrid. Lleva 32 años dedicado a tareas informativas, habiendo desempeñado diversos cargos en Europa Press, Informaciones, Diario 16, El País, El Periódico, El Independiente, Ya y El Correo. En la actualidad colabora en ABC y en Colpisa, y dirige la revista Más-Más y los sitios digitales Ocio Crítico, Diario Crítico y Diario Hispanoargentino. Ha sido corresponsal de EFE en Naciones Unidas (Ginebra), de Pyresa y de otros medios en Lisboa durante la revolución de los claveles. En radio ha colaborado con COPE, RNE y actualmente con Onda Cero. También colabora en Telemadrid y Telecinco, donde ha sido subdirector de Informativos y director del programa 'Mesa de Redacción'. Ha publicado 18 libros sobre actualidad e historia contemporánea, el último de ellos 'Cinco horas y toda una vida con Fraga'. Fue directivo de la Asociación de la Prensa de Madrid y ahora es miembro de la directiva del Club Internacional de Prensa. Ha sido subjefe de prensa del Ministerio de Hacienda (con el ministro Jaime García Añoveros), director de comunicación del Ayuntamiento de Madrid (con el alcalde Juan Barranco) y director general de comunicación de la ONCE.
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MADRID, 9 (OTR/PRESS)Algunos periódicos, no solo europeos, han llegado a titular este domingo, cuándo se cumplían veinte días del mandato de Trump, con frases similares a esta: "Trump hace temblar el sistema". Se ha colado por todas las rendijas, y en todas ellas ha infundido al menos el temblor ante lo desconocido y descontrolado: sí, se ha colado en las páginas de los periódicos, en los despachos de las grandes empresas, en las convenciones de la ultraderecha europea y en los premios Goya, donde Ricard Gere le ha llamado "matón". Ahora, el presidente norteamericano llega, como ocurre esta semana en las Cortes españolas, a los parlamentos. Aunque, en mi opinión, de manera insuficiente.
A mí al menos no me basta con que en la sesión de control parlamentario, con la que se inaugura el miércoles en este 2025 esta modalidad cada vez más banal e intrascendente de debatir en el Legislativo, la diputada de Podemos Ione Belarra pregunte a la vicepresidenta Montero sobre la "deriva fascista" de Trump y qué piensa en Ejecutivo hacer al respecto; ni me parece suficiente que Gabriel Rufián, el portavoz de Esquerra, pregunte cómo afronta el Gobierno esta "ola reaccionaria". Ni que, en el otro extremo, Santiago Abascal inquiera al presidente del Gobierno por las relaciones con los "socios internacionales naturales", que son, claro, los Estados Unidos de Trump, que el líder de Vox venera. Y, por cierto, menos aún me satisface que el PP siga eludiendo como puede el tema que conmociona a todas las cancillerías, a todas las redacciones, a los ciudadanos más conscientes: ¿qué nos depara la 'era Trump'?.
Yo pienso que, si de verdad esta 'era Trump' es capaz de hacer temblar el sistema, las Bolsas, el comercio y las relaciones diplomáticas mundiales, es en los Parlamentos, por encima de otros foros, donde ha de discutirse acerca de lo que se puede y debe hacer. Las Cortes españolas son, aunque a veces se olvide, el arquitrabe de nuestra democracia, mucho más que el Ejecutivo o incluso que los propios jueces. O que los medios de comunicación, claro. No puede ser que, al amparo de un calendario legislativo demasiado perezoso y de una concepción de lo que ha de ser el poder Legislativo cuando menos acaparadora por parte del Ejecutivo, el Congreso y el Senado, enfrentados a muerte, se dediquen a mirarse los respectivos ombligos, olvidando los ombligos colectivos. O dediquen el debate estelar de esta semana a la menopausia, palabra de honor.
Cuando vemos que, parafraseando el titular del famoso libro de John Reed, en veinte días ha cambiado bruscamente el mundo, y aún no se ha justificado una convocatoria parlamentaria extraordinaria, ¿qué es entonces lo que justificaría una tal convocatoria? ¿Acaso no merece la pena debatir, involucrando en ello a todas las fuerzas parlamentarias, sobre una acción que, dentro de la Unión Europea --de 'esta' UE, no de la que quieren los de Patriot--, unifique las iniciativas frente a lo que nos pueda venir de la Administración republicana estadounidense?¿Hay algún momento que merezca más esa cantada, pero jamás concretada, unidad de acción en la política exterior entre los grandes partidos nacionales?
No sé qué saldrá del rifirrafe de la sesión del miércoles de control parlamentario al Gobierno en la Cámara Baja; nada, como siempre, probablemente. Acusaciones mutuas entre la izquierda y la derecha, con beneficio para los más extremistas, que son, ya digo, antieuropeístas, al menos tal y como está ahora Europa. Mecanismos como el debate sobre el estado de la nación, que sirven para concienciar a la opinión pública y a la débil sociedad civil, no se emplean con la suficiente celeridad, o se hace tarde y mal, en nuestra pachucha actividad parlamentaria. Algún día pagaremos, en criptomonedas democráticas, también eso. Y mientras, Trump hace temblar el sistema, como dicen los titulares. Pues eso: temblemos después de haber reído, como decía una sección en aquella revista de humor, La Codorniz, ay, tan olvidada.
