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Los gitanos hemos conformado nuestro idioma no solo con las palabras con las que salimos de la India hace mil años, sino con los muchos términos que fuimos incorporando a nuestro lenguaje cogidos de lo que hablaban los habitantes de los países por los que atravesábamos.
Los gitanos y las gitanas de Ucrania, nuestros hermanos de sangre y de cultura, están viviendo peor, si cabe, de cómo lo están haciendo el resto de los civiles masacrados por los misiles rusos. Antes de la invasión de febrero, eran aproximadamente 400.000 romaníes viviendo en Ucrania.
Eslovaquia es un pequeño país de 49.000 km. cuadrados, es decir, la mitad de la superficie que tiene Castilla y León. Su población no alcanza los cinco millones y medio de habitantes, y su accidentada historia es un ejemplo de la firmeza con que sus naturales han querido ser siempre lo que son.
Pero no, hablaban en rromanó. Hombres y mujeres cuyas familias habían vivido separados y perseguidos durante siglos. Pero habían conservado las costumbres y tradiciones comunes siendo su principal tesoro la vieja lengua con la que salieron de la lejana India nuestros más remotos antepasados.
Moldavia ha vivido, en su reciente historia, momentos de gran confusión y peligro. Su población es muy variada siendo la mayoría ciudadanos de origen moldavo, seguidos por porcentajes similares de población ucraniana y rusa. A partir de ahí afloran una cantidad variopinta de pequeñas comunidades de orígenes y culturas muy diversos. Y entre estas últimas está la población gitana.
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