| ||||||||||||||||||||||
Sólo el poder anotador de Carroll (15 puntos en el cuarto final) espantó fantasmas, desatascó al Real Madrid y desactivó al Khimki.
Con la vuelta del esloveno, y tras asentarse el prometedor base blanco, el Real Madrid recuperó la autoestima y la alegría en su juego, así como una mayor fortaleza defensiva, su verdadero talón de Aquiles desde el comienzo, puesto que en el primer cuarto, su zona -a pesar del anticipado regreso de Randolph- era un coladero: 18 de los 25 primeros puntos del Khimki.
|