 Los italianos tienen previsto votar su nuevo gobierno el 4 de marzo y antes de que lleguen las elecciones, la situación es confusa y el resultado es muy incierto.
Desde que el primer ministro, Matteo Renzi, renunciara en diciembre de 2016 después de que su propuesta para reformar el Senado italiano no fuera aprobada en un referéndum, Paolo Gentiloni ha intervenido como primer ministro interino. Desde entonces, el movimiento populista del partido M5S (Movimiento Cinco Estrellas) ha estado creciendo y dando señales alarmantes de un enfoque de la política más nacionalista y antieuropeo que puede dañar aún más la unidad económica. Actualmente, el M5S ha escalado hasta el 26% de la intención de voto de los sondeos. Sin embargo, la reciente reforma electoral que favorece a las coaliciones hará que su influencia probablemente sea muy reducida.
Para no dejar las cosas al azar, el partido de centroderecha Forza Italia se ha sacado un as de la manga: el ex primer ministro Silvio Berlusconi. A pesar de su edad (82 años), Berlusconi se ve en la cresta de la ola. Y así es como las cosas se ponen interesantes: M5S encabeza las encuestas, seguido por la coalición de centroizquierda liderada por Matteo Renzi (26%) y la coalición de centroderecha liderada por Berlusconi (16%). Aunque Berlusconi no puede convertirse en primer ministro (debido a una condena fiscal), todavía es bastante influyente entre el electorado italiano y una victoria de su coalición de centroderecha es bastante posible. Ahora bien, debido a los tecnicismos del sistema electoral italiano, si sale elegida una coalición de centroderecha, pero el partido M5S obtiene la mayoría de los votos, el resultado será un “parlamento colgado”.
Si esto coincide con que los militantes del SPD alemán votan en contra de un gobierno de coalición, el mercado podría ver un mini pánico en la apertura del 5 de marzo. Sin embargo, no esperamos que pueda durar mucho más. El riesgo geopolítico en Europa ya no es un gran problema para los inversores, están acostumbrados a la oleada de partidos populistas y la inestabilidad política. En realidad, algunos partidos populistas en Europa central y oriental incluso logran resultados económicos bastante impresionantes.
Por otro lado, el mercado de deuda italiano tampoco debería sobre reaccionar, pues está muy condicionado por la acción del BCE. Desde la crisis de deuda europea en 2012, cuando Draghi dijo que el banco central estaba dispuesto a hacer "lo que sea necesario" para salvar el euro, los bonos del Tesoro Italiano a varios años (Buoni Poliennali del Tesoro) se han recuperado masivamente. En 2011 el rendimiento del BTP a 10 años alcanzó el 7%. Actualmente opera en torno al 2%. Si miramos hacia atrás en el tiempo podemos ver que los BTP en realidad nunca se han negociado en niveles tan bajos, lo que sugiere que la flexibilización cuantitativa del BCE es la razón por la cual las rentabilidades del gobierno italiano se están negociando en mínimos históricos. Esto implica que, tan pronto como el BCE comience a disminuir sus compras, los bonos del gobierno italiano deberían volver a sus niveles históricos de rendimiento promedio, alrededor del 4% para los BTP a 10 años.
Otro factor que es imposible ignorar es que Italia es uno de los países más endeudados del mundo. Con una relación deuda / PIB total del 131% ocupa el tercer lugar, solo por detrás de Japón (223%) y Grecia (180%). Pero no parece que los partidos que participan en las elecciones estén preocupados por estos datos, ya que sus programas económicos parecen muy costosos. Berlusconi promete un impuesto fijo para personas del 23%, mientras que el M5S promete elevar el ingreso mínimo para los hogares más pobres, una medida que definitivamente profundizaría el déficit de Italia. La buena noticia es que, si las elecciones resultan en un “parlamento colgado”, cualquiera de estas costosas ideas se retrasará hasta que las partes lleguen a un acuerdo. Independientemente del alto nivel de endeudamiento del país y el entorno político volátil, es probable que el rendimiento del bono a 10 años supere el umbral del 4% una vez que el programa de compras del BCE haya terminado por completo.
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