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Después me convertí: en un ángel vestido de blanco y rosa que besa el cielo, en una amapola roja en una hermosa pradera que todos cuidan, en un trébol de cuatro hojas que trae la mejor de las suertes, en el almíbar del melocotón enlatado, en un caramelo de fresa y nata o de café con leche, en el chocolate con churros de una noche de invierno en la que hace frío, en el león de nuestra selva, y en tu gran amor, mi Leonardo.
Ana Guerra hace un repaso a su carrera, buscando compartir con sus seguidores la experiencia de una niña que desde los 7 años soñó con ser cantante.
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