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Los cristianos estamos inmersos en los días más apasionantes y evocadores de nuestra fe. Cada escena de la vida de Jesucristo que conmemoramos desde el Domingo de Ramos al de Resurrección, nos traslada al sublime mensaje que, desde hace más de dos mil años, el Hijo de Dios nos repite una y otra vez: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás” (San Juan 11,25-26).
Estás dos variantes siempre me han llamado poderosamente la atención, y es la fecha nadie me ha podido dar una certera respuesta, más sin embargo, ahí pernoctan en nuestra Santa Biblia. Es una lógica, que hasta el más ignaro sabe quién será el traidor (es) lo que sucede es, existe la tradición dejar correr el agua fétida, no debería ser así, pero la profecía se está cumpliendo y seguirá en todos los tiempos, que un asociado íntimo será.
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