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Excúsenme si para expresar gráficamente lo que está ocurriendo en España, acudo a una de las imágenes, que entre los recuerdos de mi niñez, tengo grabadas. El calendario debería mostrarnos la España de la postguerra. Más o menos, mediada la década de los años cuarenta del siglo pasado. La España paupérrima, que tras una conflagración entre hermanos, heredamos millones de españoles.
¿Quién sabe si las cucarachas huyen del fuego y se refugien en nuestras casas? El grano ucraniano tarda una eternidad en llegar a no sé que puerto turco. Después de veinte años del ataque a las torres gemelas parece que han encontrado y asesinado a un ayatolá. No parece sea ninguna buena contribución a la paz.
En esto de los parámetros todavía queda mucho por dilucidar. De esa tarea pendiente forma parte el cómo calibremos el trecho existente desde la velocidad a la precipitación, o en el sentido inverso, de la parsimonia a la dejadez; no obstante, de dichas evaluaciones derivará gran parte de las alegrías o las penas conquistadas.
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