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Pues sí: seguramente muchos opinan que el mundo está en peligro. Una oleada de filósofos y pensadores, desde Noah Harari a Byung-Chul Han o Acemoglu, vienen pronosticando el fin de esta civilización, acelerada de la mano de un arma como la Inteligencia Artificial controlada por unos poderosos sin escrúpulos ni medida. Pero la voz más resonante en los últimos días ha sido la de Ricard Gere, el actor que en la noche de este sábado recibió un premio Goya internacional y que es uno de esos pocos personajes que se pueden permitir hablar claro contra "los payasos millonarios" sin temor a que le censuren en las redes sociales o le suban los aranceles. Es verdad que puede que en la ceremonia de los Oscar no hubiese podido mostrarse tan explícito como en Granada con los Goya, pero así están las cosas.
9 de febrero de 2025.
Fin de semana de 'política alternativa', si queremos llamarla así, en España: con una 'cumbre' de la ultraderecha en Madrid, con intervención estelar del húngaro pro Putin Viktor Orban, de la mano de Abascal, por un lado; y, por otro, 'cumbre' abertzale -aún se dice así ¿no?- de EH Bildu, que celebra su III congreso en Pamplona, iniciando una era en la que Arnaldo Otegi reforzará su liderazgo. Nada que ver un acto con otro, obviamente... excepto que estamos ante la muestra de que el bipartidismo se difumina por su propia culpa, por su falta de entendimiento mutuo. Alguien debería meditar sobre que solamente en España y Alemania hay ya partidos conservadores -no ultraconservadores- fuertes en la UE. Y en que la socialdemocracia solo es ya fuerte, dentro de la Unión Europea, en España.
8 de febrero de 2025.
Ando lejos de figurar entre quienes todo lo critican en la política exterior española. Creo que el ministro Albares, nuestro jefe de la diplomacia nacional, es persona activa y con ideas. A veces, quizá con demasiadas ideas, como ahora veremos. Y es también, lo dicen todos por los pasillos del Ministerio, orgulloso y colérico: es capaz de cesar a un embajador por haber dado una cabezada somnolienta cuando el señor ministro pronunciaba un discurso, o de echar de su puesto a otro por haber escrito en un periódico algo que al señor ministro no le gustaba. Pero hay que reconocerle un bastante buen hacer en Europa, de la mano, eso sí, de Pedro Sánchez. Lo que ocurre es que los incendios se multiplican y los bomberos son pocos. Así que...
7 de febrero de 2025.
Sí, ya sé que el próximo embajador norteamericano en España será el empresario Benjamín León, de ascendencia cubana y de ochenta años de edad, entre cuyos escasos méritos 'diplomáticos' se encuentra haber financiado con bastante generosidad una parte de la campaña de Donald Trump. Pero en círculos diplomáticos se comenta con no poca insistencia que el 'hombre de Trump' (y, por el momento, de Elon Musk) en España no tendrá que ver ni con las cámaras de comercio, ni con organizaciones bilaterales de carácter económico o cultural, ni menos con el Ministerio de Exteriores: de hecho, el 'hombre del secretario de Estado norteamericano', Marco Rubio, será... Santiago Abascal.
6 de febrero de 2025.
Escribo desde Andalucía. La semana pasada estuve en Galicia, Cantabria y, poco antes, en Aragón, En todas partes recibí idéntica respuesta a la misma pregunta que yo formulaba: no, en ninguno de los sitios citados, ni en otros en los que consulté, existe tanta crispación política como en Madrid. El crispódromo, donde a Isabel Díaz Ayuso la presentan los de enfrente como el paradigma de la 'derechona' y a Oscar López casi como un bolchevique que osa levantar el brazo cuando clausura 'su' congreso del PSOE madrileño. Sospecho que todo esto en el resto de España importa poco, en Europa nada y en el mundo mundial se parten de risa cuando les dices que López se cree el paradigma de la izquierda y que Ayuso se presta a chirigotas en una televisión con un dizque humorista que va disfrazado de Trump (¿López? ¿Ayuso? Who are they?).
5 de febrero de 2025.
Digámoslo sin rodeos: los sindicatos no convencen al personal. Cuarenta manifestaciones convocadas en toda España este domingo no lograron reunir, entre todas ellas, ni a tres mil personas, como mucho. Los objetivos de la convocatoria no estaban claros -o mejor, fueron modificados a toda prisa a última hora- y la gente, tengo la impresión, cada vez ve más difusos los mensajes y objetivos de los sindicatos 'clásicos' y 'de clase'; y de los otros ya ni hablamos.
4 de febrero de 2025.
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