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La palabra pecado proviene del vocablo latino peccatum, que tanto para Cicerón como Virgilio tiene el significado de acción culpable, falta, culpa, delito, por lo que se le da un valor ético negativo.
Como anuncié en mi anterior artículo, también creo en la Iglesia, la que anunció Jesucristo y difundieron por el mundo aquellos rudos pescadores de Galilea, pero sin arreglos ni maquillajes, la que sigue el impulso del Espíritu Santo, dispuesto siempre a repartir sus dones, aunque muchos no quieran recibirlos para poder seguir sus propias ideas.
Somos pecadores porque nos va bien, pensamos que nadie lo notará. Pero los justos juzgarán a los que no lo son, no habrá cárcel pero sí cadena perpetua de esclavitud y pena. Lo haremos todos los días, yo también seré juzgada pues soy mala y moriré de dolor cuando me de, por fin, cuenta.
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