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Busco la definición de “bon vivant” y encuentro que a la personalidad de Fernando Sánchez Dragó le va –así se decía antes- “como guante a la mano”. Se ajusta a la perfección. Había en él un cierto epicureísmo contagioso y una agilidad expresiva que podrían hacer pasar por superficiales muchas de sus opiniones, aunque nada se encontrara más lejos de la realidad.
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