Contará para ello con la valiosa ayuda de su Watson particular, o de su Sancho, que viene a ser lo mismo, Elías do Cebreiro, clérigo y archivero de la catedral de Santiago. Corre el año mil quinientos veinticinco cuando «un peregrino es asesinado poco antes de llegar a la ciudad de Burgos; se trata de una más de una serie de extrañas muertes que se vienen produciendo en las diferentes etapas del Camino Francés…» Con este comienzo, tan prometedor para los amantes del género, arranca ‘El manuscrito de barro’.