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Como todo el mundo habréis conocido ya, el pasado domingo se celebraba en Madrid una mascletá que tuvo rechazo incluso a nivel internacional y cuyas consecuencias estaban claras, pero ni el juzgado ni ningún organismo quiso pararlo. Fueron casi diez minutos de traca con 300 kilos de pólvora derivados de una apuesta del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, junto a una de las zonas verdes con más biodiversidad de toda la capital.
Uno de los pocos recuerdos agradables que conservo de mi niñez es el olor a pólvora, asociado siempre a la traca que se quemaba cada tarde en una plaza céntrica de mi ciudad, con motivo de las fiestas patronales. Un enjambre de muchachitos inquietos nos agolpábamos en la trayectoria de la ristra, por ver si atrapábamos alguno de los juguetes que de allí colgaban: cuchillos Arapahoes, machetes Sioux, penachos de plumas Cherokees…
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