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Tiene un libro de epístolas Herrera, “Cartas de ajuste” (Belacqva, 2003), en el que remite misivas a distintas gentes del famoseo patrio (patrimoniales y allegadas) siguiendo una alfabético-onomástica lógica, esto es, los sitúa en el índice en el orden alfabético a que los aboca la inicial de sus respectivos nombres de pila o apelativos.
Vivimos tiempos tan confusos como convulsos, dejándonos entumecidos los andares y adormecidos el alma, esclavos de intereses mezquinos, pensando que nos bastamos a nosotros mismos y que la felicidad radica en las loas de un placer posesivo, a través de una vida completamente virtual, crecida en posesiones y desbordada por un poderío que nos lleva a pavonearnos, mediante un tener que es verdaderamente mundano.
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