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La mascarilla nos oculta gran parte del rostro, más del que deseamos ver, o dejar ver. Si añadimos unas gafas de sol, propias del tiempo primaveral que medio disfrutamos, una gorra que llegue hasta las cejas, un vestuario poco común, somos desconocidos a todas luces, nunca mejor dicho, en periodo de toque de queda, lo de las luces.
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