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Escribir novela romántica es una tarea bastante más ardua de lo que parece. No solo hay que llamar la atención de las lectoras, el género más proclive a este tipo de historias, sino colmar sus expectativas y regalarles un final que no se esperen. Como para encima proponerse llegar al género masculino, que, por lo general, es poco dado a acercarse a los libros que huelen a romance. Pero Lucia Cojocaru no teme a los desafíos.
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