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La globalización no es ni mucho menos un fenómeno nuevo. Sin embargo, la posición de la única superpotencia realmente existente, los Estados Unidos, ante la globalización -que, como Marx y Lenin explicaron en su tiempo, es consustancial al mismo modo de producción capitalista- ha variado tan drásticamente como para pasar de ser su adalid como superpotencia en su apogeo a ser su atacante como superpotencia en su ocaso.
El mundo se encuentra en un periodo muy turbulento y parturiente. Nos encontramos entre el ocaso de un mundo unipolar -con Estados Unidos como la única superpotencia realmente existente- y el complicado parto conflictivo de un mundo multipolar. Y en la lucha por ese mundo multipolar se están desarrollando dos proyectos antagónicos.
Vivimos tiempos putinescos, no vivimos momentos gorbachovianos -aunque lo parezca con tantos elogios post mortem- por eso Putin ha podido negar a Gorbachov un funeral de estado. Pero también vivimos tiempos de avances impensables de los pueblos y países del mundo en la conquista de su independencia nacional y su soberanía económica frente al hegemonismo y otras potencias imperialistas, por mucho que esto nos lo oculten.
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