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El prisionero político egipcio Alaa Abd el-Fattah ha iniciado una huelga de hambre, decidido a llevarla adelante hasta las últimas consecuencias. Durante el levantamiento conocido como la “Primavera Árabe”, Alaa fue uno de los líderes de las manifestaciones que se llevaron a cabo en la plaza Tahrir de la ciudad de El Cairo en 2011 y que provocaron la caída de Hosni Mubarak, el dictador respaldado por Estados Unidos que gobernó el país durante treinta años.
Una vez más, el país magrebí nos brinda un episodio de tensión que pone en peligro la joven democracia, manteniendo una sociedad civil activa ante las distintas estrategias e intereses de los actores políticos. La pandemia de la Covid-19 ha agravado la precaria situación económica del país, profundizando en la herida abierta del desempleo, la pobreza y el hambre.
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