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Un equipo internacional ha arrojado luz sobre la destrucción y formación de grandes cantidades de agua en un disco de formación planetaria situado en el corazón de la nebulosa de Orión. Este descubrimiento ha sido posible gracias a un original enfoque multidisciplinar que combina observaciones del telescopio espacial James Webb, y cálculos dinámicos cuánticos.
El agua recolectada de los cometas o pequeñas lunas sería utilizada para los seres humanos que viven en el tren y transportada a otras estaciones.
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