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Podemos imaginar, discurrir que, mañana nos veremos. Ese día eran las diez y treinta minutos de la noche, el espejo estaba agotado, tartamudeaba, había sido víctima, por ello cambió de lugar, de esta situación nadie en la casa se había percatado, todos dormían plácidamente mientras llovía a raudales en la florida ciudad, y sorpresivamente las campanas de la parroquia repicando, no se sabía por qué.
Soy Ita, mal y bien lo pasé, quiero volar pero soy de tierra, dos piernas muevo, quiero irme pero tengo que desplazarme, y ellos sí, ellos y a ellos les pido que me permitan respirar profundamente...
Seguiré investigando lo del interruptor de mi almacén, lo mismo abre alguna puerta secreta que me traslada directamente a la pasarela de Nueva York, ¿veis? Ya me he dejado llevar por mi imaginación.
La identidad es algo que permanece a lo largo del tiempo, aunque nuestra mente cambie y la forma de ser se vaya transformando paulatinamente, con el transcurso del tiempo. La fuerza y potencia de la imaginación ha sido ensalzada por Einstein y por numerosos filósofos, entre ellos Emilio Lledó.
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